Y en redes sociales no se hicieron esperar los comentarios.
Este sábado se hizo oficial la llegada al poder de Carlos III, convirtiéndose en el nuevo rey del Reino Unido. Su coronación estuvo llena de varios momentos, y sin duda, uno de ellos se robó toda la atención.
Carlos y Camila fueron coronados como rey y reina consorte en una ceremonia religiosa auspiciada por el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, líder espiritual de la Iglesia de Inglaterra.
Con la mano sobre la Biblia, el rey prestó juramento. Después, en la parte considerada más sagrada de la ceremonia, el arzobispo Welby ungió las manos, el pecho y la cabeza del monarca, pero nada de esto se vio en la pantalla chica.
Esta parte de la ceremonia es considerada como un nuevo bautismo, y es algo tan personal y privado, que no es permitido que todas las personas la vean. Por eso, Carlos III fue escondido en un biombo para este instante.
Luego de esto, el monarca regresó a la pantalla y junto a los televidentes e invitados fue protagonista de uno de los momentos más esperados: tener en su cabeza la corona.
El momento en el que el nuevo rey es escondido ante las cámaras los podrás ver a continuación:
Las calles de Londres se tiñeron este sábado de rojo, blanco y azul, los colores de la bandera británica, para la coronación del rey Carlos III, y miles de personas abarrotaron desde bien temprano los alrededores del Palacio de Buckingham.
Como estaba previsto, el rey, de 74 años, y su esposa, Camila, de 75, empezaron a desfilar por el centro de la ciudad en una carroza hasta la cercana Abadía de Westminster, donde Carlos fue coronado.
Miles de admiradores de los monarcas madrugaron o llevan varias noches durmiendo en tiendas de campaña tras las barreras colocadas en The Mall, la gran avenida que parte del Palacio de Buckingham.
Además de las personas en la calle y los televidentes, los nuevos reyes estuvieron acompañados por unos 2.300 invitados.
El arzobispo de Canterbury colocó la corona de San Eduardo sobre la cabeza del rey. Y su esposa Camila fue coronada inmediatamente después de un modo similar pero más sencillo.
Sustituyendo el tradicional homenaje de los aristócratas, durante la ceremonia el religioso invitó a jurar lealtad al nuevo rey, una primicia histórica que busca la democratización de la ceremonia, pero que provocó fuertes críticas de los antimonárquicos.
Aunque el rey quiso una ceremonia más moderna y sencilla que la de su madre, en un contexto de grave crisis por el disparado coste de la vida, se utilizaron tres coronas engarzadas de diamantes: una para Camila y dos para Carlos III, ya que la de San Eduardo solo se lleva en el momento preciso de la coronación.
También fueron protagonistas varios ropajes antiguos bordados con oro que el rey fue vistiendo progresivamente durante la ceremonia, tres cetros, una espada cubierta de piedras preciosas y un par de espuelas de oro.