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Laura Londoño, un matrimonio poco convencional

Fucsia Novias, 6/12/2017

La actriz de La ley del corazón y Paraíso Travel se casará en San Andrés este año. Estos son los detalles que reveló sobre su próxima boda.

Fotos: Patricia Castellanos - Foto:

Una semana después de empezar a salir con Santiago Mora, mientras desayunaban en un lugar al norte de Bogotá, Laura Londoño soltó sin anestesia: “No me quiero casar, no creo en el matrimonio; tampoco en las parejas ni en la fidelidad. Y no quiero tener hijos”. Aún no eran novios, pero ella, que no se guarda nada de lo que piensa y que lo defiende a capa y espada, prefirió ser sincera desde el comienzo. Sus papás se separaron cuando ella tenía 11 años y los amigos con los que compartió su niñez y su juventud tenían los mismos antecedentes. “Crecí con esa información”, afirma la actriz.

Contrario a lo que uno podría pensar, Santiago tomó la reacción con tranquilidad e igualmente le confesó: “Yo, en cambio, quiero todo lo contrario: una familia, tener hijos y establecerme”. Quedó un poco desconcertada; no esperaba esa respuesta. “Es un hombre muy atípico; parecía como si hubiéramos intercambiado roles… ellos son, usualmente, los que le huyen al compromiso”. Ese fue el primero de muchos preconceptos que su relación con el profesional del cine y la fotografía echó por la borda. 

Todo empezó en el FICCI

El Festival Internacional de Cine de Cartagena de Indias, FICCI, ha sido fundamental en su historia. Fue allí donde Laura conoció a Santiago a través de una amiga en común, la actriz Juanita Arias; en ese entonces —2012— ambos tenían pareja, pero se convirtieron en buenos amigos.

Un año después se reencontraron los tres en el mismo evento. Aunque la situación sentimental era diferente (ambos estaban solos), el tema entre los dos no cambió. “De hecho hasta se aguantó que le contara todas mis penas de amor”, confiesa entre risas. “Cuando regresamos a Bogotá, empezó a hablarme para temas de trabajo (él estudió cine y fotografía); en ese entonces me acababa de pasar a mi apartamento de soltera y pensaba regalarme una foto; luego me habló de un video en el que quería que participara... charlábamos muy seguido. Nada de eso pasó”. 

Lo que ella cree que fue una excusa para acercarse, surtió efecto. “Un día cualquiera decidimos salir y cuando concretamos la cita algo en mí cambió; me sentí emocionada. Desde ese momento ha sido un amor superbonito. A los seis meses nos fuimos a vivir juntos; ya llevamos cuatro años y medio”.

El tercer momento que reunió la pareja en el festival de cine fue a comienzos de este año. Allí, durante una tarde en las Islas del Rosario, Santiago le propuso matrimonio en medio del mar. “Me dijo: ¿Quieres ser mi princesa para toda la vida? A los dos nos cogió la risa nerviosa. Yo solo pensaba que el anillo, que estaba en uno de sus dedos, no fuera a caerse al fondo. Nos abrazamos por un largo rato y luego le dije: ¿Es que no me lo vas a poner?”.

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Adiós a los prejuicios

Laura Londoño había crecido con la idea de que no se casaría ni viviría con nadie, y que en el caso hipotético de elegir la primera opción no solo sería una boda poco tradicional, sino que cada uno tendría su propio espacio. “Nunca soñé con entrar de blanco a una iglesia; ese nunca fue mi deseo. Yo era todo lo contrario: solo pensaba en mí, mi libertad y mi espacio”. 

Eso fue cambiando a medida que la relación entre ella y Santiago se hacía más fuerte. “Estos cuatro años han sido un proceso muy especial que ha transformado muchas ideas que tenía y me ha dado la posibilidad de conocer otras nuevas. Con él supe que sí es posible, que existen parejas que perduran; son pocas, pero existen”.

Con la curiosidad que la caracteriza, este descubrimiento desencadenó en ella las ganas de conocer más, de saber cuál era el secreto. “Empecé a preguntarme por qué existen, qué hace que una pareja perdure; qué tiene que pasar para que una relación se vuelva como un equipo. Y es que así es como lo he empezado a considerar y como he querido verlo, como un equipo en el que tienes a alguien que te potencia, y tú, a la vez, potencias a la otra persona, y son más grandes juntos que cada uno por su lado”.

También se ha revaluado otras cosas, como por ejemplo tener hijos. “Yo quiero tener hijos con él, quizás no había llegado la persona que me lo despertara. Él no solo cambió eso: ha barrido, en conclusión, un montón de prejuicios que tenía, como que solo salía con hombres mayores que yo (él tiene un año más) porque eran más maduros (él era quizás más que muchos con los que había salido)”. 

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La nueva versión de Laura

Ahora, la protagonista de Paraíso Travel dice que está en un estado intermedio. ”Soy la Laura de antes que tenía unas ideas y soy la de hoy que tiene otras nuevas. Soy una Laura más grande. En esto encontré la clave para que una relación perdure: que uno aprenda a ser la versión más grande de uno mismo, no cortarse en pedacitos para encajar en la idea de lo que el otro quiere de uno, y permitirle al otro que sea también su versión más grande, que vaya cambiando en el camino y permitírselo uno también; irse adaptando, a la vida, a uno mismo, a lo nuevo y a los cambios… ser lo suficientemente generosos para aceptar que se producen y tener la sabiduría de navegar las nuevas aguas que va mostrando el panorama”. 

Con esa mentalidad ha ido adaptando también los preparativos de su boda, que, según ella, han sido largos . “En ese momento estaba grabando Paraíso Travel y quería encargarme personalmente de ellos. En el proceso me conseguí una wedding planner cuya única condición fue: ‘No trabajo ni con mamás ni con suegras ni con tías’. Fue la mejor decisión que pude tomar”. El lugar (un jardín en San Andrés con la playa y el mar como telón de fondo) y la celebración ya están definidas. Tiene claro que no habrá protocolo, que irá vestida de blanco (sí, aunque jamás lo haya soñado) y que quiere a los invitados en tonos pastel. “Estamos aún en la búsqueda del ritual que queremos. La fiesta ya la tenemos clarísima, pero el evento es la ceremonia y eso aún está en construcción”. 

No quiere simplemente firmar un papel y ya. “Para mí esto significa mucho más que la fiesta, las fotos y que los invitados hablen durante días de lo que pasó. Desde la propuesta hasta hoy hemos estado inmersos en un proceso para entender qué es lo que significa el matrimonio para cada uno, porque creemos que hablamos el mismo idioma y resulta que a la hora de la verdad tenemos conceptos diferentes de la misma palabra que usamos. Ha sido un proceso profundo de pareja que ha implicado tomarle la mano a Santiago, ver todo el camino que hemos recorrido y aun estando orgullosos de lo que hemos logrado, tener que devolvernos un tramo porque nos damos cuenta que había huecos en algunos cimientos”. 

Ella la describe como una relación desde la conciencia, en la que se llega a acuerdos verbales y claros porque “damos por hecho una cantidad de cosas”. Y como en su vida se pregunta y se cuestiona todo, también quiere entender qué es lo que se firma cuando se va a casar, qué significa, quién se lo inventó y si puede hacer un documento propio adaptado al tipo de relación que tiene con Santiago. “Me cuesta mucho tragarme entero un papel”.