9 signos de que eres dependiente emocional
Fucsia.co, 16/10/2014
Priorizar a la pareja sobre todas las cosas y personas; idealizarla de forma excesiva y poca objetividad son algunas de las caracteristicas que comparten las personas que padecen de dependencia emocional.
La dependencia emocional es un estado psicológico que manifiestan determinadas personas a la hora de enfrentar sus relaciones afectivas.
En su libro, La superación de la dependencia emocional, Jorge Castelló Blasco habla de que el dependiente presenta una frustración o una insatisfacción en su área afectiva que compensa centrándose en sus relaciones de pareja. “El mundo del amor se convierte en lo más relevante para el dependiente emocional, que vive sus relaciones de una manera tremendamente intensa y que siente que lo único que realmente importa es el otro, sin poder concebir su existencia sin alguien a su lado”.
Se diferencia del trastorno por dependencia emocional, contemplado en el DSM –IV (siglas que se corresponden en español al Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, la biblia de los sicólogos y psiquiatras), pues este último sí que provoca en el sujeto una falta de funcionalidad y autonomía, mientras que el primero no le incapacita necesariamente en otros ámbitos de su vida.
Existen una serie de pautas de comportamiento que definen esta forma de sentir y que el psicoterapeuta español recoge en su libro.
1. Prioridad de la pareja sobre cualquier otra cosa. El dependiente emocional pone su relación por encima de cualquier ámbito, su vida en función de la del compañero, y deja de lado la rutina que mantenía antes de conocerlo.
2. Deseo de acceso constante. Necesidad de estar en contacto permanente y excesivo con la persona amada, de hacerlo todo juntos. Se niegan los espacios individuales y no se fomenta la individualidad del otro ni la propia.
3. Idealización. Se refiere a la acción de sobredimensionar las cualidades y aptitudes de la pareja sin un ápice de objetividad o racionalidad. En un grado más alto, está la distorsión, es decir, magnificar y trastocar todo lo relacionado con los méritos y capacidades de la persona amada hasta hacer de él algo parecido a un Dios.
4. Sumisión. La consecuencia lógica de priorizar e idealizar a la pareja se traduce en una subordinación en el trato hacia ella. Se ponen por delante sus prioridades y necesidades a las propias.
5. Pánico ante el abandono. En este caso, no se aplica la frase “más vale solo que mal acompañado”. Sin importar lo tóxica que pueda llegar a ser la relación, lo desestabilizante y enfermiza, el dependiente emocional es incapaz de pensar en romper con su pareja.
6. Síndrome de abstinencia tras la ruptura. El golpe psicológico cuando esto sucede es tan devastador que el dependiente sufre de ansiedad, de falta de concentración y en una tristeza demoledora. Prevalece el deseo de retomar la relación a toda costa y de contactar con la otra persona a como dé lugar para no tener esas sensaciones negativas.
7. Baja autoestima. La norma es que los dependientes sueles ser personas que no se tienen demasiada estima spbre sí mismos, por lo que tratan de suplir esa falta de autoestima con el amor de la pareja.
8. Miedo a la soledad. La soledad les provoca incomodidad, malestar e incluso ansiedad, y la idea más o menos intensa de que no son importantes para nadie, de que nadie les quiere y están abandonados.
9. Necesidad de agradar. Hay una necesidad extrema de tener la aprobación de los demás, en general, y de la pareja en particular. Los demás los describen como buenas personas que intentan favorecer siempre y que se desviven por ayudar. Su valor depende del que les avala la pareja, no del que se dan ellos mismos.
En su libro, La superación de la dependencia emocional, Jorge Castelló Blasco habla de que el dependiente presenta una frustración o una insatisfacción en su área afectiva que compensa centrándose en sus relaciones de pareja. “El mundo del amor se convierte en lo más relevante para el dependiente emocional, que vive sus relaciones de una manera tremendamente intensa y que siente que lo único que realmente importa es el otro, sin poder concebir su existencia sin alguien a su lado”.
Se diferencia del trastorno por dependencia emocional, contemplado en el DSM –IV (siglas que se corresponden en español al Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, la biblia de los sicólogos y psiquiatras), pues este último sí que provoca en el sujeto una falta de funcionalidad y autonomía, mientras que el primero no le incapacita necesariamente en otros ámbitos de su vida.
Existen una serie de pautas de comportamiento que definen esta forma de sentir y que el psicoterapeuta español recoge en su libro.
1. Prioridad de la pareja sobre cualquier otra cosa. El dependiente emocional pone su relación por encima de cualquier ámbito, su vida en función de la del compañero, y deja de lado la rutina que mantenía antes de conocerlo.
2. Deseo de acceso constante. Necesidad de estar en contacto permanente y excesivo con la persona amada, de hacerlo todo juntos. Se niegan los espacios individuales y no se fomenta la individualidad del otro ni la propia.
3. Idealización. Se refiere a la acción de sobredimensionar las cualidades y aptitudes de la pareja sin un ápice de objetividad o racionalidad. En un grado más alto, está la distorsión, es decir, magnificar y trastocar todo lo relacionado con los méritos y capacidades de la persona amada hasta hacer de él algo parecido a un Dios.
4. Sumisión. La consecuencia lógica de priorizar e idealizar a la pareja se traduce en una subordinación en el trato hacia ella. Se ponen por delante sus prioridades y necesidades a las propias.
5. Pánico ante el abandono. En este caso, no se aplica la frase “más vale solo que mal acompañado”. Sin importar lo tóxica que pueda llegar a ser la relación, lo desestabilizante y enfermiza, el dependiente emocional es incapaz de pensar en romper con su pareja.
6. Síndrome de abstinencia tras la ruptura. El golpe psicológico cuando esto sucede es tan devastador que el dependiente sufre de ansiedad, de falta de concentración y en una tristeza demoledora. Prevalece el deseo de retomar la relación a toda costa y de contactar con la otra persona a como dé lugar para no tener esas sensaciones negativas.
7. Baja autoestima. La norma es que los dependientes sueles ser personas que no se tienen demasiada estima spbre sí mismos, por lo que tratan de suplir esa falta de autoestima con el amor de la pareja.
8. Miedo a la soledad. La soledad les provoca incomodidad, malestar e incluso ansiedad, y la idea más o menos intensa de que no son importantes para nadie, de que nadie les quiere y están abandonados.
9. Necesidad de agradar. Hay una necesidad extrema de tener la aprobación de los demás, en general, y de la pareja en particular. Los demás los describen como buenas personas que intentan favorecer siempre y que se desviven por ayudar. Su valor depende del que les avala la pareja, no del que se dan ellos mismos.
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