Todo por la familia, Carlos Vargas habla sobre la dura promesa que hizo

En entrevista especial con el programa Bravíssimo el reconocido presentador habló sobre esa dura etapa de su vida en la que creyó que era “una vergüenza social” para su familia a raíz de su orientación sexual.

Carlos Vargas se ha convertido en uno de los personajes de la televisión con más impacto en la comunidad LGBTIQ+, mostrándose tal como es, transmitiéndole a muchos la confianza para aceptar su condición sin temor a los prejuicios.

Aprender a sanar para vivir mejor

Cuando era muy pequeño, Carlos pasó por grandes problemas internos y familiares, e incluso terminó haciendo una promesa muy dura y que ha destapado, declaró en entrevista con Bravíssimo durante la cual contó cómo ha logrado sanar y vivir mejor a través de su experiencia con los talleres de ‘constelaciones familiares’.

Carlos Vargas contó como conoció las terapias de las constelaciones familiares a través de su hermana como herramienta para sanar y vivir en paz. El eje central de este tipo de terapias es el de identificar patrones y estructuras familiares para comprender muchas cosas de la vida actual de las personas, haciendo ejercicios grupales y poniéndose en el lugar del otro para entender sus propios errores.

Aunque la charla no iba dirigida hacia su vida privada, por cuenta propia el presentador empezó a abrir su corazón y a narrar las experiencias, no todas muy gratas, en su niñez y juventud que lo llevaron asentir vergüenza de lo que él era.

Una promesa para no afectar a su familia

En medio de la entrevista, Carlos empezó a hablar sobre un tema que marcó su vida por muchos años. Fue algo que hizo por su familia y que ahora entiende por qué lo afectó por muchos años.

De niño, para él era complicado aceptarse tal como era y mucho más difícil que se mostrara así con los demás integrantes de su familia: “En medio del dolor, me sentía incómodo porque los estaba haciendo sentir mal por ser homosexual, los estaba avergonzando”.

Mónica Molano le preguntó si alguien de su círculo familiar más cercano tenía sospechas de su orientación y Carlos aclaró que su mamá sabía, pero no hablaban del asunto: “Mi mamá, sí (sabía). Pero eso no se tocaba porque mi mamá me respetaba con ese tema”.

La promesa se la hizo a Dios, en detrimento de sus libertades y personalidad, pensando en el bienestar de su familia.

“Cuando estaba chiquito, sentía que tenía que prometerles a ellos que yo no podía ser homosexual, porque los iba a hacer sentir como un zapato, les iba a dar vergüenza socialmente. Entonces, me prometí, y no me acordaba de que yo, de niño, y llorando al lado de la cama, le dije a Dios: ‘Yo le prometo que no voy a casarme, que no voy a tener pareja’”.

Durante muchos años Carlos Vargas cumplió su promesa, sacrificando su felicidad por el respeto y amor que sentía por su familia. “Esa fue una condición que le di a mi cerebro y a mi vida, por lealtad a ellos, sacrifico mi felicidad”.

Hoy para su fortuna su vida está replanteada y vive sin prejuicios con tranquilidad, sin pensar que su orientación sexual representa algún tipo de impedimento.