sexo
La vagina va al gimnasio
Mantener tonificados los músculos que sostienen la zona genital con una rutina de ejercicios, es la clave para una vida sexual sana, rica en orgasmos múltiples.
Por: Arnoldo Mutis
El culto al cuerpo, tan en boga hoy en día, ha hecho del gimnasio el lugar de obligada peregrinación diaria para las mujeres contemporáneas. Allí, la musculatura de abdomen, piernas, brazos o glúteos encuentran el tono y la fuerza esenciales para lucir esbeltas, bellas y, en últimas, deseables. Porque desatar el sex appeal es, en buena medida, el gran objetivo de toda esta parafernalia de ejercicios que bajo el nombre de fitness, Pilates o aeróbicos lleva a las féminas a invertir buenas cantidades de tiempo y dinero. Empero, hay unos músculos fundamentales para esa anhelada pasión erótica que muchas desconocen, pese a que sin ellos no es posible el orgasmo. Están tan ocultos en la zona genital como el mítico Punto G, pero una vez que se les ubica, se les aprende a cuidar, dados los beneficios que reportan a la vida sexual y a funciones tan importantes como el parto natural.
Estamos hablando de los músculos del piso pélvico. Sí, a estas horas muchas habrán quedado en blanco, pues no tenían ni idea de su existencia, pero lo cierto es que de estas discretas, pero poderosas fibras, depende en buena medida su desempeño como amantes. Y si ignoraban que los músculos del piso pélvico son parte de su cuerpo, es obvio que también desconocieran que hay una gimnasia pensada especialmente para ellos, la cual hace más placentero el goce, ayuda en la cura de la disfunción sexual femenina y mejora trastornos que acarrean el alumbramiento, la edad o la menopausia, como la temida incontinencia urinaria, que se debe precisamente al debilitamiento de dichos músculos.
Pero antes de emprender cualquier rutina de ejercicios en su beneficio, es necesario consultar al ginecólogo. Luego de una evaluación él enseñará a su paciente a situar con exactitud los también llamados músculos del sexo, que se encuentran en la zona del periné, es decir la zona de forma romboidal entre el ano y los órganos genitales. Con ese dato es fácil deducir que se encargan de sostener el abdomen bajo, donde a su vez se encuentran la parte final del tracto digestivo, la vejiga y el útero, de manera que si pierden elasticidad y firmeza el buen funcionamiento de estos importantes órganos puede verse afectada.
Como lo anota la doctora Kathe Wallace, de la Asociación Nacional para la Continencia Urinaria, de Estados Unidos, los músculos del piso de la pelvis pueden ser difíciles de ubicar, pero existen diferentes técnicas para lograrlo. Es preciso aprender que se trata de los músculos que se emplean para impedir el contenido intestinal o para detener el chorro de orina. Así que el primer paso para identificarlos es contraer y elevar la región del recto y la vagina, sin apretar las nalgas y el abdomen. Otra técnica para familiarizarse con este área consiste en intentar reducir el flujo de orina cuando se está en el baño luego de vaciar parcialmente la vejiga. Si el chorro se interrumpe, quiere decir que se están contrayendo adecuadamente estos músculos conocidos también como pubococcigeos o PC, como los llamaremos en adelante. Acto seguido, se debe continuar con la micción, lo que significa que las fibras se relajan. De esta forma la mujer apreciará la diferencia entre apretar y soltar, que es el principio fundamental para ejercitar esta zona. La doctora Wallace explica que esta práctica se debe seguir exclusivamente para reconocer estos músculos y que no se debe realizar más de dos veces al mes, ya que no es un buen método para tonificarlos.
Como lo sugiere el sexólogo Lou Pagget, otro método para ubicar los músculos de la pelvis consiste en introducir, debidamente aseados, los dedos índice y corazón en la vagina y contraer sus paredes alrededor de ellos, también como si se estuviera tratando de retener la orina. Y existen otras técnicas más sofisticadas como el biofeedback, que se realiza con aparatos diseñados con ese fin.
Cuando la mujer descubre sus PC, está preparada para iniciar una rutina conocida como los ejercicios Kegel, los cuales, en últimas, son una especie de pariente del mencionado movimiento que se hace para detener la orina. Su nombre se debe al doctor Arnold Kegel, quien hace 60 años descubrió que era posible incrementar o devolverles el tono a los esfínteres y a sus estructuras de soporte, es decir, los PC.
Hoy la comunicad médica de todo el mundo reconoce que sus resultados son incontestables, a juzgar por su extensa lista de beneficios. En el campo específico del sexo, unos PC bien tonificados son la puerta de entrada al maravilloso universo del clímax femenino con sus distintas y ricas variables. Los Kegel contribuyen a elevar hasta su máxima cima el placer, pues intensifican las sensaciones del Punto G y habilitan a la mujer para lograr los orgasmos llamados “callejón sin salida”, porque se sienten en lo profundo de la vagina, como una oleada incontenible de goce, que no es otra cosa que la contracción y dilatación de las paredes vaginales. Así mismo, al mejorar el flujo de sangre hacia la zona genital, los ejercicios mejoran la función eréctil del clítoris y los orgasmos a través de este sensible órgano sexual de la mujeres.
Otra maravilla de los Kegel es que le confieren a la mujer el poder tener un orgasmo cómo y cuándo quieran y la preparan para experimentar la eyaculación femenina, porque existe, aunque no es la aspiración de todas. Para beneficiarse de los Kegel hay que ser tan constantes como lo requiere el gimnasio. Es preciso ir al propio ritmo, pero a la vez siempre hay que exigirse más, así los beneficios se noten a las dos o tres semanas del inicio. También, como se estila en el gimnasio, se necesita ropa cómoda, actitud mental positiva y descanso.
Entrando en materia, hay dos tipos de ejercicios Kegel: lentos y rápidos, que se pueden realizar en cualquier posición, aunque la doctora Wallace recomienda comenzar la rutina acostada, con las rodillas dobladas o con las piernas sobre un banco para relajarlas. Con el tiempo, la mujer será capaz de hacer sus Kegel sentada, de pie, esperando a que cambie el semáforo…
Los ejercicios lentos consisten en contraer, elevar y atraer hacia adentro los PC, de manera pausada, sin tirones. Se mantienen así por 5 segundos, se relajan por otros 5 segundos y se repite el movimiento hasta completar 10 juegos. Lo ideal es hacerlo entre 2 y 3 veces al día, hasta alcanzar entre 30 y 80 repeticiones. Nada de esto es una camisa de fuerza. Al principio, a falta de costumbre, muchas notarán que sólo pueden apretar los PC por 1 ó 2 segundos. No importa. Con constancia se logrará contraerlos hasta por 10 segundos, que es lo ideal, de acuerdo con Wallace. Tampoco es obligatorio hacer desde el principio los 80 movimientos. Se puede comenzar por 10 y aumentarlos a medida que los músculos van cediendo. Los Kegel de tipo rápido, por su parte, se realizan contrayendo y elevando los PC de forma ágil, pero no brusca, y su intensidad también debe incrementarse progresivamente.
A partir de esta rutina y sus excelentes resultados, surgió toda una gama de prácticas que permite hablar de una verdadera gimnasia para los músculos que soportan la vagina. La variación consiste en practicar las mismas contracciones y distensiones propias de los Kegel, pero con la ayuda de pesas, conos, bolas chinas y otros aparatos que se introducen en la cavidad vaginal. Cada mujer es dueña de unas condiciones anatómicas propias y de ahí que la selección de cualquiera de estas modalidades e instrumentos deba hacerse con la asesoría y supervisión del ginecólogo o del terapeuta. sexual.
Grandes bondades de los ejercicios Kegel
Unos músculos del piso pélvico bien fortalecidos a través de los Kegel liberan a las mujeres de esas molestias propias de su género que a veces empañan los momentos más felices de su vida o su madurez:
- Durante el parto: Si los PC están tonificados y se estiran de manera natural, el alumbramiento vaginal será más llevadero y se evitará la necesidad de practicar una episiotomía o incisión entre la vulva y el periné para facilitar la salida del bebé.
- Prolapsos: Cuando los PC no se ejercitan tienden a debilitarse y ello ocasiona el desplazamiento o prolapso de los órganos que sostienen, causando desgarros, incontinencia y hasta la extirpación del útero.
- Incontinencia: Luego de dar a luz o a causa del envejecimiento la mujer puede sufrir incontinencia o goteo de orina cuando estornuda o tose. Los Kegel evitan y curan esta desagradable afección.
- En la cama: Las mujeres puede practicar sus Kegel durante el coito, lo cual implica trasmitirles a los hombres un placer que ellos mismos definen como “indescriptible”.