Dieta ovolactovegetariana

Quienes eligen llevar una alimentación vegetariana ya sea por cuestiones de salud, por convicción, por principios filosóficos o por neta voluntad, tienen claro que independientemente del tipo de dieta que decidan implementar la carne no estará dentro del menú.

No obstante, los planes de alimentación vegetarianos también son variados. Por lo general están clasificados de menor a mayor grado de rigurosidad así:

• Semivegetariana: permite las carnes que no sean rojas como las de aves, el pescado, la leche y los huevos.
• Ovovegetariana: sólo admite los huevos como alimento de origen animal.
• Lactovegetariana: sólo admite los lácteos como alimentos de origen animal.
• Vegana: esta es la puramente vegetariana y sólo permite alimentos de origen vegetal.
 
Por lo mismo, en este régimen no se admiten los huevos, los lácteos, la miel o cualquier otro producto derivado o producido por un animal.

En un término medio está la ovolactovegetariana. Esta dieta permite el consumo de alimentos de origen animal como los huevos y la leche, y excluye la carne, el pescado y los mariscos. Como opción de alimentación diaria tiene muchas ventajas que vale la pena destacar:

1. Implica menor esfuerzo para los riñones pero sin sacrificar la cantidad de nutrientes que contienen las proteínas de origen animal (vitamina B12). Lo importante en este punto es hacer una cuidadosa, variada y balanceada selección de los alimentos.
2. Reduce el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares dado que reduce la ingesta de grasas saturadas.
3. Favorece la digestión y evita el estreñimiento porque proporciona gran cantidad de fibra.
4. Mantiene los niveles de azúcar equilibrados.
5. Es útil para prevenir el cáncer dado que el consumo de frutas y verduras que implica este tipo de alimentación provee al organismo múltiples defensas y nutrientes.
6. Puede llegar a ser muy variada pues la inclusión del huevo, la leche y sus derivados permite crear una amplia gama de recetas.

Un día de dieta ovolactovegetariana
Desayuno: un vaso de leche, un café con leche o una taza de chocolate; una tajada de pan de cinco cereales con un tomate cortado en rodajas y un poco de aceite de oliva, y una naranja o fruta que aporte vitamina C.
Media mañana: un trozo generoso de papaya o una pera.
Almuerzo: ensalada de lechuga, tomate y espárragos; raviolis de espinaca con queso parmesano, y un yogur.
Media tarde: una porción de cuajada con miel (de abejas o de Maple).
Cena: lasaña de berenjena, tomate, orégano y queso fresco. De postre puede ser una gelatina.

Recuerda que antes de iniciar cualquier cambio drástico en tu dieta debes consultar con tu médico para determinar que tu nueva alimentación te provea todos los nutrientes que tu organismo específicamente necesita.