Disfunción sexual

Soy frígida, ¡auxilio!

11/10/2011

Es el equivalente a la impotencia masculina, puede manifestarse al comienzo de la vida sexual o desarrollarse con el tiempo. Aunque sea un trastorno relativamente común, no debes dejar que se normalice en ti, como si se tratara de algo normal que debes soportar.

Foto: Thinkstock

La frigidez es una disfunción sexual, entendida como la dificultad durante cualquier etapa del acto sexual, deseo, excitación, orgasmo y resolución, que evita que el individuo o la pareja disfrute de la actividad sexual. La frigidez está clasificada dentro los trastornos de excitación sexual, es decir, la imposibilidad de la mujer para conseguir la excitación necesaria para realizar de manera placentera el acto sexual  y sus orígenes pueden ser físicos, psicológicos o ambos.

Actualmente, la frigidez ha adquirido nombres menos prejuiciosos según problemas específicos, como el trastorno de excitación sexual femenino (lo mismo ha ocurrido con la impotencia masculina, ahora conocida como disfunción eréctil), se caracteriza por una incapacidad persistente o recurrente de lograr la excitación sexual, o mantener la excitación hasta la finalización de una actividad sexual; también puede presentar una inadecuada lubricación-hinchazón. Este trastorno puede estar relacionado con otras disfunciones sexuales, como la anorgasmia (ausencia de orgasmo) y el trastorno del deseo sexual hipoactivo, ausencia de fantasías sexuales y deseo de tener actividad sexual durante cierto periodo de tiempo.

Causas
Factores individuales: se desconoce con certeza la relación entre la disfunción sexual  femenina con factores como el estrés, la fatiga, la identidad de género, uso de drogas, enfermedades crónicas. Estudios afirman que la exposición masiva de pornografía y  el ideal de belleza ‘fuera de alcance’ en medios de comunicación ha generado una mala imagen del cuerpo y baja autoestima en las mujeres, incrementando la posibilidad de producir trastornos sexuales, fenómeno que se fortalece por la angustia emocional que resulta de la incapacidad de alcanzar el placer sexual.

Factores de pareja: el papel de las relaciones interpersonales es fundamental en el desarrollo exitoso de la vida sexual femenina, especialmente en relación a la respuesta orgásmica. La mujer, aunque es estimulada, no es capaz de generar una respuesta efectiva hasta el punto de no poder siquiera tener una lubricación vaginal adecuada. En este caso es importante que la pareja detecte de qué manera sería posible superar este percance.

Factores físicos: el porcentaje estimado para la disfunción sexual atribuida a factores sexuales oscila entre el 30% y el 80%. En la mayoría de casos, la disfunción sexual resulta de problemas de circulación o de alguna deficiencia neurológica. Según un estudio piloto realizado por Kenneth Maravilla, profesor de Radiología y Cirugía Neurológica y Director del laboratorio de Investigación de la Universidad de Washington, las mujeres con trastorno de excitación femenina presentan una menor activación cerebral.

Qué puedes hacer
A pesar de que las formas en que se expresa el trastorno del deseo sexual femenino son muy diversas y dependen de cada mujer, las estrategias pueden necesitar complementos de otras técnicas para resolver los problemas específicos de cada persona, sobre todo porque en la mayoría de casos se sugiere un programa diseñado para ser implementado por la pareja, un buen punto de partida es comenzar a explorarse a sí misma.

No finjas orgasmos: el principal error que cometen las mujeres al mantener una  vida sexual no placentera, haciendo creer a sus parejas que siempre alcanzan el orgasmo. En muchas ocasiones, la satisfacción femenina depende de la pericia sexual de ambas partes, pero ello se desprende del deseo  personal de tener placer sexual.  
 
Evalúa tu trastorno: partiendo del hecho de que el ser humano está diseñado para sentir placer sexual y para tener impulsos sexuales diarios, haz una evaluación acerca de dónde puede provenir tu trastorno, si toda la vida has tenido dificultada para alcanzar o mantener la excitación sexual y si has tenido orgasmos, o si el trastorno se dio como resultado de algún evento en tu vida.

Visita a un especialista: puede ser un psicólogo o un sexólogo clínico.

Trázate el objetivo de placer:
elimina toda actitud negativa relacionada con la sexualidad, procura explorar y disfrutar con tu cuerpo y con el de tu pareja.

Dispón tiempo para ti: aunque tengas muchas ocupaciones, dedícate al menos media hora diaria para explorar tu sexualidad. Tócate, descubre las partes que son más sensibles en ti. Para ello puedes buscar un ambiente relajado, sin interrupciones.

Utiliza un lubricante vaginal:
explora con tus dedos qué nivel de presión, velocidad y tipo de movimientos funcionan mejor en ti.

Dale cuerda a la imaginación: permite que las fantasías hagan parte de tu vida, no solamente cuando estés teniendo sexo, sino durante todo el día, ello estimulará tu deseo sexual.