Mitos sobre drogas y sexo

Luisa Torres, 8/10/2012

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Partiendo de la creencia que el uso de las drogas estimula el sexo, a continuación describiré cuáles son los efectos de las drogas en la sexualidad.  Es importante aclarar desde un principio que hay que diferenciar los efectos de la droga  cuando es un consumo esporádico o cuando se trata de un consumo habitual, ya que este consumo crónico puede producir muchas más dificultades en la respuesta sexual.

Es cierto que los efectos inmediatos de las drogas pueden causar desinhibición, aumento de sensaciones, seguridad, excitación y otras experiencias que hacen que las personas recurran a su uso. Lo que no saben es que su consumo continuo puede traer consecuencias desfavorables. Ninguna droga incrementa el deseo sexual, ya que esto depende de la concentración de hormonas en el organismo como la progesterona, la testosterona y la feromona. Con el consumo frecuente, el efecto  puede producir a menudo disfunciones sexuales  en el hombre como en la mujer.

Las drogas pueden influir de tres maneras sobre la actividad sexual: pueden afectar el deseo, la excitación y el orgasmo. Algunas de ellas tienen un efecto claro sobre la mente de las personas que las toman, de modo que el deseo sexual se ve alterado. Muchas drogas reducen el deseo sexual, pero algunas de ellas parecen incrementarlo. En otras palabras, actúan como afrodisíacos. Sin embargo, el hecho de que una droga aumente el deseo sexual de una persona, no significa necesariamente que mejore su sexualidad o su placer. La respuesta sexual, como toda conducta, es promovida por el sistema nervioso que produce unos químicos llamados neurotransmisores. Si una droga interfiere el paso de éstas sustancias, los mensajes normales se verán distorsionados y la conducta se alterará; en conclusión, los efectos químicos de algunas drogas inciden directamente sobre el cerebro, modificando el funcionamiento de los centros reguladores de la sexualidad, mientras que otras sustancias lo hacen sobre los centros nerviosos periféricos que controlan la actividad de los órganos genitales. A continuación expondré qué hace cada una de ellas en nuestro organismo.

Marihuana
Algunos de los derivados del Cannabis como el hashis y la marihuana, son utilizados por muchas personas por sus efectos de relajación física y mental. Además, algunas personas dicen sentir un aumento del placer durante la relación sexual coital cuando consumen ésta droga. Esto tiene unos efectos sobre la sexualidad inicialmente positivos porque las personas se sienten más sensuales o más sensibles y los orgasmos son subjetivamente más prolongados por alteración temporal. Esto puede ser debido a dos efectos del Cannabis: sensación de bienestar (euforia, risa incontenible, desafío de los límites sociales adquiridos y tabúes personales que en algunos casos dificultan la sexualidad), e hipersensibilidad de los sentidos. Sin embargo, el uso crónico del Cannabis está relacionado con la disminución de los niveles de testosterona (hormona sexual masculina) lo que se traduce en una disminución del deseo de ambos sexos. En algunos casos se produce en las mujeres una disminución de la lubricación vaginal, que en ocasiones hace el coito más doloroso. En los hombres hay una alteración de la espermatogénesis y puede haber disfunción eréctil.

Cocaína
El efecto de la cocaína, independientemente de la vía de administración, es similar al de las anfetaminas: estimulación, sensación de bienestar y euforia, excitación, inquietud, locuacidad. Sin embargo, aunque la estimulación inicial se produce por el aumento de las catecolaminas, hay en seguida una caída por la baja de dopamina. Su mecanismo de acción está relacionada con la inhibición de la adrenalina, de la noradrenalina, de la dopamina y de la serotonina. Si bien es cierto que la cocaína es conocida por muchos como un fuerte estimulante sexual, también se sabe que provoca disfunción eréctil, priapismo (erección mantenida y dolorosa), impotencia situacional y bajo interés sexual.

LSD
El LSD tiene un efecto euforizante con cambios perceptivos como alteración del tiempo y pérdida de límites; por ello existen sensaciones de orgasmos más prolongados. Sin embargo, debido a las alucinaciones que produce, la experiencia sexual puede ser confusa y difusa, positiva o negativa. Su uso continuo provoca ansiedad, pánico y repetición de los primeros efectos. En las mujeres embarazadas, aumenta el riesgo de malformaciones congénitas en el feto.

Anfetaminas y  drogas de diseño
Las anfetaminas (conocidas también como elevadoras o de velocidad), son drogas estimulantes que en pequeñas dosis pueden provocar una sensación de exaltación, por lo que algunos adictos, especialmente las mujeres, informan de un incremento en su deseo sexual, pero tomadas en dosis mayores o si se ingieren normalmente, las anfetaminas reducen la excitación y disminuyen la respuesta sexual. Algo similar ocurre con sus derivados o anfetaminas de síntesis. Entre ellas tenemos la metanfetamina o speed , la MDA o droga del amor, la MDMA o éxtasis, y la MDEA o N-etil.  Las drogas sintéticas tienen normalmente propiedades alucinógenas similares a las de las anfetaminas. La más conocida y utilizada es el “éxtasis” (MDMA), usada por muchas personas para intensificar sus relaciones sexuales y su sociabilidad. El  MDMA hace que el cerebro produzca más serotonina, una sustancia que afecta  nuestro estado de ánimo y cuyo efecto más característico es la comunicación intima entre las personas, así como una sensación de calma y liberación de miedos y tensiones. Algunas personas consumidoras hablan de un estado emocional similar al  del enamoramiento. Cuando se pasan los efectos de la droga, las personas se sienten deprimidas y con una disminución del deseo sexual. A corto plazo, el éxtasis o MDMA trae problemas neuronales, disminución de la líbido y de la respuesta sexual. La conocida como speed por su cuenta, aumenta la liberación de dopamina y al consumirla frecuentemente, ocasiona disminución en el deseo sexual. En los hombres provoca trastornos eyaculatorios, y en la mujer anorgasmia.

Opio, Heroína Y Opiáceos
Desde épocas remotas, el alcohol, el opio y otras sustancias de este género, se han utilizado para obtener una alteración de los estados de conciencia y para distorsionar el sentido de la realidad. El opio ha sido empleado a través de los siglos por sus propiedades analgésicas y por su virtud de inducir estados oníricos. Otras sustancias han sido utilizadas por el hombre en un intento de trascender la realidad inmediata, para perderse en el mundo de los sueños. Sexualmente, los efectos de los opiáceos en el hombre son las alteraciones del interés sexual, el retraso en la eyaculación y el fracaso en la erección. En la mujer, producen alteración en el interés sexual. Tanto la heroína como la morfina parecen generar múltiples trastornos sexuales. Aunque el uso de la heroína y derivados del opio puede dar lugar a fantasías sexuales, el grado de excitación y la frecuencia del orgasmo disminuyen debido a los efectos depresores que estas drogas tienen sobre el sistema nervioso.

Nitrito de amilo
Habitualmente llamada Popper, es un inhalante que aumenta la vasodilatación. Es usada especialmente entre los homosexuales varones dado que mejora las relaciones anales por su efecto relajante sobre el músculo liso del ano.

Últimamente se ha popularizado la creencia de que estas sustancias provocan una estimulación en la actividad sexual o incrementan la habilidad personal en este terreno. En todas las épocas, han aparecido sustancias con pretendidos poderes afrodisíacos, pero en los estudios se ha observado que muchas de esas sustancias, más que excitantes, son poderosos inhibidores de la actividad y de la función sexual.