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El dilema de salir con un heterocurioso
Por Redacción Fucsia
¿Conoces el término?, ¿has salido con un heterocurioso? Nunca me había planteado estas preguntas hasta que le pasó a una amiga y reflexioné con mi círculo sobre el tema. El debate estuvo tan bueno que decidí volver a “tirar tecla” con algo tan actual y que para algunas será polémico.
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Por: Ankar Brito Lozada
La brisa nocturna que pega en la terraza del bar, un par de margaritas para acompañar el momento y miles de historias por contar, son el platillo servido de la noche. Mi amiga y yo llevamos un año sin vernos, pero el cariño sigue intacto. Lanzo la típica pregunta: ¡Ajá!, ¿y estás saliendo con alguien? A lo que ella me responde: “nombre, Anky, no sabes lo que me pasó. Estaba saliendo con un ‘man’, y yo, súper prevenida porque tiene fama de perro y mujeriego, se la pasaba hablando de ‘viejas’. Y en una conversación casual con un amigo, se lo mostré y dijo: ¿cómo? Yo me di besos con él, es heterocurioso. Imagínate tú mi sorpresa, porque ahora, además de preocuparme por la competencia con mujeres, también tengo que pensar en si salen con hombres”, exclamó mi amiga.
Me quedó sonando el tema. Me pregunté: ¿será que yo he salido con algún heterocurioso? Recordé que me pasó algo similar. Hace dos años, en un evento, conocí a un chico que me empezó a seguir y a coquetearme en Instagram. Le conté a uno de los amigos que había estado conmigo en el lugar. “Ah, te está hablando ‘la hetera’, nada que ver con él. Se miente así mismo, porque tiene novia, pero antes tuvo una relación homosexual que duró casi 10 años y lo niega”, me dijo. Al escucharlo, reflexioné sobre la capacidad del chico para mentir o no aceptar sus gustos. No pude contener la curiosidad y le pregunté directo. Me respondió que “en esa oportunidad se había enamorado del ser humano, más no, de su sexo”.
Entonces decidí buscar en Google definiciones de “heterocuriosos” o “heteroflexibles” y, al mismo tiempo, le pregunté a mis amigos qué significaba para ellos. Lo primero que encontré fue que el término se refiere a aquellos heterosexuales que tienen una duda, sospecha o intriga sobre el deseo sexual o una conexión emocional con personas de su propio sexo. Y ojo, puede aplicarse perfectamente el término a las mujeres, pero ese podría ser otro artículo.
Lo segundo fue que, según estudio de la Universidad de Portsmouth (Inglaterra), hay periodos en los que los hombres heterosexuales fantasean o se sienten atraídos sexualmente por otros hombres y esto podría ser por la progesterona, una hormona que regula los comportamientos sociales y que, en niveles muy altos, puede desarrollar en vez de amistad por los hombres, una atracción física y sexual real hacia ellos*.
Como esta columna se llama “Lo que hablamos entre mujeres”, planteé el tema en mis grupos de amigas y hay tres posiciones marcadas. Unas respondieron que no les interesa un heterocurioso. Para ellas, solo les deben gustar las mujeres: “no quiero un hombre dudoso, ni emocionalmente, ni sexualmente”. Otras estuvieron de acuerdo en que no lo aceptarían, porque les generaría traumas e inseguridades que un hombre la dejara por otro. Las menos radicales expresaron que les encantaría que esa persona fuera clara desde el principio, así sabrían a qué atenerse y decidir si salen o no. Y, finalmente, está el grupo de las que comparten opinión con mi primera amiga: “ya uno preocupada por las viejas y ahora también toca hacerlo por los manes. ¡Qué estrés!”.
Amaury, otro amigo, me hizo reflexionar en que el tema no debería radicar en si es heterocurioso o no, sino en la fidelidad. “A mí, lo que me importa no es que a la persona que esté conmigo le atraigan los hombres o las mujeres; uno tiene es que salir con un hombre fiel a uno. Es como si la fidelidad o el engaño fueran más permisivos si es con una mujer o con un hombre”, resumió.
El hecho de que algunas, como yo, nunca hubiéramos escuchado el término, no significa que sea algo nuevo o una tendencia. Creo que, al contrario, lo que sucede es que ahora tenemos más respeto a la identidad y a las diferencias, por lo que las personas lo expresan mucho más. Claramente, aquí no cabe la famosa doctora Polo con su “caso cerrado”, porque no hay un manual de instrucciones de cómo manejar estos temas. Y, mucho menos, un juzgamiento por las opiniones. Yo me uno al grupo de las que prefieren que sean claros desde el principio y así decidir si continúo o no. ¿Y tú?
“Hagamos lo que queramos, sin miedo a ser juzgadas, porque no sabemos si en el cielo habrá más sexo”.