Laura Isabel Nieto - Columnista invitada

¿Pasado, presente o futuro?

Por Redacción Fucsia

7/2/2025

El Savoir Faire.
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Un nuevo año ha comenzado y muchas cosas han pasado en el mundo de la moda. Pantone estableció el “Mocha Mousse” como el color del 2025, The Business of Fashion publicó The State of Fashion 2025 y es posible que Prada esté evaluando la adquisición de Versace en los próximos meses. Pero la pregunta que ha rondado en mi cabeza desde finales del 2024 es: teniendo en cuenta el clima político actual, ¿a dónde va a parar la industria del lujo?

Parece tonto pensar en ropa y accesorios cuando el mundo está ardiendo en llamas, pero creo que es justo el momento adecuado para detenerse a reflexionar sobre lo que nos ha llevado a este punto. La industria textil es considerada la tercera más contaminante del mundo, produciendo alrededor del 10% de nuestra huella de carbono anual. Por otro lado, factores como la inflación, los conflictos bélicos en distintas regiones y la caída de los mercados han afectado fuertemente la economía, haciendo de la industria del lujo un lugar hostil para habitar.

Como amante del arte en todas sus expresiones, me es difícil concebir un mundo en el que Dior no me enamore con sus flores, Chanel no me envuelva en tweed y Mugler no me deslumbre con sus diseños. Pero, ¿por qué debería importarnos algo tan “banal” como la moda en pleno siglo XXI? ¿Qué puede aportar una colección en medio del caos en el que nos encontramos? ¿Qué valor agregado tienen las marcas autodenominadas de lujo? La respuesta para mí es savoir-faire (saber hacer).

Kylie Jenner
PARIS, FRANCE - JANUARY 28: (EDITORIAL USE ONLY - For Non-Editorial use please seek approval from Fashion House) Kylie Jenner attends the Chanel Haute Couture Spring-Summer 2025 show as part of Paris Fashion Week on January 28, 2025 in Paris, France. (Photo by Marc Piasecki/WireImage) | Foto: 2025 Marc Piasecki

Después de la Segunda Guerra Mundial, en medio de la reconstrucción de Europa, la industria del cine apostó por los musicales para brindar una escapada por el camino amarillo al Mago de Oz, en contraste con la crudeza del mundo real. No es de extrañarse que, por siglos, hayamos encontrado en el arte un respiro, una oportunidad para soñar. Ahí está la magia de la Alta Costura.

No pretendo defender lo indefendible. Entiendo la aversión hacia las grandes casas de moda, comparto la desilusión de muchos al ver en qué se han convertido los grandes estandartes de la industria textil y juzgo con ahínco los errores que cometen las corporaciones en términos sociales, ambientales y económicos. Pero también defiendo el arte detrás de los diseñadores que le dieron al vestuario una voz. Por eso, como abogada del diablo—no el que viste de Prada precisamente—te invito a conocer un poco más sobre la ilusión detrás de las marcas y, por un momento, permitamos que el mundo del lujo nos seduzca como las sirenas a los marineros. Y por sirenas, me refiero a Versace, Gucci, entre otras.

El savoir-faire se traduce del francés como “el arte de disfrutar la vida”, el cuidar hasta el más mínimo detalle, saber apreciar el lujo sin ser esclavos de este, los olores, sabores y colores. Dentro del mundo de la moda, es una frase recurrente en las casas de Alta Costura por su dominio excepcional de técnicas, artesanía y tradición cultivadas por décadas.

Por ejemplo, para la colección de Alta Costura de Dior otoño/invierno 2020-21, Maria Grazia Chiuri (directora creativa) incluyó bordados, costuras hechas a mano y pliegues elaborados uno a uno por artesanos. El modelo Valentine, un traje en crepé drapeado con falda acampanada, necesitó más de 250 horas de trabajo. Por otro lado, el diseño Marthe, de gasa de seda plisada y detalles de flecos, requirió 180 horas y hasta 35 metros de tejido.

Alta Costura: Dior otoño/invierno 2020-2021.
Alta Costura: Dior otoño/invierno 2020-2021. | Foto: Dior

Así mismo, la casa Chanel se ha caracterizado por su inigualable artesanía y tradición, como lo mostró en su colección de Alta Costura 2019. La maison Lesage, que se convirtió en parte del Métiers d’Art de Chanel en 2002, se encargó de producir preciosos bordados con la técnica Luneville, usando hilos de algodón. Se necesitaron 10 mil tubos, 20 mil lentejuelas y 880 fragmentos de ramos de flores de cristal. El bordado original tomó aproximadamente 800 horas, a lo que se agregaron 350 flores en organza de seda, 60 en rafia blanca, 250 flores naturales inmortalizadas en resina y 150 de latón. Finalmente, las piezas de Lesage y Montex fueron enviadas a los talleres de Chanel para que sus costureras ensamblaran el vestido.

Estos son solo algunos ejemplos de lo que el savoir-faire representa para las grandes casas de moda: cómo la tradición, el expertise y la artesanía han convivido durante años en los mismos talleres, en manos de personas que han dedicado su vida a este arte. Para mí, es una muestra de romanticismo y magia que me regala una sonrisa, o como mínimo, me sorprende por la capacidad humana de embellecer el mundo.

No espero que la moda cambie la economía, ni que detenga las guerras o apague incendios, pero sí espero que se preocupe por las personas. Que sea una expresión de lo que queremos ser, que alegre los corazones con un poco de arte y que nos recuerde que el ser humano es capaz de crear cosas hermosas, mucho más valiosas que cuando se empeña en destruirlas.

Espero que el 2025 esté lleno de cambios—ojalá todos positivos—pero siempre con la conciencia de construir el mejor futuro para quienes vienen detrás. Un futuro donde la cultura y el arte sean el verdadero motivo de reunión, donde cada persona pueda expresar quién es a través del estilo que desee y, así, unidos, podamos construir nuestro propio País de las Maravillas.

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