"Lo que tu hablas sobre mi, dice más de ti que de mí"
Fucsia.co, 14/1/2015
El chisme y las habladurías adquieren cada vez más protagonismo en nuestra sociedad, al amparo del anonimato que permiten, encubiertas con frases del tipo "un amigo de un amigo me dijo que tú..."
*Por Julia Alegre
Vivimos en un mundo en el que emitir juicios de valor dañinos y calumniosos se ha puesto de moda. Las nuevas tecnologías han favorecido el surgimiento de espacios públicos y “privados” (llamémoslos redes sociales) en los que cualquier ignorante puede erigirse como un gran crítico, con la potestad además de hablar de lo que le da la gana y de quien le dé la gana sin recibir contestación alguna. Los chismes han alcanzado una nueva dimensión, como si no fuera suficiente que ya sean una realidad presente en la vida, esa que sucede fuera de los límites de un computador o smartphone (¡si, esa existe!).
Pero no es el medio donde se vuelcan los chismes lo que me preocupa, sino la acentuación de la capacidad del ser humano a ponerlos en práctica sin limitación alguna, muchas veces al amparo de su derecho a la libertad de expresión o, peor aún, del anonimato.
Lee el artículo 'Chisme va, chisme viene'
Me considero una persona poco amante de las habladurías y los comentarios gratuitos. No comulgo con los chismosos, mucho menos cuando no dan la cara y se valen de los otros para perpetrar su crimen (“el amigo de un amigo del vecino de enfrente me dijo que…”). Aborrezco a los cobardes que no dan la cara por las palabras vertidas en contra de otro sujeto al que no conocen, o que no las sostienen una vez se sabe que ellos las iniciaron.
Más aún cuando las falacias y calumnias están colmadas de tintes sexistas. Es decir, porque eres mujer eres tal o cual. Por no mencionar, a título personal, las habladurías que he tenido que aguantar por, además de ser del género femenino, ser española. Debe ser que las españolas somos todas muy “liberales”.
Lee el post 'Menos tabús y más sexo"
Llegué a Bogotá hace más de un año y medio y, aunque estoy infinitamente agradecida con este país y a la mayoría de sus gentes por acogerme y darme un lugar en el que poder desarrollarme a nivel personal y profesional, no ha faltado la vez en la que alguien me ha tachado de esto y lo otro por ser mujer, extranjera y excesivamente bocazas (entiéndase el término ‘bocazas’ como una persona que no se calla ante lo que considera injusto o cuando toca exigir).
Alguna vez leí por ahí una frase que decía algo así como “lo que hablan los demás de ti sin conocerte dice más de ellos que de ti”. Y si, efectivamente. De hecho, lo que dicen los demás de mí sin conocerme no aporta nada de mi persona, sino de la que está al otro lado del chisme. Esa que no se cerciora de si lo que va a vomitar es cierto o no; esa que no cae en el daño que va a procurar al sujeto víctima de sus calumnias y sandeces; esa incapaz de practicar el silencio prudente y que hace del cinismo su baluarte. Esa que prefiere difamar antes de plantarse delante de la persona en cuestión y preguntarla qué opina acerca de las informaciones que han llegado a sus oídos.
La prudencia es una cualidad de la que muchas personas carecen y la hipocresía otra que la gente se empeña en dilatar, igual que ese ferviente ensalzamiento por el chisme calculado y retorcido que reina en la actualidad.
Volviendo al argumento inicial, no hagan mucho caso a mis desvaríos. Solo soy otra ignorante más a la que le gusta jugar a creerse Dios porque alguien decidió darme un espacio en este paradigma llamado Internet en el que verter mis más humildes delirios existenciales.
***
Acerca del blog:
El síndrome de la mujer pensante
Ni somos el sexo débil, ni se nos ha forjado para dejar el cerebro encasa, privado de toda actividad. Vivimos en una época de transformación,de inmediatez, de información y de libertad. Es el momento de haceralarde de todas las posibilidades que se nos brindan; de apostar por unasociedad que no invalide la crítica constructiva proveniente de unamujer por tratar temas susceptibles y duros que, indudablemente, larepercuten. Este es el espacio para la ironía, el análisis, lacontestación, la liberación... El todo y el nada.
Vivimos en un mundo en el que emitir juicios de valor dañinos y calumniosos se ha puesto de moda. Las nuevas tecnologías han favorecido el surgimiento de espacios públicos y “privados” (llamémoslos redes sociales) en los que cualquier ignorante puede erigirse como un gran crítico, con la potestad además de hablar de lo que le da la gana y de quien le dé la gana sin recibir contestación alguna. Los chismes han alcanzado una nueva dimensión, como si no fuera suficiente que ya sean una realidad presente en la vida, esa que sucede fuera de los límites de un computador o smartphone (¡si, esa existe!).
Pero no es el medio donde se vuelcan los chismes lo que me preocupa, sino la acentuación de la capacidad del ser humano a ponerlos en práctica sin limitación alguna, muchas veces al amparo de su derecho a la libertad de expresión o, peor aún, del anonimato.
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Me considero una persona poco amante de las habladurías y los comentarios gratuitos. No comulgo con los chismosos, mucho menos cuando no dan la cara y se valen de los otros para perpetrar su crimen (“el amigo de un amigo del vecino de enfrente me dijo que…”). Aborrezco a los cobardes que no dan la cara por las palabras vertidas en contra de otro sujeto al que no conocen, o que no las sostienen una vez se sabe que ellos las iniciaron.
Más aún cuando las falacias y calumnias están colmadas de tintes sexistas. Es decir, porque eres mujer eres tal o cual. Por no mencionar, a título personal, las habladurías que he tenido que aguantar por, además de ser del género femenino, ser española. Debe ser que las españolas somos todas muy “liberales”.
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Llegué a Bogotá hace más de un año y medio y, aunque estoy infinitamente agradecida con este país y a la mayoría de sus gentes por acogerme y darme un lugar en el que poder desarrollarme a nivel personal y profesional, no ha faltado la vez en la que alguien me ha tachado de esto y lo otro por ser mujer, extranjera y excesivamente bocazas (entiéndase el término ‘bocazas’ como una persona que no se calla ante lo que considera injusto o cuando toca exigir).
Alguna vez leí por ahí una frase que decía algo así como “lo que hablan los demás de ti sin conocerte dice más de ellos que de ti”. Y si, efectivamente. De hecho, lo que dicen los demás de mí sin conocerme no aporta nada de mi persona, sino de la que está al otro lado del chisme. Esa que no se cerciora de si lo que va a vomitar es cierto o no; esa que no cae en el daño que va a procurar al sujeto víctima de sus calumnias y sandeces; esa incapaz de practicar el silencio prudente y que hace del cinismo su baluarte. Esa que prefiere difamar antes de plantarse delante de la persona en cuestión y preguntarla qué opina acerca de las informaciones que han llegado a sus oídos.
La prudencia es una cualidad de la que muchas personas carecen y la hipocresía otra que la gente se empeña en dilatar, igual que ese ferviente ensalzamiento por el chisme calculado y retorcido que reina en la actualidad.
Volviendo al argumento inicial, no hagan mucho caso a mis desvaríos. Solo soy otra ignorante más a la que le gusta jugar a creerse Dios porque alguien decidió darme un espacio en este paradigma llamado Internet en el que verter mis más humildes delirios existenciales.
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Acerca del blog:
El síndrome de la mujer pensante
Ni somos el sexo débil, ni se nos ha forjado para dejar el cerebro encasa, privado de toda actividad. Vivimos en una época de transformación,de inmediatez, de información y de libertad. Es el momento de haceralarde de todas las posibilidades que se nos brindan; de apostar por unasociedad que no invalide la crítica constructiva proveniente de unamujer por tratar temas susceptibles y duros que, indudablemente, larepercuten. Este es el espacio para la ironía, el análisis, lacontestación, la liberación... El todo y el nada.
Julia Alegre es una periodista española especializada enCooperación Internacional y Acción Humanitaria. Actualmente desarrollasu trabajo como redactora en Fucsia.co.
JAlegreB@semana.com y @JuliaAlegre1
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