5 claves del éxito, según Antonio Banderas
A propósito del lanzamiento de su nuevo perfume Her Golden Secret en Colombia, el actor le contó a FUCSIA una serie de anécdotas personales que reflejan el difícil pero divertido camino recorrido para alcanzar sus metas. Estos son sus principios.
Entrevista por Sandra Janer de revista FUCSIA
1. Perseverar, aunque el hambre acose. Si bien suena a masoquismo, agradece haber tenido obstáculos en el camino hacia su ascenso. “He visto personas que obtienen un éxito fácil y es como si un camión las arrollara. Es bueno que las cosas te cuesten porque aprendes a valorarlas. Al llegar a Madrid, a los 19 años, viví en nueve pensiones en el lapso de un año, con los bolsillos prácticamente vacíos”. De hecho su mamá se los había cosido en el interior del pantalón para que no le robaran lo poco que tenía. “Tuve unos amigos uruguayos que residían en la calle López de Hoyos, quienes me daban de comer, aunque a veces ni les alcanzaba para ellos. Me mantenía mi sueño.
Sin embargo, estuve a punto de desistir. Una noche, cuando ya tenía todo listo para devolverme a Málaga, fui a la cafetería del teatro María Guerrero, donde se reunían los actores, y me encontré con la hija de la reconocida actriz Núria Espert, que administraba el lugar. Me acerqué y me atreví a preguntarle qué había que hacer para trabajar en el Centro Dramático Nacional y ella simplemente me pidió el teléfono. Como no tenía ninguno, le anoté el número de una amiga en una servilleta. A los tres días llegó mi amiga buscándome como loca y me levantó del sofá en el que dormía sobre los resortes, para que fuera a una audición. Entré al escenario cuando la prueba estaba a punto de finalizar.
Un mes después me llamaron para participar en la obra La hija del aire. Todavía me pregunto qué hubiera pasado de no haberme acercado a aquella mujer... la historia sería otra”.
2. El instinto lleva al lugar correcto. Una lesión en el pie izquierdo alejó a Antonio Banderas de las canchas de fútbol, una pasión que sintió antes de ser actor. “Alcancé a estar involucrado en un equipo que era reconocido en Málaga, hasta que tuve un accidente en el estadio y me fracturé. Eso acabó con mis posibilidades de jugar. Pero en 1976, siendo espectador en un teatro local de Málaga de la producción Hair, supe lo que quería hacer con mi vida. Me di cuenta de que tenía que pegar el salto y estar al otro lado del espejo”.
Así lo hizo. Cuenta su leyenda que pese a las objeciones de sus padres, un policía y una profesora, empezó a tomar clases de actuación, y que sus primeras incursiones actorales lo llevaron incluso a ser detenido por cuestiones de censura ideológica.
3. No creer en falsos profetas. En la producción teatral La hija del aire, Antonio llamó la atención de un director desconocido para él. “Estaba tomándome un café con unos compañeros cuando un hombre con un maletín rojo se sentó con nosotros y me dijo: ‘Tienes una cara muy romántica, deberías hacer cine’, y luego se marchó.
Cuando pregunté quién era, me respondieron que Pedro Almodóvar, ‘un tipo que ha hecho una película y que no va a hacer nada más’, me comentaron... El mundo está lleno de profetas”, bromea el actor a quien el cineasta español le ofreció su primera incursión en la gran pantalla con Laberinto de pasiones.
Además, lo ubicó en los titulares por cuenta de La ley del deseo, filme en el que el actor desató un revuelo al besar a otro hombre, y lo escogió para protagonizar Mujeres al borde de un ataque de nervios, nominada al Óscar a mejor película extranjera. Por si fuera poco, le ha dado dos de sus papeles más memorables: “Ricky, el secuestrador de ¡Átame!, el más entrañable, y el macabro doctor Robert Ledgar de La piel que habito, el de mayor complejidad...
Las mejores profecías que me han hecho son las que no se han cumplido”, reitera. “A los 23 años tuve una novia a la que quería mucho cuya madre no me auguraba ningún futuro y consiguió separarnos.
Dos semanas después me ofrecieron un papel en la cinta Los reyes del mambo (The Mambo Kings)”. Y ese fue su debut en el cine anglófono y el gran paso hacia la fama internacional. Luego vendrían cintas destacadas como Filadelfia, en la que interpretó a la pareja homosexual de Tom Hanks, el colega al que más admira y estima, La casa de los espíritus, Entrevista con el vampiro, La máscara.
Sin embargo, los ejecutivos deseaban que Jeremy Irons y Ray Liotta la protagonizaran. Para hacerlos cambiar de opinión, Antonio tomó lecciones en la academia Berlitz, pero hasta el español se le olvidó cuando los tuvo enfrente.
“Entonces me aprendí el guion de Los reyes del mambo de memoria, fonéticamente, como si fuera una canción. Por eso cuando la vi no pude comprender la trama porque había otros actores interpretando sus propias escenas, que yo no había estudiado”. Esa tenacidad lo ha acompañado en sus siguientes interpretaciones: por ejemplo, para personificar al legendario Zorro se le midió a entrenarse con el equipo olímpico de esgrima de España, practicó con espadas reales e hizo un curso para dominar la montada a caballo.
5. Cada etapa es una evolución. Antonio Banderas reconoce que tiene muchos intereses: ha sido cantante, fotógrafo, productor, director y este año se estrenan cinco películas de cuyo reparto forma parte. Una carrera multifacética ha sido su arma para evitar encasillarse. Aun así, de todos, el rol en el que más le incomoda ser etiquetado es el de “macho latino”: “No encajo en ese estereotipo que representa a un fanfarrón impositivo, lo mío es la sutileza”. Su constante reinvención se debe, en sus palabras “a la certeza absoluta de la muerte. Hay muchas cosas que quiero hacer. El tiempo alcanza si uno lo aprovecha usándolo. No hay que conformarse con ser un simple testigo de los hechos, toca ser
protagonista. Admito que me gustaría tener más espacios para compartir con mi familia, esa es la espina que tengo clavada en el corazón. También para esquiar, hacer yoga y cocinar. Hago la mejor paella de Estados Unidos”.
Además cuenta con su propia línea de perfumes, cuyas fragancias han reflejado de manera paulatina su situación personal y profesional. “Ahora prefiero los aromas del cuero y el tabaco, tienen que ver con una cierta madurez y la sofisticación de la noche, porque en esas horas se seduce mejor que en el día”. La perfecta metáfora para su momento actual, en el que sus 53 años lo tienen sin cuidado: “Por el momento envejecer, ¡va de puta madre!"