Editorial
Michelle Obama y el poder de la moda, editorial de Lila Ochoa
Así como Jacqueline Kennedy dejó una huella imborrable no sólo por su elegancia sino por su carisma, Michelle Obama está logrando lo mismo, a su manera.
Por: Lila Ochoa Paulau, directora de Fucsia.co
A pesar de que a Michelle Obama no le gusta hablar sobre cómo se viste o cuál es su diseñador favorito, su estilo habla por sí solo. Por eso el mundo de la moda está de luto. Ella logró darle una vitrina al diseño norteamericano de manera que puso al mundo a hablar de este.
Ella se encargó de empoderar a los creativos, a los editores de las revista de moda y a las grandes marcas. Sus decisiones respecto a cómo vestirse sorprendieron muchas veces por audaces pero la primera dama, una mujer muy inteligente y segura de sí misma, sabía perfectamente que su tarea era convertirse en la imagen de su país, los Estados Unidos de América. Con eso logró que durante estos años los diseñadores norteamericanas tuvieron su momento de gloria. Su elegancia natural y el hecho de ser de raza negra le enviaron al mundo un mensaje claro de que su país tiene una población multicolor con diferentes culturas, religiones y partidos políticos. Las mujeres norteamericanas, especialmente las afroamericanas se sintieron por primera vez representadas.
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Su estilo fue fuente de inspiración para muchas y de alguna manera se convirtió en un lenguaje para la diplomacia. Por ejemplo, instituyó el vestido de manga sisa como una prenda que sí pueden usar las mujeres después de los 40. Para la visita de Estado a la China en el 2014, se puso un vestido estampado en beige y blanco de Derek Lam, un diseñador norteamericano de ascendencia china. Con esta elección estaba haciéndole a ese país un discreto homenaje con lo que consiguió establecer una conexión real y humana entre los dos países.
Para su primera comida de estado en la Casa Blanca en honor a la India escogió a Naeem Khan quién le diseño un vestido estraples blanco bordado con pedrería que era una verdadera obra de arte. Para su viaje a Londres, se vistió de diseñadores ingleses como Preen y Roksanda, y para la cena con la reina escogió un norteamericano, Tom Ford.
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Michelle logró poner su manera de vestir como tema de conversación. No solamente logró volcar la atención a la creatividad sino que disparó las ventas. Cada vez que salía una foto suya, esa vestimenta se vendía como pan caliente. Gracias a esto, marcas que no eran muy conocidas salieron adelante debido al impulso que les dio esta publicidad. Lo más importante, Obama conectó la moda con la cultura popular. Una gran parte de la población piensa que la ropa es para usarla y que no tiene ninguna relevancia. Qué es algo superficial… esnob.
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Ella cambió ese concepto al vestirse con cuidado y consideración como parte de su contrato social. Se caracterizaba por mezclar prendas costosas con las de almacenes de cadena. Y eso es parte de lo que hace a una sociedad, civilizada. Cómo dijo en una entrevista: “Moda es una pasión y una creación, como la música , el baile o la poesía. Es un llamado, es una carrera. Y es una manera de sostener una familia”.
Lo que no sabemos es cómo va a ser la relación de Melania, su sucesora, con la moda. Por ahora no ha sido muy afortunada. El tiempo lo dirá, hay que darle la oportunidad pues no es buena idea rechazarla de entrada como hicieron algunos diseñadores. Es verdad que es un estilo de mujer que no inspira lo mismo que Michelle Obama, pero íconos no se hacen todos los días.
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