opinión
¿Cuál es el rumbo?
Si Colombiamoda quiere conservar su nombre y mantenerse en la lista de referentes y estaciones fijas en el circuito de moda iberoamericano...
Por: Lila Ochoa y Juan Carlos Giraldo
Si Colombiamoda quiere conservar su nombre, seguir siendo una feria competitiva y mantenerse en la lista de referentes y estaciones fijas en el circuito de moda iberoamericano, sus directivas tienen que hacer profundas reflexiones y responder a los cuestionamientos sobre mucho de lo que se vio en su versión 2010.
La información sobre moda –que fue una gran fortaleza de la Feria durante 21 años– esta vez brilló por su ausencia. No hubo una documentación que sirviera de soporte al evento y le diera credibilidad al país en la región y fuera de ella. Tras tantos años de esfuerzos, recursos y terreno ganados, la mínima obligación de Inexmoda es proteger al diseño y a la creación. Es importante que estén las marcas que tienen recursos y que mueven el carrusel de patrocinios y publicidad, pero la base que constituyen los diseñadores debe ser la llamada a mostrar sus propuestas, así como lo que viene y lo que se verá.
Si la idea es que los compradores hagan pedidos y las registradoras se muevan, hay que seguir las reglas mundiales de la industria. Lo que se aprecia en todas las ferias del mundo no es nada raro: prendas diseñadas pensando en una estación, con un colorido, una silueta y una tendencia encaminadas a tomarse las calles del mundo en el futuro inmediato. No se puede hablar de “Semana de la Moda” si lo que se va a exhibir es la interpretación de una marca –con libreto incluido– en lugar de una colección, como le exigió Natura a Lina Cantillo, quien aun así logró demostrar por qué es una de las mejores. Ni sentarse a observar una colección que ya se presentó en el marco de otro evento de moda en Bogotá hace seis meses, como fue el caso de la colección ‘Alicia en el País de las Maravillas’, de Amelia Toro, para una aseguradora.
Esto último fue una verdadera falta de respeto con el espectador. La moda es un arte cotidiano y, como tal, requiere de curaduría a cada cosa que va a desfilar por la pasarela. Es propicio, además, pensar cuál es la razón de ser de cada desfile y lo que se quiere de ellos. Hay que clarificar si su fin es el exclusivo entretenimiento –para llenar los salones–, la promoción o intención de marca, o la muestra de la habilidad y estilo de un diseñador. Pero es preciso tenerlo claro y no invitar a la prensa, sobre todo a la que viene de fuera del país, a encontrarse con cosas tan desconcertantes, fuera de contexto y ajenas a lo que debe ser una propuesta de moda avalada por Inexmoda, como la marca Tarrao, por poner un solo ejemplo.