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Sexo: ¿por qué ya no tengo ganas?

Revista Fucsia, 15/5/2017

Cuando sentimos que nada ni nadie inspira hay que fijarse bien dónde está el problema: si es realmente allá abajo o si la cabeza nos está jugando una mala pasada.

Las cifras dicen que en Estados Unidos el 43 por ciento de las mujeres sufre de baja libido.

No faltan los escépticos que miran estas estadísticas con sospecha conspiracional, pues creen que las farmacéuticas estarían abonando el terreno para el viagra femenino, como insinúa un artículo del diario The Telegraph. Sin embargo, el trastorno del deseo sexual hipoactivo, como se le bautizó médicamente a esta condición, “es uno de los más frecuentes motivos de consulta en sexología”, asegura la ginecóloga española Myriam Ribes.

Se trata de una compleja mezcla que involucra cabeza, emociones y hormonas. “Como es común en las ocasiones en las que se barajan diferentes causas para un problema, todas pueden ser ciertas. El estrés físico o psicológico afecta de manera negativa y lo mismo sucede con los desequilibrios hormonales, las enfermedades, agudas o crónicas, algunos fármacos utilizados para sanarlas y, por supuesto, una mala relación de pareja”.

Para la sexóloga mexicana Daniela Rodríguez, en consulta, el profesional debe establecer el tipo de disfunción que presenta el paciente: mpre, lo que “Es global cuando la falta de apetito sexual se da en todas las circunstancias; y situacional si, por mencionar un caso, la afectada dejó de sentirlo solo hacia su pareja”.

Y es que matapasiones hay muchos: la falta de higiene, de admiración o las peleas. “En cuanto a la temporalidad, se cataloga de primaria si es una condición de sieharía pensar en desencadenantes biológicos. Por el contrario la pérdida del deseo a veces se da como consecuencia de un episodio traumático. Además se puede presentar en distintas fases: “hay quienes no sienten ganas y, aun así, cuando están en medio de la actividad, se excitan y hasta llegan al orgasmo”.

Pero eso sí, es mejor saber si eres sexualmente incompatible con tu pareja.

¿Cuándo es un problema del cuerpo?

Las hormonas controlan gran parte de la fisiología del deseo. No es casualidad que se hable tanto de cómo la menopausia puede generar un declive de las ganas. De acuerdo con una encuesta realizada en Estados Unidos, cerca del 50 por ciento de las mujeres entre los 40 y 49 años dijeron tener relaciones íntimas en un rango de una vez al mes y una vez por semana. Esos números cayeron a un 23 por ciento en el grupo etario de 50 a 59.

Un desequilibrio en los niveles de las hormonas sexuales femeninas, estrógenos y progesterona, afectaría la respuesta a los estímulos. Pero la doctora Sohère Roked, especialista en medicina integrativa y líder en el Reino Unido en la terapia de hormonas bioidénticas, recomienda no solo revisarlas a ellas sino todo el sistema endocrino: tener alto el cortisol (la hormona del estrés) y la insulina, genera una interrupción en la actividad de sus primas encargadas de lo sexual. Presentar problemas de tiroides ha sido vinculado con la depresión, que a su vez aminora el deseo. “Pacientes con bajo impulso sexual a menudo muestran que sus cerebros no están respondiendo con tanta fuerza en áreas asociadas con comportamientos motivadores del acercamiento (que además del sexo incluyen la rabia, el ejercicio, entre otros). Esto es a su vez una característica de personas fatigadas o deprimidas, lo que explicaría por qué tales condiciones son predictores de la pérdida de libido”, afirma la neurocientífica Nicole Prause.

Una de las principales variables en la ecuación del deseo es la testosterona, pese a ser conocida como la hormona masculina. “Se encarga de que tengamos ganas de practicar el deporte más ancestral que existe entre dos. En las mujeres desciende por la edad y también por los hábitos que llevamos. La buena noticia es que si tenemos actividad física que nos exija un esfuerzo (no vale con un paseo por el supermercado), mantenemos un descanso ideal y un cuidado en nuestra alimentación, puede subir.

A mayor nivel de testosterona, más sexo; y si no, miren que en los Olímpicos de Brasil lo primero que atascaron los atletas fueron las cañerías, por la gran cantidad de condones que usaron en su estadía”, comenta María Paz Ruiz, autora de Sexo sin comillas.

Cuando la libido va en picada, hay que revisar el panorama completo. “Aquellos que tienen buena salud reportan aproximadamente el doble de interés en el sexo que quienes no están en condiciones óptimas”, apunta la doctora Marilyn Glenville, cuyo libro The Natural Health Bible for Women se convirtió en un best seller. Por ende, lo primero que hay que descartar en la consulta son los factores orgánicos. Ciertas enfermedades, como cardiopatías, la anemia y la diabetes, reducen las ganas, un efecto que comparten con las drogas para controlar la presión alta, los antidepresivos, medicamentos de epilepsia e, irónicamente, las pastillas anticonceptivas.

¿Y si es el corazón?

No es un secreto que las crisis de pareja deterioran la escena romántica. “Aunque algunas tienen otros comportamientos (discutir porque luego en la cama se reconcilian), lo cierto es que cuando hay un mal clima lo primero que se resiente es nuestra vida sexual”, destaca Ruiz.

Las hormonas también tienen su cuota en cuestiones románticas: “La oxitocina, la del amor, se reduce cuando las relaciones llevan mucho tiempo. Al comenzar todo son chispas y cohetes. Después de dos años o máximo tres sus niveles caen y dejamos de ser unos conejitos acaramelados para pasar a apuntar el sexo con tinta roja en el calendario. Esto, aunque frecuente, no quiere decir que sea positivo”. En su opinión, una pareja sin intimidad se convierte en otra unión fraternal, “tierna y hermosa, pero ya no se considera pareja. Desde el punto de vista de la ley, si no hay sexo, la unión de matrimonio puede anularse, ¡para que sepamos la importancia que tiene y ha tenido desde el comienzo de los tiempos!”.

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Sin embargo, la hipersexualización de la sociedad ha hecho que cualquier descenso en el deseo sea considerado un problema. Un reporte de la revista Shape llama la atención sobre cómo, por lo general, si una mujer no aspira a la misma frecuencia que su compañero, se piensa que algo no le funciona bien, una prueba de que impera un “modelo sexual macho-céntrico”. Al respecto, Roked considera que el exceso de pornografía puede hacer que las personas se convenzan de que “tienen poca libido y de que son incompetentes en la cama”. Y como concluye Ribes, “muchas veces las supuestas pérdidas de deseo no son tales o son temporales. No deberíamos fiarnos de lo que se dice que es normal o anormal, y menos cuando los ‘expertos’ son películas o series, que solo son eso: shows, productos para vender, ficción”.

A veces es simplemente la mente

El buen sexo comienza en la cabeza.

¿Quién puede tener ganas de acción cuando sus pensamientos son una avalancha de deudas, recibos y responsabilidades? “El estilo de vida agitado es una de las principales causas sicológicas de la baja libido. Cuando las glándulas adrenales están saturadas por los altos niveles de estrés, la producción de testosterona, hormona del deseo, se ve comprometida”, afirma la doctora Glenville. El cansancio erradica la pasión, de modo que una persona que no logra dormir bien debería revisar qué factores le quitan el sueño.

Los expertos coinciden en que aunque las disfunciones de este tipo no son exclusivas de las mujeres, ellas sí parecen ser las más afectadas y de paso las que más los consultan. “Se debe a los cambios que conlleva el nacimiento de un bebé, la menopausia, entre otras razones, además de que para la mayoría no es solo una cuestión física, sino que involucra la estimulación mental y una conexión emocional”, advierte Roked. Los problemas de autoestima son un común denominador en pacientes que le huyen al sexo. El inconformismo frente a lo que refleja el espejo en ocasiones ataca a quienes sienten que no pueden recuperar su figura después de un embarazo y a las que con el paso de los años corroboran los efectos de la gravedad.

A esto se suma una variable que no debería menospreciarse:

“El trato o más bien el maltrato que nos dispensa la sociedad y la educación desigual que recibimos tienen mucho que ver”, sostiene Ribes. “En Latinoamérica, por ejemplo, se nos enseña a tener vergüenza, a reprimirnos. Por esta razón abundan las que se sienten culpables de disfrutar su sexualidad en contextos que tradicionalmente no son aceptados, como podría serlo por fuera del matrimonio”, apuesta Rodríguez. “Entonces, llevamos todo ese bagaje cultural a ese momento, en apariencia tan íntimo, cuando en realidad es como si todo el mundo estuviera ahí”.

AfrodisÍacos

- Como especialista en nutrición y salud de la mujer, la doctora Marilyn Glenville tiene claro cuál es el menú que favorece el deseo sexual:

- Las grasas insaturadas son indispensables, pues contribuyen en la labor de las hormonas sexuales y ayudan a mantener lubricados los tejidos de la vagina. En su lista incluye pescados (salmón, trucha, sardinas), huevos, frutos secos y semillas. No está de más un suplemento de Omega 3.

- Sus snacks favoritos son los bananos, los frutos rojos y las almendras: los primeros son ricos en vitamina B, los segundos en antioxidantes y los últimos son fuente de ácidos grasos esenciales, ingredientes sexualmente estimulantes.

- Consumir proteína de buena calidad es vital, pues contiene un aminoácido llamado L-arginina que contribuye a la circulación en áreas determinantes para la salud sexual.

- El jengibre y la maca son sus plantas milagrosas.

- Tenían razón las abuelas cuando hablaban de los poderes de las ostras. Esto se debe a que son fuente de zinc, mineral efectivo para el balance hormonal. Si de platos se trata, una receta que tenga espárragos asegura la pasión, porque mejora los orgasmos.

- El alcohol no es buen aliado del apetito sexual: pese a que una copa propicia situaciones románticas, el abuso altera las ganas y los patrones de sueño. Tampoco colaboran el azúcar y el café porque aumentan los niveles del cortisol.

- Aunque la mejor forma de estimular la antidepresiva vitamina D es tomando el sol, se puede optar por un suplemento.

Recuperar el deseo

Si no hay buena comunicación, tampoco hay buen sexo. “Como sexóloga desatascadora de parejas trabajo de adentro hacia fuera y sé que los problemas tienen orígenes más profundos que no siempre se arreglan poniéndose un traje nuevo o yendo al peluquero”, enfatiza María Paz Ruiz. “Así que te recomiendo que le vuelvas a confiar a tu pareja lo que deseas, lo que fantaseas y lo que te vuelve loca en la cama. Si algo no te gusta, es tiempo de decírselo, nadie más lo hará por ti”.

El preámbulo es clave.

Así lo asegura la especialista en salud femenina Marilyn Glenville: “Es parte esencial de la excitación y empieza incluso antes de tocar al otro. Sentirse sexi es una idea en tu cabeza que estimula reacciones físicas en el cuerpo. Una estrategia es establecer un ambiente propicio, como un baño bajo la luz de las velas”.

Reconectarse con el cuerpo. Para la experta, quienes no se sientan atractivas deberían considerar la masturbación un deber. “Es una buena manera de despertar la sexualidad y liberar tensiones. Y deja de pensar en lo que los medios dicen que es la belleza o lo deseable y concéntrate en lo que te gusta de ti”. Otra medida es hacer ejercicio: no solo mejora el estado de ánimo y el flujo sanguíneo, también la autoestima.

Que se note el amor.

“No menosprecies la importancia de las caricias y el contacto sin fines sexuales”, añade Glenville. Por eso, recomienda poner en la lista de prioridades un tiempo exclusivo de pareja.

Mientras más se practica, más ganas dan. Las estadísticas muestran que existe un círculo vicioso: las mujeres que tienen menos sexo terminan teniendo menos libido. “Si necesitas un incentivo piensa que las que lo hacen al menos una vez por semana, tienen ciclos menstruales más regulares”. No sobra hacer planes novedosos que resultan detonantes del deseo.

Ojo con la testosterona.

“La terapia con esta hormona puede ayudar si tus niveles están bajos, pero el tratamiento necesita ser monitoreado cuidadosamente por un médico”, aclara la doctora Sohère Roked.

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