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Las historias que cuentan los jeans
El dicho “hay prendas que se convierten en una segunda piel” suele aludir a la comodidad. En el caso de los jeans, la relación va más allá: quizá no solo se siente bien llevarlos sino que además se convierten en parte de quien los usa, en un detalle más de su personalidad. Y, como se dice, “si estas paredes hablaran”, se podría afirmar lo mismo de los jeans. No es casualidad que hayan inspirado un verbo como bluyinear, y que hasta Lana del Rey les haya dedicado canciones.
La chaqueta salvadora
Ana Beliza Mercado
modelo
En uno de esos viajes a París de fin de semana con las amigas, en los que uno cree que le va a tocar un poquito del sol de verano, se me ocurrió llevar ropa de primavera... Al llegar no podía del frío, y lo único que había llevado para cubrirme era mi chaqueta de jean. La utilicé todos los días de mi estadía. Por eso, en todas las fotos salgo con ella y haciendo mi mejor cara, aunque mi cuerpo gritará: “Me congelo”.
Al devolverme para Madrid, el shuttle que nos llevaba al aeropuerto nos dejó, por andar de despistadas, sin recorrer partes de la ciudad que nos faltaba por conocer. Nos tocó pasar la noche en el aeropuerto y lo único que tenía para arroparme mientras dormía era, como siempre, mi chaqueta de jean.
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La prenda intervenida
Helena Fadul
Mercadóloga de moda y productora de FUCSIA
Tenía 12 años, mi mamá detestaba que me metiera en su clóset a investigar qué prendas nuevas había (nunca le ha gustado que use su ropa y a mí nunca me ha importado que no le guste) y encontré unos jeans, de esos a la cintura y anchos (boyfriends). Le dije que por favor no fuera a deshacerse de ellos hasta que yo pudiera usarlos, era tres tallas más grande. Me puso una cara de “no vas a cambiar nunca”... Y efectivamente no he cambiado. Recuerdo que a los 15 años ya me quedaban perfectos, como quería. Pero tres años después había algo que no me convencía, el color, la tela... eran aburridos.
Me las di de creativa y empecé a jugar con blanqueador y parches que pegué a mano, solo por diversión. Obviamente fui feliz al ver mi obra de arte finalizada. Me los puse doblados hasta los tobillos y con tenis... Sin embargo, la fiebre me duró un día, no los volví a utilizar y mi mamá, por el contrario, no fue la más feliz al ver sus jeans de diseñador dañados por manitos creativas.
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Para acompañar el dolor
Patricia Castañeda
Actriz y escritora
Tenía unos jeans sesenteros, de esos bota campana muy ancha, que me acompañaron durante mucho tiempo. En una temporada de despecho muy fuerte, era lo único que me gustaba ponerme. Los usaba con la mayor simpleza, con tenis y camiseta. Además me encantaba cómo se me veían. Con esa prenda nació una relación muy linda, porque asocio esos jeans con mi tusa y la época en la que empecé a escribir. Ya no existen, pero los recuerdo con mucho cariño.
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