Psicomagia para el corazón
Si ni los libros de autoayuda, ni narrar en un diván las penas durante varias sesiones le ha servido para superar una tusa, quizá sea hora de intentar otra estrategia. ¿Qué tal una mezcla de psicología y rituales simbólicos? Cristóbal Jodorowsky habló con FUCSIA sobre cómo soltar el pasado y el sufrimiento para empezar una nueva vida.
Sus biografías lo presentan como poeta, pintor, escritor, actor, creador teatral y chamán. Pero Cristóbal Jodorowsky considera que cualquier descripción puede caer en el encasillamiento: “Soy un ser que no tiene definición. La gente está acostumbrada a operar desde un solo punto de vista, cuando uno puede hasta cambiar de personalidad. No creo en la profesión sino en la vocación y en la misión”. La suya es, en sus palabras, “ser explorador” de sí mismo y encauzar a quienes lo deseen “hacia la madurez, que consiste en generar emociones positivas y dejar de vivir en la rabia, la ansiedad con el objetivo de alcanzar la plenitud en todo sentido”.
Para abrir esa puerta hacia “la auto-observación, el autoconocimiento y la autotransformación” una de sus llaves es la psicomagia. A quienes nunca hayan oído el término puede que les suene a una práctica esotérica, y es probable que la curiosidad intelectual los lleve a una búsqueda rápida en internet para tratar de hilar el prefijo psico, que significa “actividad mental”, con magia, que hace referencia a lo sobrenatural, a la ilusión, pero también a “tener el poder”.
Sin embargo, la mejor manera de entenderla es desde la experiencia y Cristóbal, por ser hijo del artista Alejandro Jodorowsky, fue criado en ella. “El primer castigo de mi padre fue decirme que iba a ‘ensangrentarme’ porque estaba portándome mal. Me llevó desnudo por el pasillo hasta el baño y me echó cinco litros de salsa de tomate sobre el cuerpo, convencido de que estaba realizando un acto simbólico para no pegarme, pues no quería una educación tradicional.
Todavía no era consciente de que la metáfora actúa sobre la mente como si fuera realidad y yo sí me vi ensangrentado –cuenta sin tapujos–. Ya siendo adulto fui a su casa con cinco litros de salsa de tomate y le dije que quería reparar aquello. Le pedí que se desnudara y se los vacié encima. Después lo limpié y le expresé: yo soy tu hijo y te amo y tú me amas a mí’, y ambos nos bañamos con cinco litros de miel. Gracias a ese magnífico trauma, pude experimentar la psicomagia desde temprana edad”.
¿Por qué la miel?, ¿por qué no simplemente agua? Cristóbal advierte que construye cada acto con base en situaciones que son individuales (como se advierte en algunos programas: “No intente estas técnicas sin la presencia de un profesional”… o más bien, no las invente por su cuenta), que gracias a un profundo estudio psicológico sabe cuáles elementos utilizar. No importa si la persona no conoce su connotación, pues la mente sí entiende ese idioma porque se trata de símbolos universales. “La psicomagia se dirige al cerebro reptiliano, primario, que tiene códigos muy protegidos y repite las cosas automáticamente. Permite vivir aquí y ahora; solucionar el pasado, para estar completamente en el presente. Por medio de rituales se enseña a ‘soltar’, a liberarse de los códigos viejos, a cambiar el software psicológico”.
Pero la psicomagia no es la única pieza en este engranaje. También incluye técnicas terapéuticas de chamanismo, genealogía, física cuántica y hasta el tarot, que aprendió a interpretar desde los tres años. Eso sí, es enfático en que no hace predicciones: “No leo el futuro sino que ayudo a comprender mejor las situaciones. En vez de preguntar si vas a encontrar el amor, deberías cuestionarte por qué no lo has encontrado hasta ahora.
Los videntes que dicen que algo va a pasar condicionan la mente, eso me parece un abuso de poder criminal, provenga de una bola de cristal, de un médico, un cura o un papá. El cerebro es programable y entiende ‘esto me debe pasar’ y realiza esa orden, pues, de lo contrario, estaría desobedeciendo. Si uno conoce cómo funciona la mente, no hace ese tipo de vaticinios porque es como tener un bisturí con doble filo”.
Al incrédulo que considere esta visión meras supersticiones, Cristóbal le diría que no es cuestión de “creer”: “Esto es una ciencia que funciona. Nuestra energía psicológica no es cuantificable. Cuando tú dices ‘tengo un problema’, eso en tu mente es abstracto. Al crear una acción metafórica, se le da forma sensorial a un conflicto, entonces la mente lo reconoce a través de los sentidos y puede comprenderlo y procesarlo. Es decir, si moldeas la materia misma de tu psicología, puedes moldearte a ti mismo”. Y a eso se dedica.
En la actualidad, hace que el tiempo le alcance para trabajar en la realización de una película sobre el tema, en un documental acerca del psicochamanismo, en su escuela Metamundo, la escritura de un nuevo libro y sus sesiones de psicoteatro, que consisten en llevar la psicomagia a las tablas. “Soy muchas personas a la vez… y es que todos tenemos ciertas dosis de esquizofrenia, sicosis y paranoia, y yo las pongo a mi servicio”.
Un ritual para cada dolor
“Como vivo en la psicomagia, ésta me ha ayudado a regenerarme más rápido, a no ser prisionero del sufrimiento cuando me he separado”. Cristóbal confiesa que se refiere a cinco grandes relaciones. “Es pura positividad, nunca trabajo para destruir a nadie”.
1. En caso de tener el corazón cerrado
Cuando uno no se permite nuevas oportunidades, puede escribirse en el pecho, escondida, la palabra amor “para recordarse a sí mismo que está dispuesto a abrirse”.
2. En caso de baja autoestima
“El símbolo del corazón es la copa, el grial en el tarot. Es la que recibe el amor. Llena una linda copa con miel, introduce tu foto dentro de ella y déjala sumergida durante nueve días. Después la bañas, le pones un marco dorado y la ubicas en un lugar sagrado de tu casa. La primera persona a la que hay que aprender a amar es a uno mismo”. Los nueve días son una metáfora de los nueve meses de gestación.
3. En caso de un amor que no se olvida
“A veces uno no puede dejar de pensar en cierta persona del pasado. Funciona hacer un corazón de pasta de almendras color rosado, ponerle en su interior una fotografía del ser que se amó, introducirlo en un recipiente con miel y llevarlo en el bolso durante tres días. Luego se hace un hoyo en la tierra en forma de corazón, para vaciar en este el corazón de pasta. Allí se plantará un rosal rojo y en una tarjeta hay que escribir la frase ‘nuevo amor’ con una gota de la propia sangre, antes de darse media vuelta y marcharse”. El rosal se debe a que el rojo es un color activo y se busca que el corazón vuelva a florecer. Los tres días son símbolo de la resurrección.
4. En caso de rabia contra el ex
Cristóbal manifiesta que cuando una situación de pareja afecta profundamente, “es porque se debe resolver algo en ti”. Y si todavía hay rencor contra esa persona que se amó, pero que se fue sin siquiera dar explicaciones, lo mejor será coger una sandía, ponerle la foto del sujeto y pegarle con un palo: “Mientras tanto, grítale todo lo que siempre quisiste decirle en la cara. Después juntas los pedazos, haces un jugo y te lo tomas… es dulce. Así lo vas a digerir. Los restos de fruta que queden se entierran en un agujero en forma de corazón en el que se plantará un rosal blanco…la paz”.
5. En caso de problemas conyugales
Hay distintos tipos de distanciamiento: el sexual, generalmente ocurre cuando ella deja de cuidarse y él deja de ser misterioso. El emocional, si hay estrés constante en el hogar y se expresa la rabia con violencia. Y el intelectual, al perderse la conexión en las ideas y valores. A esas parejas que ya no se dedican tiempo debido a sus ocupaciones y a la llegada de los hijos les recomienda un eficaz acto: “Contraten una nana y páguenla entre los dos”. Para recuperar la atracción, las invita a ponerse una cita en un motel: “disfrácense y hagan el amor como si fueran dos personas distintas. Luego vuelvan a la casa y cada uno pregúntele al otro: ‘¿Qué hiciste hoy?’ y respondan que fueron a tomar un café con los amigos”.