Salud

¿Verdad o cuento?: Mitos y verdades sobre el aborto

Fucsia.co, 24/3/2022

Esta es una práctica tan controversial como incomprendida.

Mixed race woman sitting with arms crossed
Mixed race woman sitting with arms crossed - Foto: Peter Griffith

Hacia finales del mes de febrero, Colombia dio un paso histórico. El aborto fue despenalizado hasta la semana 24 de gestación, es decir, alrededor de los cinco meses de embarazo. Gracias a esta decisión, un viejo debate que nunca ha estado fuera de la opinión publica reapareció con más fuerza.

El aborto es un tema donde confluyen nociones de salud pública, salud mental, control del Estado, religión, libertad, derechos humanos... Es casi imposible que esto, lastimosamente, genere un consenso. Sin embargo, para ello existen los debates, pero desde la información. Por eso recopilamos algunos de los mitos que se escuchan al respecto.

Si bien algunas fuentes hablan desde su experticia, habrá otros peritos en el mundo que propongan lo contario, a su vez, desde la experiencia. Por eso, es importante entender que es válido lo que cada mujer ha aceptado para su propio cuerpo.

Lo que se dice del aborto y, a veces, no sabemos

Luego de la decisión de la Corte, se realizó una encuesta en el país. El sondeo arrojó que más del 80 % de los colombianos no estaba de acuerdo con la despenalización a las 24 semanas. Una cifra robusta que no hay que ignorar. Sin embargo, puede haber muchas razones para ello y una de ellas puede ser la desinformación.

Mito 1: “Abortar es muy fácil, ¿para qué buscaban el fallo del Estado”

En Colombia, Profamilia es la institución más conocida para realizar un aborto seguro. Allí, una mujer puede ir sin autorización, a excepción de las menores de edad, y obtener una Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE).

Para ello, hay que pagar. Dependiendo del número de semanas, el aborto puede ser quirúrgico o farmacológico. Solo la cita de atención cuesta 95 mil pesos y los procedimientos, dependiendo de las necesidades de cada gestación, van desde los 300 mil pesos en adelante. Vivimos en un país donde 21 millones de personas están en condición de pobreza, según el DANE. No todas pueden pagar estos tratamientos.

La activista Valentina Hernández le dijo a Fucsia que la creencia de que en Colombia el aborto seguro era fácil de conseguir, está muy alejado de la realidad y, por ello, la decisión de la Corte es una buena noticia: “En la práctica, lo que pasa es que cuando una mujer no cuenta con privilegios, sino que está solo bajo la ‘protección’ del Sisbén o de una EPS, no son mujeres que consigan citas tan fácil”.

“Pongamos un ejemplo. Si soy una mujer con el Sisbén que busca un aborto y me voy por la causal de daño psicológico, pido una cita. Pero, si estoy de buenas, me la pueden dar hasta dentro de dos meses. Ese tiempo en un embarazo es muy profundo en cuanto a la formación de un feto”.

Además, Hernández, quien también ha estado en consultorios jurídicos donde llegan este tipo de casos, enfatizó en que estos dos meses son solo para la cita con el psicólogo: “Si este dice que sí califica, luego hay que pedir otra cita con un médico general o un internista que va a valorar si efectivamente se hace o no el aborto. Aquí ya se suman otras semanas al reloj”.

Si dicho profesional aprueba el aborto, la mujer ahora debe conseguir una institución que lo practique y aquí hay otro bache en el camino: “Hay instituciones que dicen: ‘En este lugar no se practica el aborto porque objetamos conciencia’, pero la Corte estableció que dicha objeción no es un derecho de las instituciones, eso no existe, es del médico”.

Entonces, el panorama va así: una mujer que desea abortar espera dos meses para una cita con el psicólogo, luego debe pedir otra cita para el médico general, quien aprueba el procedimiento y, después de todo, ese tiempo llega a un lugar donde dicen que no: “Váyase a otro lado y busque donde le digan que sí, ¿cuánto tiempo más se le suma? Y eso si le va bien, repito, porque hay mujeres que pueden durar cuatro o cinco meses en este trámite. Un solo día puede hacer la diferencia entre un procedimiento y otro”, comenta Hernández.

La activista también explica: “Cuando se trata de la causal por violación, sí o sí debe haber una denuncia en Fiscalía y súmale los tiempos mencionados y la objeción de conciencia. Además, hay mujeres que, incluso por estar en condición de vulnerabilidad y escasos recursos, pueden pasar hasta dos meses y no saben que están embarazadas y eso ni hablar del proceso de mujeres en zonas rurales”.

Es decir, las 24 semanas parecen formar un lapso enorme, pero se dio debido los extensos tiempos a los que son sometidas las mujeres en las formalidades. Para las que no cuentan con los recursos, interrumpir el embarazo es un largo trayecto. Además, no hay alguien que les haga un seguimiento, que las llame para saber si necesitan algo, si están vivas.

Mito 2: A las 24 semanas, ¿el feto siente el procedimiento?

Aunque se cree que este cuestionamiento es fácil de deducir, ya que es comprobable a través de la ciencia, hay diversos estudios que afirman que sí y otros que no. Esto lo afirma el ginecólogo Mauricio Rojas, presidente de la ACSEX (Asociación Colombiana de Salud Sexual), quien le explicó a Fucsia la situación:

“Aunque haya estudios a favor y en contra sobre la concepción de dolor en el feto y a pesar de existencias de fibras nerviosas que podrían transmitir el dolor, no hay una demostración clara de que el dolor se manifieste de la manera como las personas lo percibimos y, obviamente, no se puede hablar de la recordación del dolor”.

Mito 3: “Si una mujer aborta, su cuerpo queda afectado”

La Organización Mundial de la Salud (OMS) cuenta con un manual de práctica clínica para un aborto seguro. En este sentido, el doctor Rojas comenta que: “Como cualquier procedimiento quirúrgico o farmacológico, la evacuación uterina conlleva cierto grado de dolor. La seguridad la da no solo la experiencia de quién lo realiza, sino la presencia de algún tipo de patología junto con la tecnología disponible para realizar el procedimiento”.

Además, el profesional enfatiza en que entre más temprana la gestación, menor riesgos de padecer alguna complicación. Es proporcional en la situación inversa: a mayor edad gestacional, mayor riesgo:

Con la legislación actual se espera que la mujer tenga derecho a consultar en instituciones que brinden condiciones más seguras, con personal altamente entrenado para la realización del procedimiento, con los mínimos riesgos posibles, los cuales, aunque no son frecuentes ni permanentes, deben ser informados previamente a la paciente”.

Mito 4: Ahora que se despenalizó con un mayor tiempo, ¿habrá más abortos?

Según el doctor Rojas, se considera que de un 56 hasta un 60 % de embarazos no planeados en el mundo terminan en interrupción: “En Colombia, la cifra puede ser más baja, del 44 %, lo que se traduciría, aproximadamente, en 400 000 interrupciones al año”.

Esta estadística no es 100 % confiable debido al subregistro dado por los procedimientos en la clandestinidad, “hecho que podría mejorar a partir de la fecha cuando ya no se requiere de la ilegalidad para terminar un embarazo de manera voluntaria”, afirma Rojas.

Además, son pocas las mujeres que esperan hasta esta instancia de 24 semanas para solicitar el procedimiento. Sin embargo, como explicamos anteriormente, a veces el tiempo de espera no depende solo de la que lo solicita. Ninguna mujer quiere abortar. Este es un recurso al que se llega por necesidades específicas, pero es un procedimiento que nadie ‘disfruta’. Como aseguran los grupos feministas en las marchas: “la despenalización no aumenta abortos, disminuye muertes”.

Para hablarlo con datos exactos, en el país habría que esperar unos meses para hacer la comparación de un antes y un después de la última despenalización en Colombia para saber si aumentan las cifras. Pero, por ejemplo, en México el aborto se despenalizó en el 2007. Según el Grupo de Información en Reproducción Elegida (GIRE) de dicho país, desde entonces los casos han disminuido.

En conclusión, hay temas que incluso se escapan de la opinión y empiezan a ser una cuestión de salud pública, donde nuestros gustos e intereses quedan atrás dando lugar a las necesidades de los demás.