Juan Pablo Socarrás, el cartógrafo de la artesanía nacional
revista FUCSIA, 20/7/2014
Su paso por Artesanías de Colombia y su carácter de líder de una fundación han llevado al diseñador Juan Pablo Socarrás a viajar por los rincones del país documentando las diferentes técnicas artesanales, para ser un puente entre esas tradiciones y las demandas de los nuevos diseñadores.
Los diseñadores no escuchan. Muchas veces solo quieren llegar, apropiarse de un saber y verlo puesto en sus prendas, sin entender nada de lo que hay detrás de este, sin preguntar qué historia cuenta esa tradición o qué ideas del mundo han sido dibujadas o tejidas por las manos que crearon esas piezas”, sentencia Juan Pablo Socarrás, diseñador especializado en el tema artesanal, gracias a su paso por Artesanías de Colombia y su fundación.
Viajero constante, conocedor en detalle de las diferentes comunidades artesanales, se ha convertido en el puente obligado cada vez que un creador quiere integrar este acervo ancestral a sus propuestas. Socarrás se lamenta de que todavía haya un desconocimiento tan grande de lo que posee Colombia en sus entrañas más profundas para ofrecerle a la moda. Con asombro, percibe un interés cada vez mayor por parte de diseñadores del exterior por adoptar nuevas técnicas, hechas a mano, alejadas de las demandas tiránicas del mercado, para convertir sus piezas en algo único.
“Los valores han cambiado. Ya nadie busca el mismo chiffon de seda de tres dólares de Nueva York. La gente quiere prendas que generen asombro, que hablen de otros mundos posibles, de otros recorridos, desea cosas exclusivas y esto puede provenir estratégicamente del trabajo de las costureras, bordadoras, tejedores y demás artesanos que habitan el país”.
El trabajo con las comunidades tiene que empezar por una comprensión de su universo, por un entendimiento de la proveniencia de cada técnica que lleve a los creadores a descubrir que, por ejemplo, las mochilas wayúu son tejidas en forma circular gracias a que la araña sagrada les enseñó a los antepasados esa técnica, de tal forma que pedirles que hagan unos tejidos verticales resulta un atropello contra la tradición.
“Necesitamos cambiar la consigna de mirar, copiar, pegar, por la de ver, entender, adaptar”, explica Socarrás, convencido de que la artesanía cobrará aún más impulso en el mundo de la moda nacional cuando sea vista como un insumo. “Se piensa erróneamente que cuando se recurre a lo artesanal toda la pieza tiene que ser tejida o hecha a mano, pero lo cierto es que aun cuando hay casos exitosos de diseñadores que se han especializado en un técnica, como es el caso del Adriana Santa Cruz con el tejido, también es claro que la artesanía podría ser usada solo como insumo, un bordado sutil en una manga, una cinta o un aplique; los joyeros podrían hacer herrajes para carteras y esto además hace posible que se pueda gestionar más fácilmente el trabajo con las comunidades”, explica.
Por estos días, Juan Pablo Socarrás se embarcó en un nuevo proyecto: tejer puentes entre dos mundos completamente diferentes. Vanessa Gómez, la diseñadora de Ashes, la línea femenina de la marca A New Cross, que desde el principio venía trabajando con sastrería tradicional, los sombrereros de fieltro y los tejedores, quería para su pasarela en Colombiamoda que su propuesta vanguardista, hecha de líneas simples y monocromáticas, dialogara de forma más activa y comprometida con algo que la diferenciara de la vanguardia que se produce en Bélgica o Japón.
Ve el video sobre cómo fue el proceso de creación de la colección de Ashes que estará en Colombiamoda
El camino más certero para lograrlo era indagar más profundamente en las tradiciones de su tierra. Así, Juan Pablo, tras oír las inspiraciones de la marca y observar el estilo del trabajo de Vanessa, le propuso que se dieran a la tarea de conocer algunas técnicas artesanales que quizás se podían adaptar de forma armónica.
Entonces propició un encuentro con las mejores caladoras de Cartago. Fueron también a Cucunubá, adonde viajaron a explorar la lana, para descubrir tejidos amplios que le permitirían a la diseñadora usar un material tan cálido como este en su colección primavera/verano. Finalmente, se adentraron en las técnicas de telas teñidas a mano y en los bordados de tela sobre tela, tan propios del altiplano. “El trabajo hecho con Ashes es tan solo un ejemplo de una tendencia naciente entre los jóvenes creadores que, sobre todo, han viajado y estudiado afuera y que regresan con la creciente inquietud de encontrar un lenguaje propio, de cruzar las técnicas rigurosas y milenarias de Europa con maneras de entender la ropa y los tejidos tan particulares como las que se construyen en nuestras comunidades artesanales”.
Y así como lo ha hecho con Ashes, este cartógrafo de la artesanía nacional trata de reproducir su profundo conocimiento en otras personas que, inquietas como él, visitan su tienda y encuentran allí, entre vestidos y guayaberas, servilleteros y máscaras, una manera de hacer evidente cómo la artesanía se puede colar en la vida de todos.
Viajero constante, conocedor en detalle de las diferentes comunidades artesanales, se ha convertido en el puente obligado cada vez que un creador quiere integrar este acervo ancestral a sus propuestas. Socarrás se lamenta de que todavía haya un desconocimiento tan grande de lo que posee Colombia en sus entrañas más profundas para ofrecerle a la moda. Con asombro, percibe un interés cada vez mayor por parte de diseñadores del exterior por adoptar nuevas técnicas, hechas a mano, alejadas de las demandas tiránicas del mercado, para convertir sus piezas en algo único.
“Los valores han cambiado. Ya nadie busca el mismo chiffon de seda de tres dólares de Nueva York. La gente quiere prendas que generen asombro, que hablen de otros mundos posibles, de otros recorridos, desea cosas exclusivas y esto puede provenir estratégicamente del trabajo de las costureras, bordadoras, tejedores y demás artesanos que habitan el país”.
El trabajo con las comunidades tiene que empezar por una comprensión de su universo, por un entendimiento de la proveniencia de cada técnica que lleve a los creadores a descubrir que, por ejemplo, las mochilas wayúu son tejidas en forma circular gracias a que la araña sagrada les enseñó a los antepasados esa técnica, de tal forma que pedirles que hagan unos tejidos verticales resulta un atropello contra la tradición.
“Necesitamos cambiar la consigna de mirar, copiar, pegar, por la de ver, entender, adaptar”, explica Socarrás, convencido de que la artesanía cobrará aún más impulso en el mundo de la moda nacional cuando sea vista como un insumo. “Se piensa erróneamente que cuando se recurre a lo artesanal toda la pieza tiene que ser tejida o hecha a mano, pero lo cierto es que aun cuando hay casos exitosos de diseñadores que se han especializado en un técnica, como es el caso del Adriana Santa Cruz con el tejido, también es claro que la artesanía podría ser usada solo como insumo, un bordado sutil en una manga, una cinta o un aplique; los joyeros podrían hacer herrajes para carteras y esto además hace posible que se pueda gestionar más fácilmente el trabajo con las comunidades”, explica.
Por estos días, Juan Pablo Socarrás se embarcó en un nuevo proyecto: tejer puentes entre dos mundos completamente diferentes. Vanessa Gómez, la diseñadora de Ashes, la línea femenina de la marca A New Cross, que desde el principio venía trabajando con sastrería tradicional, los sombrereros de fieltro y los tejedores, quería para su pasarela en Colombiamoda que su propuesta vanguardista, hecha de líneas simples y monocromáticas, dialogara de forma más activa y comprometida con algo que la diferenciara de la vanguardia que se produce en Bélgica o Japón.
Ve el video sobre cómo fue el proceso de creación de la colección de Ashes que estará en Colombiamoda
El camino más certero para lograrlo era indagar más profundamente en las tradiciones de su tierra. Así, Juan Pablo, tras oír las inspiraciones de la marca y observar el estilo del trabajo de Vanessa, le propuso que se dieran a la tarea de conocer algunas técnicas artesanales que quizás se podían adaptar de forma armónica.
Entonces propició un encuentro con las mejores caladoras de Cartago. Fueron también a Cucunubá, adonde viajaron a explorar la lana, para descubrir tejidos amplios que le permitirían a la diseñadora usar un material tan cálido como este en su colección primavera/verano. Finalmente, se adentraron en las técnicas de telas teñidas a mano y en los bordados de tela sobre tela, tan propios del altiplano. “El trabajo hecho con Ashes es tan solo un ejemplo de una tendencia naciente entre los jóvenes creadores que, sobre todo, han viajado y estudiado afuera y que regresan con la creciente inquietud de encontrar un lenguaje propio, de cruzar las técnicas rigurosas y milenarias de Europa con maneras de entender la ropa y los tejidos tan particulares como las que se construyen en nuestras comunidades artesanales”.
Y así como lo ha hecho con Ashes, este cartógrafo de la artesanía nacional trata de reproducir su profundo conocimiento en otras personas que, inquietas como él, visitan su tienda y encuentran allí, entre vestidos y guayaberas, servilleteros y máscaras, una manera de hacer evidente cómo la artesanía se puede colar en la vida de todos.