La barranquillera reafirmó su conexión con Colombia con un recorrido musical que abarcó tres décadas de éxitos, impactantes cambios de vestuario y una producción visual diseñada para que todos disfrutaran del espectáculo.
Bogotá se convirtió en el epicentro de la emoción y la nostalgia, y es que Shakira regresó a la capital con su esperada gira “Las mujeres ya no lloran”. El estadio El Campín fue testigo de dos noches que quedarán grabadas en la memoria de los más de 80.000 asistentes que corearon cada una de sus canciones con una intensidad palpable en el aire.
Desde el primer momento, la barranquillera hizo sentir su emoción por estar de vuelta en Colombia. “No hay mejor reencuentro que el de una loba con su manada. Colombia, somos uno”, fueron sus primeras palabras al público, que llevaron a una ovación ensordecedora. Y es que, para Shakira, Bogotá no es solo una ciudad más en su tour, es el lugar donde todo comenzó, donde produjo su icónico álbum Pies descalzos y donde cerró su última gira mundial “El Dorado”. Volver a este escenario significaba reconectar con su esencia y con la gente que la ha seguido desde sus inicios.
Los shows arrancaron con La fuerte, una canción que marcó el tono de las dos noches: poderosas, emotivas y vibrantes. Desde ese instante, la cantante no dio tregua y ofreció un recorrido musical que abarcó más de tres décadas de carrera. Con cada canción, el estadio se convertía en un mar de luces y voces que acompañaban a la artista en su regreso triunfal. Las de la intuición, Estoy aquí, Empire, Inevitable y TQG fueron algunas de las más coreadas, mostrando la versatilidad de Shakira para moverse entre el pop, el rock y el reguetón con una naturalidad impresionante.
Uno de los momentos más emotivos llegó con Acróstico. En las pantallas gigantes, aparecieron imágenes de sus hijos Milan y Sasha cantando con ella, lo que desató lágrimas entre los asistentes. Fue un instante de vulnerabilidad y conexión genuina, donde la artista mostró su faceta más personal y maternal.
Pero Shakira no solo apeló a la nostalgia, también sorprendió al público con un detalle inédito en su gira: por primera vez interpretó Te aviso, te anuncio en español, en lugar de la versión en inglés Objection (Tango), una decisión que fue recibida con euforia por los fans. Esto demostró que, a pesar de su éxito global, su corazón sigue latiendo al ritmo de su lengua materna.
El concierto no solo fue un despliegue vocal y escénico impecable, sino también una celebración de la cultura latina. La energía subió al máximo con Copa vacía, La bicicleta y La tortura, temas que pusieron a bailar a todo el estadio. Luego, con Hips Don’t Lie, Shakira hizo honor a su icónica frase “las caderas no mienten”, y el público se entregó por completo a la fiesta. También hubo espacio para su faceta más salsera con Chantaje, Addicted to You y Loca, y para la melancolía con Antología, que fue acompañada por una ligera lluvia que añadió un toque cinematográfico a la velada.
Un aspecto destacado de la producción fue el impresionante trabajo en pantallas, diseñado meticulosamente para que todos los asistentes, sin importar su ubicación en el estadio, pudieran disfrutar de cada detalle del show. Los visuales no solo complementaban la atmósfera de cada tema, sino que permitían que la conexión con la artista fuera total, proyectando de cerca sus gestos, movimientos y momentos emotivos. La tecnología de alta definición y los efectos visuales sincronizados con la música lograron que cada rincón de El Campín vibrara al unísono con Shakira.
Por supuesto, los fanáticos de la barranquillera también hicieron lo suyo al armarse con tecnología de punta para guardar los mejores recuerdos. En Fucsia hicimos lo mismo y nos fuimos para el concierto acompañados del Samsung Galaxy S25 Ultra.
Para destacar: 1. Su zoom de hasta 100x, con el que fue posible captar hasta el más mínimo detalle, sin importar la ubicación. 2. La edición de fotos y videos está cada vez más afilada, y gracias a la inteligencia artificial es posible borrar en cuestión de segundos aquel ruido que es molesto, o ese detalle que no queremos que aparezca en una imagen. 3. Con la nueva actualización de Gemini fue posible planear el viaje hasta el estadio, preparar el outfit según el clima y hasta compartir imágenes sin interrumpir la experiencia.
Otro aspecto que no pasó desapercibido fueron los impactantes cambios de vestuario de Shakira. La artista inició sus espectáculos con un impactante atuendo rojo con transparencias que capturó de inmediato la atención del público. Para los momentos más íntimos, como Acróstico, optó por un vestido fluido en tonos claros que resaltaba la emotividad de la canción. Cuando llegó el momento de desatar su energía con Hips Don’t Lie y Waka Waka, eligió un conjunto dinámico que le permitió moverse con su característica agilidad. Además, hizo un guiño a su faceta rockera con una chaqueta de cuero y botas altas durante Inevitable y Te aviso, te anuncio. Cada prenda fue cuidadosamente elegida para complementar la narrativa del show y aportar una dimensión visual que hizo la experiencia aún más inolvidable.
La recta final comenzó con Suerte (Whenever, Wherever), Waka Waka y Loba, momento en el que un inflable gigante de este animal apareció en el escenario, simbolizando la fuerza y el renacer de la artista. Para despedirse, interpretó BZRP Music Session #53, dejando claro que, a pesar de los altibajos personales, sigue siendo una de las artistas más influyentes del mundo. “Muchas gracias, Bogotá. Te amo, Colombia”, dijo con la voz entrecortada por la emoción.
Los dos conciertos de Shakira en Bogotá fueron más que un espectáculo: se trató un reencuentro lleno de amor, pasión y orgullo por sus raíces. Dos noches que reafirmaron que su conexión con Colombia sigue intacta y que, pase lo que pase, su público siempre estará ahí, esperándola con los brazos abiertos.