LA DIVINIDAD DEL GOCE INFINITO Y EL ORGASMO DEL CUERPO ENTERO
Al hacer el amor, no debes ser apenas alguien que ama. Conviértete en el amor. Al acariciar a tu amor, conviértete en la caricia. Al besar, vuélvete quien besa o es besado, conviértete en el beso. El amor modifica súbitamente tu dimensión. E proyectas fuera del tiempo y encaras la eternidad. El amor puede convertirse en una meditación, la más profunda de todas.
En el tantra budista ortodoxo existen cuatro tipos o niveles. Cada clase está dirigida a un practicante mentalidad particular y lo que las diferencia es la intensidad de la energía de deseo que ese prácticamente es capaz de dirigir hacia el terreno espiritual. Estos diferentes niveles de energía gozosa son ilustrados tradicionalmente por medio de ejemplos de creciente intimidad sexual.
Según el Lama Yeshe, el practicante del nivel inferior del tantra es aquél capaz de utilizar y transformar la energía placentera que se produce al mirar tan sólo a un cónyuge atractivo. En el segundo nivel, lo que se transforma es la energía de sonreírse mutuamente. En el tercer nivel se usa la energía de estrecharse las manos. Mientras que el practicante calificado del tantra yoga supremo (el cuarto nivel) posee la habilidad de dirigir hacia el camino espiritual la energía de deseo de la propia unión sexual.
Entretanto, en el tantrismo heterodoxo se suele utilizar la expresión ORGASMO DEL CUERPO ENTERO, y ello requiere una explicación. Durante la actividad sexual común, se experimenta lo que se acostumbra a denominar orgasmo genital, un orgasmo donde las sensaciones están centradas en los órganos sexuales, y cuya culminación toma escasos segundos. La energía acumulada durante esa cópula se disipa al desatarse el orgasmo genital, y es por eso que mucha gente pasa de inmediato a atender otra cosa después del coito: la cena, la televisión u otra cosa.
El orgasmo de cuerpo entero, en otro plano, es un orgasmo durante el cual la energía genital se expande por medio de relajación y respiración hacia el resto del cuerpo, y así el practicante aprende a prolongar la experiencia del orgasmo durante minutos y hasta horas. De este modo, la energía no se disipa sino que es contenida queda disponible para el practicante, que se siente revitalizado, alerta, pleno e identificado con su pareja y disfrutando de la divinidad del goce infinito.