Hay que creer a un niño cuando dice que ha sido abusado
Fucsia.co, 4/2/2014
A propósito de las últimas noticias sobre agresiones sexuales que han inundado los medios de comunicación, protagonizadas por Woody Allen y el Vaticano, dos expertas nos indican la sintomatología que pueden manifestar los menores tras padecer abusos.
Las noticias sobre abusos sexuales a menores se suceden. Si la semana pasada era actualidad Woody Allen a raíz de la carta abierta que difundió Dylan Farrow, hija adoptiva del director y la actriz Mia Farrow, a través de la edición digital de The New York Times, en la que acusaba a su padre de haberla sometido a presuntos abusos sexuales cuando apenas tenía 7 años, hoy Naciones Unidas acaba de hacer público un informe sin precedentes en el que acusa directamente al Vaticano por encubrir durante años los abusos cometidos por sus curas pederastas.
El abuso sexual a niños es uno de los crímenes más complicados de identificar por la condición de menor de edad de la víctima. Esto se refuerza por la falta de consciencia de los infantes de que lo que están padeciendo entra en un abuso, por un lado, y su incapacidad de comunicarlo, por otro, lo que provoca que una gran parte de casos no sean denunciados.
Pero, los abusos sexuales a niños no son una cuestión aislada. Como indica la siquiatra Isabel Cuadros, presidenta de la Asociación Afecto, “es una lacra tremendamente frecuente. Según UNICEF, una de cada cuatro niñas y uno de cada seis niños son abusados sexualmente en el mundo antes de llegar a los 18 años”.
Pero vayamos por partes. El caso del cineasta estadounidense no es nada nuevo. De hecho, la polémica saltó a la palestra en 1993, momento que coincidió con la batalla legal que mantenían Allen y la que era su pareja de entonces, Mia Farrow, por la custodia de Dylan. Si bien es cierto que la policía de Connecticut abrió una investigación criminal contra el director, finalmente, los cargos fueron retirados por la inconsistencia de las pruebas, entre ellas un examen médico y sicológico a la menor. Allen nunca fue imputado.
Ahora, su hija adoptiva, que ya tiene 28 años, ha vuelto a reabrir la herida con la citada carta. En esta relata en primera persona cómo, el que era su padre adoptivo, “me cogió de la mano y me llevó a un ático oscuro, que estaba en el segundo piso de nuestra casa. Me dijo que me acostara sobre mi vientre y jugara con el tren eléctrico de mi hermano. Luego me agredió sexualmente”.
El abuso sexual a niños es uno de los crímenes más complicados de identificar por la condición de menor de edad de la víctima. Esto se refuerza por la falta de consciencia de los infantes de que lo que están padeciendo entra en un abuso, por un lado, y su incapacidad de comunicarlo, por otro, lo que provoca que una gran parte de casos no sean denunciados.
Pero, los abusos sexuales a niños no son una cuestión aislada. Como indica la siquiatra Isabel Cuadros, presidenta de la Asociación Afecto, “es una lacra tremendamente frecuente. Según UNICEF, una de cada cuatro niñas y uno de cada seis niños son abusados sexualmente en el mundo antes de llegar a los 18 años”.
Pero vayamos por partes. El caso del cineasta estadounidense no es nada nuevo. De hecho, la polémica saltó a la palestra en 1993, momento que coincidió con la batalla legal que mantenían Allen y la que era su pareja de entonces, Mia Farrow, por la custodia de Dylan. Si bien es cierto que la policía de Connecticut abrió una investigación criminal contra el director, finalmente, los cargos fueron retirados por la inconsistencia de las pruebas, entre ellas un examen médico y sicológico a la menor. Allen nunca fue imputado.
Ahora, su hija adoptiva, que ya tiene 28 años, ha vuelto a reabrir la herida con la citada carta. En esta relata en primera persona cómo, el que era su padre adoptivo, “me cogió de la mano y me llevó a un ático oscuro, que estaba en el segundo piso de nuestra casa. Me dijo que me acostara sobre mi vientre y jugara con el tren eléctrico de mi hermano. Luego me agredió sexualmente”.
Dylan con su padre adoptivo. Imagen del diario Daily Mail
En cuanto a las acusaciones emitidas por el Comité de Derechos del Niño de la ONU en su informe, se trata de la acusación más crítica y directa jamás realizada por un organismo internacional a la Santa Sede en relación con las prácticas de impunidad que esta ha mantenido con los abusos sexuales perpetrados por sus sacerdotes y curas a decenas de miles de niños. En este, Naciones Unidas pide que se retire a todos los miembros del clero que hayan cometido abusos o se tenga la sospecha de que los han perpetrado, y los entregue a las autoridades civiles para que puedan ser juzgados.
Cómo identificar el abuso
La sicóloga María Cristina Martín, de la Universidad Complutense de Madrid, España, considera que hay ciertos comportamientos en los menores que pueden ayudar a los padres a identificar si sus hijos están padeciendo algún tipo de abuso sexual. Sin embargo, “esto no es una ciencia exacta, porque la sintomatología depende mucho de la edad del niño. Por ejemplo, la culpa es menos probable en preescolares y a medida que crecen se presenta más. Los adolescentes, por otro lado, pueden reflejar conductas delictivas, huida del hogar e, incluso, consumo de drogas”, indica.
En cualquier caso, y como señala Martín, “como madre o padre, cuando un menor nos hace partícipes de algun hecho de este tipo, hay que confiar en su relato, porque, en caso de que sea verdad, las consecuencias de no haberle creído pueden ser muy graves. Posteriormente, recae en las autoridades pertinentes el demostrar la veracidad de los hechos".
De hecho, las secuelas en los menores pueden agravarse si se permite que esta situación inhumana se mantenga en el tiempo. "El impacto es peor si el abuso ha sido más frecuente y prolongado, cuando el abusador ha usado la fuerza, el acto implica penetración o cuando la relación con el abusador es cercana”, explica la sicóloga.
Estos son algunos de los comportamientos indicados por las dos profesionales citadas, y que pueden ayudar a identificar el abuso sexual en los menores:
1. Aparición de lesiones. Abuso sexual es cualquier actividad sexual con el menor, es decir que no tiene por qué haber siempre lesiones físicas producto de una penetración. Así, si el niño manifiesta problemas para caminar o sentarse, o presenta moratones injustificables o irritación en las zonas genitales, especialmente disuria –en urología, así se define la difícil dolorosa e incompleta expulsión de la orina-, es conveniente investigar cómo se han generado estas lesiones.
2. Comportamiento extraño. Si el pequeño empieza a reaccionar de forma atípica en él, su rendimiento escolar disminuye notablemente y de forma precipitada.
3. Estrés postraumático. Hay un cambio drástico en su humor, generalmente se caracteriza por un retraimiento, o la aparición de conductas agresivas, incluso las autolesiones. También existe un aumento de la ansiedad y de comportamientos regresivos, como la falta de control del esfínter o la vuelta a prácticas infantiles como chuparse el dedo. El aumento de las pesadillas y los miedos, la pérdida de apetito, los ataques de llanto o histeria e, incluso, la parición de momentos de desconexión en el niño también pueden ser signos de este estrés postraumático.
4. Conocimientos sexuales impropios de la edad. Las conductas sexualizadas o las referencias a actividades eróticas, así como que el menor haga dibujos de alto contenido sexual puede ser una sintomatología de que está padeciendo abusos.
5. Dificultad para mantener relaciones interpersonales. Ya sea con niños de su edad, o con gente ajena al círculo íntimo. Muchas veces, se niegan a visitar a familiares, amigos de los padres o manifiestan terror de acudir a ciertos lugares.