Mística
Tatuajes: más allá de la tinta, un arte que se convierte en ritual
Marcar la piel con tinta indeleble puede llegar a sanarnos.
En la actualidad, los tatuajes van tomando protagonismo en la sociedad. A diferencia de algunos años atrás, es cada vez mas común ver diseños en los cuerpos. Aunque pueden seguir existiendo pensamientos encontrados u opiniones dividas, poco a poco va dejando de ser algo que utilice un grupo reducido de personas.
La idea de marcarse para siempre la piel no es algo de las últimas décadas o algo que “está de moda”. Si nos fijamos en la historia, los tatuajes han existido en la vida del ser humano por siglos. Los primeros registros que se tienen son de aproximadamente 5000 años.
Las tintas sobre la piel estuvieron presentes en diferentes culturas que nada tenían que ver entre ellas mismas con diversos significados e interpretaciones. No obstante, todos convergen en una representación subjetiva que se hace en la piel.
Según el profesor y escritor Marc Blanchard, existen cuatro funciones históricas del tatuaje:
La función ritual: una marca del estatus dentro de la comunidad.
La función protectora: creencias alrededor de que estos prevenían las enfermedades o maldiciones.
La función de identificación: marcas que distinguen a los individuos de los unos con los otros.
La función decorativa: esta tiene que ver con la apariencia personal, la estética y la exposición de pensamientos propios.
Los tatuajes como ritual de sanación espiritual
Aunque ha pasado el tiempo, la idea del tatuaje como ritual siempre ha estado implícito al momento de querer hacerlo. Es importante aclarar que no todas las personas se tatúan con un fin espiritual y emocional, pero esta es una de las constantes en el mundo de la tinta.
Por ejemplo, Camila Orjuela, una joven universitaria, explica que uno de sus tatuajes, específicamente un mándala en su espalda, tiene una carga emocional significativa para ella. Esta es un referente de las enseñanzas de su madre y de su fortaleza interior. “Mi mamá siempre fue muy espiritual y gracias a esto decido tatuarme esta figura que simboliza el equilibrio, la paz interior y la estabilidad”.
De acuerdo con el estudio “Cuerpos que narran: la práctica del tatuaje y el proceso de subjetivación” realizado por la Universidad Santo Tomás: “el sujeto se construye en el tatuaje además con sentido de irreversibilidad y permanencia, como una memoria de quien se es o se ha sido a lo largo de la vida. La subjetividad se hace evidente, permanente y trascendente”.
Según la psicóloga Johanna Rueda “la creación de ciertas representaciones nos pueden ayudar a canalizar todo aquello que nos ha generado un impacto muy fuerte en nuestra vida. Por ello, plasmarlo a través de un tatuaje se convierte en un proceso de sanación”.
Para entender un poco más sobre los tatuajes como ritual, Fucsia habló con la tatuadora de línea fina Jimena Arenas, quien relató desde su trabajo y sus experiencias lo que simboliza hacerse un tatuaje con una historia detrás de sí mismos.
Jimena explica que: “un tatuaje se vuelve un ritual. No es solo un tema de moda. Actualmente la gente se hace mucho tatuaje para rendirle homenaje a algún ser querido que falleció o para superar una situación. Quieren tener un mantra en la piel, eso que les recuerda que son fuertes y pueden realmente continuar y seguir sus vidas”.
Por su parte, Rueda explica, desde la parte psicológica, que es a través de las representaciones que las personas generar y pueden darle un sentido a lo que están viviendo para poder sanar. “Allí en donde entran los tatuajes, muchas personas tramitan su dolor desde lo simbólico y hacen rituales para homenajear a lo que perdieron y se quedan con el recuerdo en su piel”.
La joven artista asevera que su estilo es de los que las personas prefieren para tatuarse algo con un significado, un homenaje a alguien o algo que ha marcado sus vidas. “El minimalismo se presta para hacer ilustraciones muy personalizadas. Son temas muy puntuales porque en algo pequeño debes abarcar un tema muy grande que representa algo de gran valor para la persona”.
Para Arenas, una de las mayores satisfacciones de su trabajo y la base de todo es la conexión entre las personas, ella y lo que quieren plasmar en su piel. Según explica, muchas veces las personas encuentran un alivio cuando terminan el tatuaje. Durante el proceso lloran y se desahogan, pero al ver el resultado, este simboliza un cierre de ciclo.