Luz Lancheros, columnista invitada Fucsia

La música y la latinidad son el nuevo espectro de la moda

Por Luz Lancheros

19/10/2022

A través de la expresión propia, la moda se ha volcado en fenómeno masivo, millonario, viral y es hora de que la moda hegemónica le dé el lugar que se merece.
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Siempre vilipendiados, a pesar de tener millones de seguidores, el reguetón y la música popular, así como el folclore, han sido apartadas del espectro de la moda. Esto, cuando generan nuevas formas de aspiración, recordación e identificación en grandes mayorías en toda la región y también, curiosamente, son editoriales, sí se habla de moda, el centro de las vanguardias que se reflejarán en las visiones masivas del retail los próximos meses.

Sorprende, sí, todo lo que pasa con la moda si tenemos en cuenta la concepción de estas mismas músicas que tienen un trasfondo de tradición eminentemente masculina. Una, a través de las calles. Otra, en el campo, con las lecturas heredadas de sociedad del cine mexicano. Y la última, enquistada en una tradición oral donde los hombres, milenariamente conquistan y las mujeres le cantan al devenir cotidiano.

Todo eso se ha roto y se ha transformado en pro de las dinámicas digitales actuales. Christian Nodal, Yeison Jiménez, Ángela Aguilar, Paola Jara o el Grupo Firme, por ejemplo, se han convertido en vitrinas de aspiracionalidad, de estilismo y de concepto a través de sus redes y shows. Aguilar fue hace poco portada de la revista Vogue.

Nodal ya daba muestras de expresividad desde 2019 usando crop tops, Jara, por su lado, ha tomado elementos del pop para sus atuendos en vivo y se vale de los diseñadores para crear una estética ultrapoderosa. Y Jiménez, luego de su paso por la televisión, mostró que la masculinidad se transforma en pro de las texturas, colores y brillos. El cantante, con millones de seguidores en Instagram, combina lujo con desenfado y con cosas que sus antecesores (desde el mismísimo Pedro Infante) jamás se habrían atrevido a usar. “En estos tiempos, no basta con cantar”, le dijo a esta autora. “Hay que verse play”.

Esto, claro, desde los contextos de poder y ostentación que han transformado la mirada de la moda en los miles de pueblos y ciudades que componen el grueso de su público. En cambio, con el folclore y el reguetón, el camino se ha transformado para dar imágenes aún más experimentales

De Toto a Lido y a Maluma

Ya desde los años 90 en Latinoamérica se veía una expresión poderosa a través del rock en español por rescatar lo propio a través de sonidos globales. De ahí que pioneros como Carlos Vives y, sobre todo, Andrea Echeverri, fueran los pioneros estéticamente en crear nuevas propuestas. Pero sobre todo la última fue la que les abrió el camino a mujeres como Li Saumet, de Bomba Estéreo, con su tropicalismo maximalista e impactante, o Lido Pimienta, también a la vanguardia desde lo electrónico. Ahora, si bien ha existido una tradición de cantaoras que han colaborado con los nuevos cantantes de música latinoamericana, se podría decir que Toto la Momposina también ha roto estos límites estéticos sobre todo al lado de la poderosa Lila Downs.

Por otro lado, es bien sabido cómo Karol G, Maluma, J Balvin, entre otros, han puesto con sus propuestas de moda (para horror mismo de esa señorialidad de moda en Colombia que no alcanza ni a dimensionar las expresiones del streetstyle actual que no sean boleros o flores) a Medellín como el centro de propuestas elaboradas y conceptuales de streetwear y lujo casual, entre otras lecturas. Unas que ya desde lo masivo con GEF se han entendido a la perfección y desde el lujo internacional también, tal cual y como pasa con Maluma con Dolce & Gabbana o el mismo Balvin con Dior, por ejemplo.

La moda, en últimas, ha quitado poco a poco, gracias a la astucia digital de estos artistas y lo que representan, esas barreras de clase si se habla de atuendos y aspiración. Siempre en reinvención, las expresiones musicales en Latinoamérica, desde los gloriosos tiempos del rock en español, han mostrado que no se estancan en lugares, narrativas únicas y tradiciones irrompibles, sino que las transforman en un audaz juego de deseo, impacto y experimentación, como un armario infinito sobre el que se puede cambiar constantemente de look y de visión.

* Las opiniones dadas por Luz Lancheros no representan la opinión de la revista Fucsia.

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