Mascotas: mejores amigos hasta en el despecho
Fucsia.co, 15/9/2014
La ciencia, y la experiencia humana han comprobado que los perros no llevan en vano el título de 'mejores amigos del hombre', pues actúan como aliciente en tristezas y hasta previenen enfermedades. Dos historias de amor de cuatro patas.
Una tarde de febrero, en 2005, un pequeño perro aterrizaba en la casa de los Quintero. Ángela tenía 15 años cuando un schnauzer de tres meses atravesó la puerta de entrada. Lo traía el novio de su hermana, como un regalo.
El animal estaba inquieto, ladraba sin cesar y aún sentía desconfianza con su nuevo hogar. La primera en oponerse fue la mamá de la familia, quien no quería perros en la casa, pero después de una larga charla, entre todos lograron convencerla.
A aquel cejón y barbudo decidieron darle el nombre Titán. Desde aquel momento, él se convirtió en parte de su familia y lo más curioso de todo es que no se le despega ni un segundo a su madre, quien, inicialmente, estuvo en desacuerdo con su adopción.
La familia ha estado 10 años con Titán, tiempo en el que han descubierto la incondicionalidad de su hijo peludo. Los momentos más duros han sido la prueba de cuán fiel puede ser. “Cuando estoy triste, él se sube en mis piernas y me busca las manos con la cabecita para que lo consienta, o corre hacia la puerta para que salga a pasear con él”, asegura Ángela. Asimismo, cuenta, un perro es una de las terapias más eficientes para los síntomas de un desamor.
De hecho, un estudio científico, elaborado por el Departamento de Psicología de la Universidad de Goldsmiths, en Londres, señala que los perros sienten el dolor de los humanos, ante lo que demuestran una actitud sumisa, como una forma de reconfortarlos. A lo anterior también se le suman una serie de encuestas lideradas por la Universidad de Australia Occidental, en las que se concluye que más del 70 por ciento de las personas que tienen mascotas muy pocas veces se sienten solos.
Lee también: 'Los perros también sienten nuestro dolor'
El animal estaba inquieto, ladraba sin cesar y aún sentía desconfianza con su nuevo hogar. La primera en oponerse fue la mamá de la familia, quien no quería perros en la casa, pero después de una larga charla, entre todos lograron convencerla.
A aquel cejón y barbudo decidieron darle el nombre Titán. Desde aquel momento, él se convirtió en parte de su familia y lo más curioso de todo es que no se le despega ni un segundo a su madre, quien, inicialmente, estuvo en desacuerdo con su adopción.
La familia ha estado 10 años con Titán, tiempo en el que han descubierto la incondicionalidad de su hijo peludo. Los momentos más duros han sido la prueba de cuán fiel puede ser. “Cuando estoy triste, él se sube en mis piernas y me busca las manos con la cabecita para que lo consienta, o corre hacia la puerta para que salga a pasear con él”, asegura Ángela. Asimismo, cuenta, un perro es una de las terapias más eficientes para los síntomas de un desamor.
De hecho, un estudio científico, elaborado por el Departamento de Psicología de la Universidad de Goldsmiths, en Londres, señala que los perros sienten el dolor de los humanos, ante lo que demuestran una actitud sumisa, como una forma de reconfortarlos. A lo anterior también se le suman una serie de encuestas lideradas por la Universidad de Australia Occidental, en las que se concluye que más del 70 por ciento de las personas que tienen mascotas muy pocas veces se sienten solos.
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Titán en su siesta matutina.
“Uno regaña al perro, lo deja solo e, incluso, muchas veces lo cambia por otras actividades y personas, pero, a pesar de todo él siempre está ahí y es el primero en recibirme cuando llego a la casa”, agrega.
Aunque Titán ya está entrando a la vejez, él sigue siendo el mismo perro amoroso de hace una década, solo que ahora emplea su escasa energía sirviendo como compañía a su familia y no corriendo en el parque, como lo solía hacer años atrás.
“La amistad de un perro no se compara con la de un humano”
Así lo afirma Andrés, quien tiene una perra golden retriever de tres años que, según dice, es el centro de su familia. Brenda, como es su nombre, fue rescatada de una veterinaria, en donde fue abandonada a su suerte por la dueña de un criadero de perros.
Cuando Andrés la vio por primera vez, la perra reaccionó con tal efusividad que le fue imposible dejarla allí. Así que tomó la decisión de llevarla a su casa, cuando aún era una cachorra de cinco meses de edad.
Desde aquel momento, Brenda se volvió parte indispensable de su vida. “Gorda”, como él la llama cariñosamente, además de ser su compañía en todo momento, es su modelo favorita, pues él es fotógrafo de profesión. De su amiga de cuatro patas tiene todo un portafolio, en el que en algunas fotografías parece sonreír, mientras le posa a la lente de su cámara.
Brenda ©Andrés Paredes Photographer/14
Él asegura que lo más valioso de la amistad de un perro es que nunca juzga y, así no puedan hablar, siempre buscan la manera de hacerle saber a sus amos lo agradecidos que están.
Cuando les preguntamos a Ángela y a Andrés cómo serían sus vidas si sus mejores amigos llegaran a morir, ambos coinciden en que el sentimiento de tristeza sería absoluto, pues el vacío que dejarían sería ireemplazable. “Es como si una madre perdiera a su hija…así debe sentirse”, concluye Andrés.
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