Tener un amante, o como se le conoce comúnmente 'arrocito en bajo', no significa que este sea la garantía de una relación seria a largo plazo, pero si se cocina bien, es probable que suceda. El gran problema es cuando se quema o se pega.
Lo mejor de este tipo de relaciones es que no es necesario tener contacto todos los días, reportarse para salir con sus amigos y tener que ir a conocer a la familia un domingo, de esos que lo único que quiere hacer es tener una estrecha relación con su cama y su televisor. De hecho, son ideales para esos días en los que quiere salir a comer su plato favorito, tomarse unas cervezas o simplemente disfrutar de un día lluvioso al lado de alguien con quien se siente cómoda.
Sin embargo, y como – en las relaciones de pareja- todo no puede ser perfecto. Hay ‘arrocitos’ que por exceso de fuego se pueden quemar o, en el peor de los casos, pegarse. En el primer caso, sucede que en el inicio el panorama pinta color de rosa: salen, se divierten y ambos aciertan en el proceso de seguir conociéndose, pero, de repente, usted pierde el interés, ya sea por un detalle del personaje que no está dispuesta a negociar o porque no quiere seguir perdiendo el tiempo con una relación que no va a ningún lado. En el segundo, el tema es mucho más complejo, ya que, a pesar de haber acordado que ninguno de los dos le metería sentimientos al asunto, el otro hizo caso omiso, pensando que ambos estaban en la misma línea, pero por desgracia no fue así.
Entonces, lo que antes parecía el mejor free de su vida, se convierte en un drama sin final. Y es que en esta situación no vale haber sido clara desde el comienzo, ni llegar a acuerdos con su ‘arrocito’, pues el agua que le puso a la olla no fue suficiente para que el fuego no hiciera de las suyas.
Cualquiera de estas tres situaciones puede pasar. Normalmente, entre más diga que no va a involucrar sentimientos, es cuando la frase de las mamás: “No diga de esta agua no beberé” aplica a la perfección, y usted termina comiéndose sus palabras.