La escritora colombiana lanzó su más reciente novela ‘Todo muere salvo el mar’, en el marco de la Feria del Libro de Bogotá. Fucsia conversó con la escritora.
María del Mar Ramón es columnista para diversos medios latinoamericanos como Playboy de Colombia, Latfem, Página 12, El Grito del Sur, trabaja en radio y en el desarrollo de contenidos audiovisuales. Con el cuento “El deseo es una cicatriz” formó parte de la antología Cuerpos. Ha participado de diversas iniciativas y organizaciones feministas en Colombia y Argentina. Desde 2012 reside en Buenos Aires y es autora de los libros Coger y comer sin culpa. El placer es feminista, La manada y Todo muere salvo el mar, su más reciente novela.
En Todo muere salvo al mar la muerte ha hecho evidente una grieta en la relación de Lucas y Paula, una fisura entre la cual, en lugar de luz, se filtra el dolor de todos los duelos y todas las pérdidas. Para encontrar un refugio ante la pena, la pareja decide viajar a La Perlita, una isla escondida en el Caribe. Allí, Lucas sospecha que la naturaleza se ha tomado a su esposa, que desaparece sin rastro entre el agua, devora mangos como si fueran pajaritos y se hace cómplice de la fauna de la isla, arrasando con todo a su paso.
Pero nada en esta isla es un refugio; la vegetación se extiende como el miedo en la psiquis de los personajes. Entre sueños del pasado, correspondencias secretas, polvos tristes, correos electrónicos, funerales y orgías se construye esta novela psicológica en la que, a cuenta gotas, se nos ofrece la verdad compleja que Paula y Lucas esconden. Una verdad que reafirma, en la inverosímil fertilidad del Caribe, nuestra soledad más esencial.
Con una prosa ágil que se diluye en el calor del trópico, María del Mar Ramón desentraña la mente de un hombre de cuarenta años que se enfrenta al dolor de lo imposible: la muerte de lo que estaba antes y de lo que vendrá después.
A propósito del lanzamiento de su más reciente novela en la Feria del Libro de Bogotá, Fucsia conversó con la autora.
Fucsia: Tus tres libros son muy diferentes entre ellos, hablemos sobre esa distancia entre tus libros.
María del Mar Ramón: Yo empecé con literatura feminista, de no ficción, en primera persona. Tenía mucho que ver con lo que estaba pasando en ese momento a nivel social, cultural y político con el feminismo, eso fue en el 2018 o 2019 y quedé un poco hastiada. Hubo un momento en el que yo sentí que las mujeres que nos declaramos públicamente feministas solo teníamos derecho a hablar de nuestros feminismos y a mí eso me harto un poco.
Luego empecé una búsqueda más literaria y el primer intento de eso fue La Manada que es una novela que abarca temas que podrían enmarcarse dentro del feminismo, pero que lo hace desde la ficción. Ese libro venía a satisfacer una curiosidad de una pregunta sobre los hombres y y sobre las masculinidades y hacía el ejercicio, pues, de narrar a estos hombres desde, pues desde mi perspectiva. Después de esa novela pasó un tiempo y yo seguía con una curiosidad por temas muy distintos y quizás un poco más clásicos, como la muerte y el amor. En esa búsqueda yo quería hacer algo bello, yo quería y sentía que tenía que tener lugar dentro de la literatura, no solo a decir algo importante sobre el mundo, sino para construir belleza.
F.: En Todo muere salvo el mar hay varios protagonistas, entre ellos la naturaleza
M. M. R.: Yo lo que intento en esta novela es poner a estos personajes en el Caribe y mostrar cómo están pasando por un duelo tan humano y la relación que ellos tienen con las muertes que han ido atravesando en un lugar donde la fertilidad de la naturaleza es tal que todo lo pudre. También mostrar la tristeza que ellos atraviesan. Para mí la única forma de medir los duelos es con el tiempo, es con el paso del tiempo y la mejor manera de medir y ver el paso del tiempo es con cómo la naturaleza ha arrasado con todo.
F.: ¿Tu escritura está atravesada por un componente erótico?
M. M. R.: Me encanta esa pregunta y me enrojece un poco. Yo no sé si yo escribo bien, pero yo sé que yo escribo muy buenas escenas de sexo. Me interesa explorar el sexo desde distintos lugares. En Todo muere salvo el mar hay una crudeza y una ternura en el sexo de Paula y de Lucas y que da cuenta del paso del tiempo. En esta novela el sexo es muy distinto que en La Manada, donde las narraciones sexuales son bastante violentas y están situadas en la adolescencia de estos muchachos y desde la perspectiva de ellos.
Lo que yo quería hacer en esta nueva novela era usar el sexo como la unidad de medida del desgaste del amor entre ellos. A mí me llamaba mucho la atención cómo el sexo ha ido mutando entre ellos, especialmente siendo ellos una pareja que lleva muchos años juntos y cómo los mismos encuentros o las mismas situaciones o los mismos estímulos que antes les daban placer ahora son puestos en esta situación de angustia y dolor.
F.: ¿Por qué escribir?
M. M. R.: Porque es lo único que no me hace sufrir. Los únicos momentos en los que yo me siento en una plenitud total, muy parecida al éxtasis, es cuando estoy escribiendo, todo lo demás es angustia y dolor. Escribir es un proceso tan hermoso y que verdaderamente solo puede brotar de un deseo. Yo he crecido siendo una lectora rigurosa, pero he sido mucho más feliz escribiendo que leyendo. Para ser un buen escritor hay que tener un deseo legítimo, no puede haber nada que se interponga ante ese deseo y esa curiosidad.
F.: ¿Qué libros o escritores te han marcado?
M. M. R.: Leo mucha poesía, me gustan todos los peruanos y las peruanas, porque creo que es tierra fértil para la poesía y la comida. Hay un poeta que me gusta muchísimo que se llama Mario Montalbetti, también me gusta César Vallejo. De poetas colombianos. Me gusta Porfirio Barba Jacob y de Argentina Juana Bignozzi.
Para esta novela leí textos que me han marcado mucho como Ama de Antonio Di Benedetto y Los llanos de Federico Falco. Hay que leer porque leer es rico y es placentero y la interacción silenciosa con un libro es algo que es muy relajante. Para mí ha sido inevitable escribir.
F.: ¿Escribir es un acto de desobediencia?
M. M. R.: Cualquier acto que brote del deseo es un acto desobediencia. Escribir tiene algo muy emancipador, a pesar de ser una actividad tan solitaria, lo cual puede resultar algo contraintuitivo, teniendo en cuenta que los procesos políticamente revolucionarios tienden a ser colectivos y la escritura es solitaria.
Imaginar es un proceso revolucionario, tener la libertad de que la realidad, la coyuntura, la demanda o la moda no te coarten y poder imaginar el mundo como quieras es un proceso revolucionario y es un proceso político y es un proceso necesario sobre todo para países como el nuestro y para países del sur global. Creo es importante reclamar el derecho de la imaginación y de la narración.
F.: ¿Qué se necesita para escribir?
M. M. R.: Para escribir se necesita un poco de ocio, el ocio es hoy en día una idea casi anticapitalista, pero para escribir hay que estar un poco aburrido para poder generar esas imágenes y esos estímulos. Personalmente, en mi proceso de escritura hay mucho caminar, hablar, interactuar y tener interacciones con personas y con interlocutores.