La actriz no suele mostrar muchas imágenes sobre sus relaciones.
Una de las actrices más icónicas de la televisión colombiana es Carolina Gómez. Aunque su vida en medio de la farándula nacional inició apenas a los 18 años con su paso por el certamen de Señorita Colombia y luego en Miss Universo, lo cierto es que Carolina ha resaltado por su belleza, pero también por su talento para la actuación.
Lo que muchos no saben es sobre algunos detalles de su vida privada. La actriz cuenta con más de un millón de seguidores solo en su cuenta oficial de Instagram, pero muchos de ellos no conocen si tiene un esposo e incluso si la bella caleña tiene hijos.
Hace unos meses, Carolina Gómez se robó el corazón de los televidentes colombianos por su participación en el concurso de “MasterChef Celebrity Colombia”.
Allí, Carolina era una de las favoritas no solo por sus desconocidas habilidades para la cocina sino también por su carisma y compañerismo, aspectos con los que también enamoró a sus colegas en el programa.
Lo que muchos no saben es que hace casi 20 años, Gómez tuvo un mediático romance con el galán de novelas Martin Karpan.
El argentino y la colombiana aseguran haber tenido un romance muy sano que terminó en las mejores condiciones. Incluso se encontraron en medio de las grabaciones del reality de cocina y recordaron los buenos momentos juntos:
“Yo adoro a Martín, somos amigos hace muchos años... Te quiero, ese corazón tan divino que tienes, que lo sigas esparciendo en esos sabores”.
Después de este romance, Carolina se ha casado tres veces. La primera ocasión fue con Nicolás Hoyos, quien llegó a ser el padre de su primer y único hijo, Tomás Hoyos.
Luego del divorcio, Gómez tuvo una boda con el periodista y locutor Jaime Sánchez Cristo, hermano de Julio Sánchez Cristo, director de la W Radio.
El empresario Borja Aguirre fue el último divorcio de Carolina. La actriz reveló hace unos meses en sus redes sociales que después de más de una década juntos habían decidido tener una ruptura amigable.
“Fueron 11 años de aventuras, muchas emociones y grandes aprendizajes. A veces queremos apegarnos a esos pequeños momentos...a esos instantes que nos llevan a tocar el cielo con las manos. Sin embargo, la realidad es que esos momentos deben ser duraderos, deben ser más la cantidad de ellos que menos”.