La madre de Roberta en la novela se ve totalmente diferente y para algunos ya se excedió con las cirugías.
Uno de los personajes que se ganó el amor de los fanáticos de RBD fue el de Alma Rey, la mamá de Roberta Pardo, interpretada por la cantante Ninel Conde, quien en ese entonces tenía 28 años.
Esta mujer se dio a conocer cuando tan solo tenía 19 años, después de ganarse el concurso de belleza Señorita Estado de México. Desde ese momento se convirtió en una figura pública bastante glamurosa, que siempre quería verse bien y con una figura envidiable.
Después de esto, decidió comenzar a estudiar para perfeccionarse en actuación y canto, lo que la llevó a prepararse con grandes maestros dentro del mundo del espectáculo en su país.
Los primeros personajes que obtuvo la actriz en la pantalla chica fueron en ‘Bajo un mismo rostro’, ‘Luz clarita’, ‘Catalina y Sebastián’ y ‘Besos prohibidos’, todos proyectos que realizó entre 1995 y 1999.
Después llegaron nuevas propuestas en producciones como: ‘La revancha’ en el 2000 y ‘Como en el cine’ en el 2001. Y en 2004 le hicieron una de las propuestas más importantes de su carrera, interpretando a Alma en ‘RBD’.
Cabe mencionar que no todo han sido telenovelas en su carrera, también trabajó en programas de entretenimiento como en ‘Lo que callamos las mujeres’ y ‘Al derecho y al Derbez’, junto con Eugenio Derbez. Sin olvidar su paso por el reality show ‘Big Brother’.
Desde su primera aparición en la pantalla chica ha arrancado suspiros por sus enormes curvas que con el tiempo le han permitido adquirir muchos más admiradores.
Las cirugías estéticas siempre han sido sus mejores aliadas, se operó los senos, la cola, se ha hecho varios procedimientos en el abdomen y torso y claramente su rostro tiene bastantes retoques para disimular esos 45 años que hoy en día tiene.
No obstante, por una de sus últimas publicaciones, sus seguidores se preocuparon totalmente, pues al parecer ya se habría pasado de obsesionada con hacerse cosas en su cara y quedó totalmente irreconocible y exagerada, a tal punto de que ya no le ven ningún atractivo. Por lo anterior, se puede inferir que Conde se volvió adicta al bisturí y a las agujas.