Mitos y verdades de las supuestas dietas sanas
Porque una vida sana no debería ser por moda sino un estilo de vida
"No vuelvo a comer harinas", "durante unas semanas solo voy a comer fruta", "ay, si voy al gimnasio esto no cuenta". Seguro que más de una vez le has oído (o dicho) alguna de estas frases a la que está dispuesta a comprometerse al máximo con una vida más sana a cambio de conseguir un físico inmejorable y la juventud eterna.
Sin embargo, ese anhelo por encontrar la dieta sana definitiva –una que sea, tan efectiva como saludable y sencilla- conduce a veces a cometer errores por andar probando fórmulas de alimentación que al final juegan en contra de la salud, ¡y también en contra de la báscula! Lo cierto es que aunque estemos dispuestas a sacrificarnos y esforzarnos al máximo es fácil caer en estos errores por seguir las tendencias. Y como una vida sana no debería ser una moda, sino un estilo de vida, consultamos con los expertos sobre los mitos y verdades de las dietas engañosas que son perjudiciales para la salud.
Basar la dieta en productos light
Los productos light o bajos en calorías que tan de moda se han puesto en la última década dicen ser saludables e incluso beneficiosos. Sin embargo, cuando consumimos este tipo de productos nos vemos despojados de la culpa de ingerir muchas calorías (cuando en realidad solo tienen un 33% menos de aporte calórico) y nos entregamos a ellos sin tener en cuenta estos factores, pensando que no engordan.
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La dieta de lunes a viernes
Según los expertos, restringir lo que comes de lunes a viernes y darte vía libre los fines de semana es sabotear esos hábitos saludables que se supone que deberías estar interiorizando. Por no mencionar que durante esos dos días puedes terminar sumando los gramos que en teoría habías bajando y sumando unos cuántos más. Ups.
Pensar que el ejercicio te da derecho a comer mal
Sí, hacer ejercicio es fundamental para perder peso, pero no quiere decir que te puedas comer ese donut a la salida del gimnasio o pedir la pizza tamaño familiar para ti sola. Así que aunque los expertos hacen especial hincapié en la relevancia de hacer ejercicio para adelgazar, no quiere decir que sea más importante que la dieta. Pero ¡ojo! eso tampoco quiere decir que puedes pasarte la tarde en el sofá si almuerzas una ensalada.
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Restringir las cantidades de los alimentos
Los expertos aseguran que si reducimos la cantidad de alimentos que consumimos podemos terminar fracasando en nuestro objetivo final: vernos bien por dentro y por fuera. ¿La razón? En el momento en que nos privamos de comer, nuestro organismo se rebela y entra en modo supervivencia. Es decir, te hará sentir más hambre para compensar las carencias y en vez de quemar calorías las conserva en caso de que vuelva a producirse una restricción. Es decir, la jugada se te vuelve en contra.
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Eliminar las harinas
Según los nutricionistas cortar de raíz con hidratos de carbono y sustituirlos por proteína y verdura es una estrategia muy popular pero que normalmente termina mal. Tras unos días, los niveles de azúcar en la sangre bajan, lo que suele provocar más ansiedad y claro, más ¡ganas de comer! Eso explica por qué mueres de ganas de comer unas papas, una tajada de pan, una pizza o una pasta. En resumen: las harinas en una dieta balanceada no te hacen ganar peso, pasar hambre y embutirse lo que te encuentres después, sí.
La dieta de los jugos
Según el entrenador Justin Gelband –responsable de los cuerpos gloriosos de Candice Swanepoel, Irina Shayk, Martha Hunt o Karlie Kloss- afirma que el “juicing”, la popular dieta que a menudo se sigue para perder peso no solo NO consigue este objetivo, sino que incluso te puede engordar. Es decir, si estás en un retiro de yoga en Bali, estás meditando y quieres beber jugos porque no quieres alimentos pesados en tu cuerpo, está bien. Sin embargo, cuando la meta es perder peso, no es la dieta adecuada.
Por todo esto es tan importante ponerse en manos de un nutricionista cuando se busca un nuevo régimen, especialmente si es para adelgazar: porque la dieta universal no existe, y las creencias populares –mejor solo tomo jugos, o sólo como tal fruta, o prácticamente dejo de comer, por ejemplo- pueden llevar al peor error.
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