La producción de nuevos fármacos contra la impotencia excita a la industria farmacéutica. Sexo, drogas y nuevo rol, después del viagra. ¿mujeres al urólogo?
El mercado farmacéutico de la disfunción eréctil se erige cada vez con más potencia. La prescripción médica no lo anota, pero el efecto incluido en las píldoras es ofrecer esperanza y felicidad, más que una simple función eréctil.
Parecería increíble que fue tan sólo hace seis años cuando los farmacólogos encontraron que el sildenafil tiene un efecto especial: la presencia de óxido nítrico promueve la dilatación o relajamiento de los vasos sanguíneos que permite a la sangre fluir dentro del pene más efectivamente. Surgió el Viagra y de ahí en adelante el resto es historia.
Lo cierto es que la investigación farmacológica ofrece nuevos medicamentos, estimulando una demanda cada vez más creciente, y cuidando que su aplicación sea certera para que no decaiga el interés.
Investigación en alza
Es así como la satisfacción sexual ha elevado los presupuestos de investigación y desarrollo de fármacos que compiten por ser los mejores. Si bien el Viagra, la pastilla azul, es la medicina por excelencia para comienzos de milenio, no está exenta de contraindicaciones, pues puede causar problemas cardiovasculares.
Una dosis aceptable es altamente efectiva para alrededor de 80 por ciento de hombres que lo toman. Puede ser que en el restante 20 por ciento, las arterias estén tan obstruidas que no se relajan lo suficiente paraque el flujo sanguíneo del pene se convierta en erección. Pero volviendo al punto, los resultados de los estudios muestran que no es un afrodisiaco, no genera deseo sexual.
Aunque existe una profusa información acerca de las drogas que provocan o no impotencia en el hombre, con respecto al orgasmo femenino, la información es notablemente menor. Tanto en el hombre como en la mujer la excitación es necesaria para producir el efecto deseado, de modo que la falta de excitación inevitablemente es el cuello de botella para la respuesta sexual.
Amarillo, azul y naranja
Por ahora, los hombres tienen más opciones. Ya no es sólo la amplia gama de la pastilla azul, que incluye una versión de rápida propulsión; sino que a disposición de los urólogos está la Regitina o mesilato defentolamina, unas ampolletas antes utilizadas como hipotensoras, que la casa farmacéutica Zonagen planteó para uso oral, ya sabiendo que sola o en combinación con papaverina (bimix) y prostaglandina E (trimix), provocaba buenas erecciones… ¡ah, claro que inyectada en el pene!
De otra parte, está la Uprima o apomorfina, utilizada para tratar el Parkinson… ¡se descubrió que en estos pacientes provocaba erecciones involuntarias! La competencia se ha abierto con la llegada de Levitra, marca registrada de la alemana Bayer, y de Cialis, el medicamento que lanzó el laboratorio norteamericano Eli Lilly.
El propósito de estos medicamentos es bloquear la fosfodiesterasa tipo 5 (PDE–5), que es la enzima predominante en el tejido eréctil peneano, para relajar las células lisas del músculo, permitiendo el aumento del flujo de sangre y así favorecer o prolongar la erección.
Los comprimidos de Cialis, de color amarillo, proporcionan 20 mg. deTadalafil, su principio activo que trabaja como inhibidor selectivo y potente de PDE–5. En el caso de Levitra, su compuesto activo es Vardenafil, una molécula desarrollada especialmente por Bayer Health Care para inhibir la enzima mencionada. Cialis, la pastilla amarilla, es actualmente el único fármaco que indica su eficacia durante 36 horas. Levitra, la pastilla naranja, actúa de 15 a 25 minutos, y se mantiene en el organismo hasta cinco horas, “ayudando a tener más de una relación en un encuentro, sin acumulamiento probable en el organismo”, según el laboratorio.
La disfunción femenina
En el caso de las mujeres, un debate surge cuando se habla de fármacos que mejoren su desempeño sexual. Según la doctora Marta Lucía Palacio en su libro Hablemos de sexo,Pfizer reporta que 150 mil mujeres han recibido prescripción de Viagra. Irwin Goldstein, el urólogo de la Universidad de Boston, investigador de esta compañía y padre del Viagra, afirma que hay evidencia de que esta droga mejora la lubricación, disminuye el dolor, aumenta la excitación y reduce los problemas con el orgasmo.
Pero, para la sexóloga y columnista de FUCSIA, Shere Hite, si tenemos en cuenta que Pfizerganó 1,5 billones de dólares en 2001, “no es sorprendente que la compañía quisiera vender su pequeña píldora azul a las mujeres al igual que a los hombres, y que una avalancha de competidores envidiosos se dieran a la tarea de desarrollar sus propios productos tipo Viagra para mujeres. Pero hay un problema. Si las mujeres no sufren de un equivalente ‘obvio problema físico’ con el sexo como les ocurre a los hombres, ¿qué deberían comercializar los laboratorios?
No se puede promover una droga, a menos que exista una necesidad clínica que avale su consumo. Entonces, ¿qué deben hacer las compañías? Respuesta: inventar una condición denominada ‘disfunción sexual femenina’ y persuadir a los expertos de que 43 porciento de las mujeres la padece en algún momento. Esta acusación contra la industria farmacéutica apareció en un mordaz ataque en los titulares del British Medical Journal que le dieron la vuelta al mundo.
La publicación alegaba que la prevalencia y naturaleza de los problemas sexuales femeninos estaba siendo sistemáticamente exagerada y distorsionada por los investigadores con vínculos económicos hacia la industria farmacéutica.
Aunque sin razones, el primer o único caso en el acontecer biológico de un ser humano fue ‘medicalizado’ para crear un nuevo mercado farmacéutico, ’la DSF (disfunción sexual femenina) es el ejemplo más claro de que estamos ante la creación de una enfermedad con respaldo corporativo’, dijo el diario”.
“Como alguien que lleva cerca de dos décadas investigando los temas de sexualidad femenina —argumenta la doctora Hite—, sólo tengo una ligera queja sobre este ataque: no va lo suficientemente lejos. La industria farmacéutica no sólo es culpable por sus cínicas y exageradas investigaciones avaladas con dinero, sino que ha malentendido los principios básicos de la sexualidad femenina.
No hay tal disfunción sexual en la gran mayoría de mujeres. Es la sociedad la que ‘tiene el problema’ porque continúa definiendo el sexo de una manera que dificulta a las mujeres el orgasmo y la expresión de sí mismas. No son las mujeres las que necesitan cambiar, o ser diferentes a través de los medicamentos, sino que los laboratorios tienen una noción anticuada sobre cómo deberían tener las parejas sus relaciones sexuales”.
En conclusión, la anatomía de la mujer no requiere clínicamente una píldora que mejore su sexualidad. “En Colombia la legislación no nos permite recetar Viagra a las mujeres porque está autorizada para los problemas de disfunción sexual masculina, pero es sabido que se usa en ciertos casos”, dice el médico Acuña.
Según Acuña, los vibradores que se consiguen en los almacenes de sexo son un buen artilugio para mejorar la respuesta sexual. “Los pueden usar parejas que no se sientan incómodas ya que mejoran la excitación, sinónimo de lubricación y orgasmo”. También existen parches de testosterona que es la hormona encargada de que se presente el deseo. Para esto también se está ensayando con las hormonas Prostaglandina E–1 (inyectables y en crema), de las que se dice que “una mujer podría ser capaz de experimentar un orgasmo con muy poca estimulación vaginal”. Y se vuelve a lo mismo: provocar la erección, objetivo de las investigaciones, es más fácil que cumplir con las necesidades femeninas.