Personajes
Las líneas de una cadera que redefinen el mundo
La actriz norteamericana Christina Hendricks le propone una nueva talla a la belleza. Con su personaje de Joan Harris en la aclamada serie de televisión Mad Men, vuelve a sacar a luz las luchas que han librado las mujeres para ganarse un lugar de igualdad en el mundo laboral frente a los hombres.
Años 60. Ninguna mujer pronuncia aún la palabra “feminismo”. Entramos a la oficina de publicidad Sterling Cooper Draper Pryce, en Madison Avenue, y en sus pasillos nos topamos con una especie de Marilyn Monroe más confiada en sí misma, de pelo rojo y caderas más contundentes que las de la rubia. Es la única mujer en toda la oficina y está rodeada de hombres de corbata, armados con un cigarrillo y con el copete bien ajustado hacia atrás. Hay ansiedad entre ellos, pero ninguno parece darse por enterado de que dicha ansiedad se debe a que están presenciando una erosión masculina, una erosión que vestida de falda, con la cintura fina y el cabello recogido, empieza a colárseles en el trabajo.
Joan Harris, interpretada por la actriz Christina Hendricks, es el personaje femenino de la serie Mad Men, que en su papel de secretaria de la agencia de publicidad va a encarnar las luchas cotidianas y las negociaciones con los deseos de familia y de éxito que empezaron a librar las mujeres hace más de medio siglo. La contundencia de su belleza y su afán por ganarse un lugar de igualdad entre sus colegas hombres han hecho que su personaje sea muy bien acogido por el público, pero esa misma ambición muchas veces ha hecho que la pelirroja despampanante tenga que despojarse de la moral y arroparse con las sábanas del sexo para alcanzar sus objetivos, una realidad que genera polémica entre los televidentes y que, como lo explica el productor, Matthew Weiner, “no está lejos de lo que tuvieron que afrontar las mujeres de esa época”.
“La escena en la que Joan decide llevar la negociación con el agente de Jaguar a la cama fue muy controversial y resultó muy sorprendente ver cómo una serie y un personaje pueden crear tanta polémica. Creo que además fue casi la decisión obvia que tenía que tomar Joan, era la única manera de proteger su familia y seguir proveyendo dinero; son tristemente las cortas posibilidades que muchas mujeres tienen”, explica Christina Hendricks desde Los Ángeles, en el lanzamiento de la sexta temporada de la serie.
“La razón por la cual el productor eligió este episodio fue porque él ha oído muchas historias de la vida real en las que estas situaciones tienen lugar. Nadie puede culpar a Joan Harris por hacer lo que hace”, explica la actriz, quien después de varios papeles menores en Beggars and Choosers (1999) y Kevin Hill (2004) se catapultó con este personaje en el 2007.
Joan Harris es así la encarnación de una dualidad, que era casi un mandato en esa época, en la cual las mujeres tenían tan restringidos los espacios. Es la guardiana de las buenas costumbres, pero sabe manejar los secretos y eso le permite romper las reglas. Acepta el matrimonio, pero vive sus pasiones como le era más propio a los hombres, está casada con un hombre al que no admira y que termina por abandonar cuando se da cuenta de que no lo necesita para sostener a su familia. Tiene un amante, Roger Sterling, pero ante la evidencia de que ella socialmente nunca será su mujer también lo deja, no sin antes decirle: “No soy la solución a tus problemas, soy tu otro problema”.
“Joan es una mujer ambiciosa y motivada, y yo diría que lo soy también, pero además diría que ella es sensible y vulnerable de muchas maneras. De ella he aprendido su sentido de la moda y su capacidad de superar las situaciones difíciles siendo fiel a lo que es”, asegura la actriz, que con este papel ha logrado cambiar la percepción que de ella se popularizó en Hollywood, de no tener el talante suficiente para asumir roles importantes y que la llevó, como lo recuerda, a acostumbrarse a ser rechazada en las audiciones.
Es el temple del papel de Joan Harris y la trascendencia social que ha tenido, además de convertirse en un personaje capaz de engranar los múltiples universos masculinos que aparecen en la serie, lo que justamente alentó al actor Ryan Gosling a invitar a Christina Hendricks a participar en la producción con la que se estrena como director. “Después del trabajo en Mad Men y de compartir juntos en la película Drive, Ryan me llamó para interpretar el personaje de una madre que tiene dos hijos en una ciudad aplastante en donde tienes que luchar para proveerles a tus hijos un lugar medianamente seguro para crecer”, cuenta Hendricks.
Mostrar su cuerpo sin revelar mucho, mantener un sentido de la moda con evocaciones retro y elegantes, tanto en la serie como en la alfombra roja, apostar por vestidos que celebran las curvas y en los cuales la voluptuosidad es aún sinónimo de sensualidad, ha ayudado también a que Christina Hendricks sea reconocida por su rol de Joan Harris, al punto de convertirse en inspiración para diseñadores y editores de moda, que de su mano hacen una apuesta por revivir siluetas de antaño más femeninas y curvilíneas. Ya desde el 2010 diseñadores como Prada han apostado por siluetas más curvas, apartándose de ese modelo casi andrógino que han catapultado por años, mientras que Marc Jacobs se la juega por sacar tallas más grandes y Victoria’s Secret cambia los criterios de silueta para sus pasarelas.
“Ve a casa, toma una bolsa de papel, ábrele dos huecos para los ojos, póntela, desvístete y mírate en el espejo. Evalúa realmente dónde están tus fortalezas y tus debilidades y sé honesta”, es el tipo de consejos que Joan Harris les da a las chicas de la agencia de publicidad para que se empoderen y dejen de sufrir por el rechazo masculino. Es esa misma honestidad y naturalidad la que la actriz intenta mantener en la cruda industria de la televisión y el cine.
No ha sido fácil, claro está. Cada invitación a una alfombra roja de los Emmy, o los Golden Globes, se le ha convertido en un problema ante la imposibilidad de conseguir vestidos en su talla de diseñadores famosos. Todos manifiestan su interés en vestirla, pero entre sus colecciones y armarios no encuentran un traje que pueda quedarle.
A pesar de esto, Hendricks no quiere convertirse en la vocera de esa tendencia en desarrollo de celebrar cuerpos más reales, con más carnes, con menos terror a las caderas grandes que ha validado la belleza de la cantante Adele o las nuevas medidas de Christina Aguilera. Por el contrario, la actriz más bien trata de evadir el tema de su silueta y suele molestarse cuando los periodistas intentan obligarla a que dé alguna declaración sobre la contundencia de su busto y sus nalgas redondas.
“Esto tiene que parar, ustedes no les están preguntando a las mujeres delgadas por qué lo son, así que yo no quiero tener que responder estas preguntas sobre mi cuerpo”, dijo Hendricks acalorada en una entrevista televisiva en Australia en la que la periodista la llamó “full-figured woman”, algo así como “una mujer rellena”. Lo mismo le sucedió en la reciente conferencia de prensa que dio para el lanzamiento de la sexta temporada de la serie, en la que se rehusó a contestar una pregunta en la que se le reconocía como nuevo modelo de la belleza.
Pero no importa cuánto se malhumore la actriz, que ha hecho que muchas jovencitas vean por primera vez en la pantalla a una mujer de tantas curvas, porque no solo los críticos de televisión la llaman una “revolucionaria de la belleza”, sino que hasta las políticas empiezan a reconocer en ella una posibilidad de, por fin, deponer el régimen de la delgadez y la tiranía de la androginia que desde los años 80 parece no darle tregua al cuerpo femenino. La exministra para la igualdad británica, Lynne Featherstone, propuso a la actriz americana como el nuevo modelo por seguir, la nueva inspiración para las jovencitas. “Necesitamos más de este tipo de modelos. Se crea todo un revolcón cuando aparece un modelo a seguir más curvilíneo, y creo que no debería ser tan inusual”, proclamó la funcionaria.
Convertir a Christina Hendricks, de 37 años, en una nueva gendarme de la belleza, sin embargo, no ha sido aplaudido por todas las mujeres, que ven en su silueta redonda, grande y perfecta un nuevo foco de ansiedad femenina. “Realmente identificar cualquier silueta corporal como un ideal por seguir lo único que hace es sumarles ansiedad a las mujeres, que entonces empezarán a
ver que su talla de busto no encaja con el nuevo mandato de la voluptuosidad de Hendricks. Las curvas pueden ser tan tiranas como la delgadez”, alertó en el periódico The Guardian, Shade Adeoye, una investigadora experta en la percepción que tienen las mujeres de su propio cuerpo y PhD de la Universidad de Leicester, como respuesta a la motivación de la exministra.
Polémica al igual que su personaje en la serie Mad Men, Christina Hendricks sacude el mundo al vaivén de sus caderas, y mientras en la ficción logra retratar cómo las mujeres dejaron de añorar un hombre que las mantuviera y empezaron más bien a desear altos cargos administrativos que les dieran libertad, en la vida real nos confronta con una única idea de mujer bella y nos revela que en la pantalla se abre camino un espacio para las actrices de su talla.