¿Qué acontece con los diseñadores locales?
revista FUCSIA, 17/7/2014
La moda es un balcón hacia el mundo y los diseñadores son quienes vuelven seda y algodón la realidad que nos rodea. Por eso, uno de los mayores reto que tienen los creadores colombianos es marcar un estilo personal, dice Rocío Arias Hofman.
or: Rocío Arias Hofman, periodista independiente
Los diseñadores ocupan el centro del universo de la moda. Son quienes generan los contenidos reales con sus creaciones. Vuelven “algodón y seda” (es decir, “carne y hueso”) la realidad que los circunda. Los que son especialmente luminosos consiguen además dar un paso adelante. Prefiguran el futuro. En Colombia, estamos ante un asunto similar: los diseñadores nacionales tienen la inmensa responsabilidad de ser el epicentro del volcánico mundo de la moda. Aquí figuran algunas de mis disquisiciones sobre el papel que los veo desempeñar, a diario –en sus talleres y almacenes–, entregados a su oficio:
La soledad suele ser buena aliada de la creatividad. Pero el trabajo aislado, sin saber nada de lo que hacen los demás, provoca que no haya gremio, crecimiento, vocación técnica. Unirse no significa renunciar al ego necesario que sostiene al “artista” que cada cual lleva dentro. Para la muestra, un botón: la gastronomía peruana es un ícono mundial gracias al trabajo cotidiano que los cocineros del Perú realizan (con proveedores, infraestructura, materia prima y un largo etcétera). Gastón Acurio, su líder mayor, se encarga de mostrar que la preparación de los alimentos es una manera de asomarse al mundo. ¿Qué es la moda, sino el mayúsculo ejemplo de un balcón semejante?
La capacidad para elaborar un lenguaje propio es el rasero con el que se mide a un diseñador. Aquí y en cualquier Londres. De manera que el miedo debería ser masticado con firmeza entre maniquís inertes, antes de salir a escena. Es preferible creer en una senda propia que andar copiando estilos, épocas y colegas internacionales admirados. El corte “al bies” se lo inventó una francesa. La arquitectura en la moda es patrimonio japonés. ¿Qué cuentan los diseñadores de Colombia? La mirada interna que sugieren los antropólogos es una magnífica herramienta para quienes nacen en un país como este, donde se acumulan los saberes milenarios, la mezcla de razas y una naturaleza efervescente.
Con todo y la tecnología apabullante del siglo XXI, la moda sigue siendo lo que es desde que las prendas, además de vestir el cuerpo, lo adornan. La moda relata a las personas en su momento histórico. Ese foco es esencial a la hora de crear moda. Dejarse arrastrar por los likes o retuits, incluso por las portadas de las publicaciones, conduce al pánico. Una magnífica prenda en términos de patronaje y diseño habla por sí sola. Sin necesidad de mitificar los parlantes digitales.
A los compradores de moda se les conquista con el detalle. De eso precisamente están hechas las prendas. Cada minuto cuenta. Sobre todo, cuando “los colombianos no creen aún mucho en la compra de producto colombiano”. La formación de los empleados que atienden los puntos de venta debe ser la prioridad número uno en el decálogo de cada marca. Si no saben de materiales, de la historia del diseñador, de los atributos de la firma, no van a vender. Y si, además, asumen una actitud displicente, los clientes volarán enseguida como palomas espantadas.
La moda es una disciplina artística, al tiempo que una actividad comercial. ¿Por qué no se hablan los diseñadores de moda, salvo excepciones contadas, con otros artistas? El cine, la pintura, la escultura, la ilustración, la literatura y tantos escenarios creativos que podrían tener una interlocución vigorosa. La moda transcurre en variados eventos especializados que se disgregan, durante el año, por la geografía nacional. Sin ton ni son. Pero el impacto del fabuloso trabajo que hacen varios creadores de moda podría llegarle a un público mucho más amplio desde otras vías de comunicación.
Por último, activar la memoria es uno de los recursos implacables en la moda. Los directores creativos de las más afamadas firmas del mundo reviven su pasado en cada colección. Echar mano del archivo santifica el producto. ¿Nadie se acuerda de nadie en Colombia? Ni siquiera contamos con un Museo del Traje.
Con aprecio y devoción por el trabajo de los diseñadores colombianos.
*Creadora del medio de comunicación digital sobre moda en Colombia www.sentadaensusillaverde.com. Escribe sobre moda para Diners y El Espectador. Forma parte del jurado de los Premios Cromos de la Moda 2014.
La soledad suele ser buena aliada de la creatividad. Pero el trabajo aislado, sin saber nada de lo que hacen los demás, provoca que no haya gremio, crecimiento, vocación técnica. Unirse no significa renunciar al ego necesario que sostiene al “artista” que cada cual lleva dentro. Para la muestra, un botón: la gastronomía peruana es un ícono mundial gracias al trabajo cotidiano que los cocineros del Perú realizan (con proveedores, infraestructura, materia prima y un largo etcétera). Gastón Acurio, su líder mayor, se encarga de mostrar que la preparación de los alimentos es una manera de asomarse al mundo. ¿Qué es la moda, sino el mayúsculo ejemplo de un balcón semejante?
La capacidad para elaborar un lenguaje propio es el rasero con el que se mide a un diseñador. Aquí y en cualquier Londres. De manera que el miedo debería ser masticado con firmeza entre maniquís inertes, antes de salir a escena. Es preferible creer en una senda propia que andar copiando estilos, épocas y colegas internacionales admirados. El corte “al bies” se lo inventó una francesa. La arquitectura en la moda es patrimonio japonés. ¿Qué cuentan los diseñadores de Colombia? La mirada interna que sugieren los antropólogos es una magnífica herramienta para quienes nacen en un país como este, donde se acumulan los saberes milenarios, la mezcla de razas y una naturaleza efervescente.
Con todo y la tecnología apabullante del siglo XXI, la moda sigue siendo lo que es desde que las prendas, además de vestir el cuerpo, lo adornan. La moda relata a las personas en su momento histórico. Ese foco es esencial a la hora de crear moda. Dejarse arrastrar por los likes o retuits, incluso por las portadas de las publicaciones, conduce al pánico. Una magnífica prenda en términos de patronaje y diseño habla por sí sola. Sin necesidad de mitificar los parlantes digitales.
A los compradores de moda se les conquista con el detalle. De eso precisamente están hechas las prendas. Cada minuto cuenta. Sobre todo, cuando “los colombianos no creen aún mucho en la compra de producto colombiano”. La formación de los empleados que atienden los puntos de venta debe ser la prioridad número uno en el decálogo de cada marca. Si no saben de materiales, de la historia del diseñador, de los atributos de la firma, no van a vender. Y si, además, asumen una actitud displicente, los clientes volarán enseguida como palomas espantadas.
La moda es una disciplina artística, al tiempo que una actividad comercial. ¿Por qué no se hablan los diseñadores de moda, salvo excepciones contadas, con otros artistas? El cine, la pintura, la escultura, la ilustración, la literatura y tantos escenarios creativos que podrían tener una interlocución vigorosa. La moda transcurre en variados eventos especializados que se disgregan, durante el año, por la geografía nacional. Sin ton ni son. Pero el impacto del fabuloso trabajo que hacen varios creadores de moda podría llegarle a un público mucho más amplio desde otras vías de comunicación.
Por último, activar la memoria es uno de los recursos implacables en la moda. Los directores creativos de las más afamadas firmas del mundo reviven su pasado en cada colección. Echar mano del archivo santifica el producto. ¿Nadie se acuerda de nadie en Colombia? Ni siquiera contamos con un Museo del Traje.
Con aprecio y devoción por el trabajo de los diseñadores colombianos.