“¿Cuál es la historia más auténtica y hermosa que puedes imaginar acerca de tu vida en este momento?”
Leí esta pregunta en el libro “Indomable” de Glennon Doyle y me dejó pensando muchísimo, porque, además, Glennon agrega que… ¡escribas la respuesta!, y así podrás ver en el papel eso que tanto quieres ser o tener, pero no eres ni tienes (por las razones que sean).
Entonces, hice el ejercicio…
Escribí la historia más auténtica y hermosa que pude imaginar de mi vida como mujer, mamá, esposa, hija y profesional. El efecto al principio fue doloroso y angustiante, pero luego se volvió dócil, fresco y estimulante. ¡Ahí estaba pintada la vida de mis sueños!
Y volví a leer lo que escribí con un poco de melancolía…
Empecé a contar las cosas que he hecho para encajar, ser aceptada y cumplir… También conté lo que he dejado de hacer para poder encajar, ser aceptada y cumplir con todo el mundo…menos conmigo.
Todo este cuestionamiento me hizo buscar como loca la felicidad, la paz y la “vibración alta” en libros, cursos y retiros. Caí presa en una especie de red del desarrollo personal que, más que hacerme bien, me puso bajo presión.
Fue como una nueva dictadura que tampoco me dejaba ser yo, en la que no se me permitía darle permiso a mi mal genio, a la melancolía y a los inspiradores días malos; en la que los pensamientos catastróficos, mis pesares esporádicos y mis preocupaciones normales de gente normal ya no cabían. Lo mío se volvió un “bienestar forzado” que pronto salió a la superficiecomo lava volcánica volviendo todo peor.
“Ámate”, “ama tu cuerpo”, “si yo pude, tú puedes”, “al cielo es el límite”, “si lo crees, lo creas”, “puedes lograr todo lo que te propongas”, “todo es cuestión de actitud”, “agradece todo lo que te pasa. Todo”.
No, mira, no. Lo he intentado y no, no he podido lograr todo lo que me he propuesto, no he creado todo en lo que he creído, no me he amado todos los días de la misma forma y me parece que el cielo es inalcanzable y no se debe usar como punto de referencia. Eso.
Tampoco me da miedo no ser exitosa, fracasar, perder, ¡no me da miedo, carajo; si eso es lo que me ha hecho crecer!
Porque se ha vuelto muy fácil hablar de amor propio, cosas positivas y éxito de forma mágica y abstracta, y mirar cientos de cuentas de Instagram y Tik Tok con la misma historia, una historia que ni su misma influencer se cree.
Porque yo pienso que el amor propio, como todo en la vida,fluctúa, sube y baja, no se mantiene en el mismo lugar y depende de otras taaaantas cosas como las circunstancias, la gente a tu alrededor, las creencias con las que vives, los límites que pones y hasta la plata que tienes.
¿Y sabes lo que pasa cuando la nueva presión es tener que amarte a ti misma y ser feliz cuando no sabes ni siquiera qué es eso? ¡Frustración, amigui!
Este optimismo mentiroso de las redes y las camisetas, esta creencia impuesta de que, si estás brava, triste, contrariada yconfundida algunas veces, careces de actitud positiva; que, si fracasaste y te fue mal, fue todo por ti, porque no visualizaste bien lo que querías, porque no vibrabas alto, porque tú, solo tú eres responsable de TODO lo malo que te pasa.
Y ahí está el yugo: sentirse mal, porque te sientes mal; porque no lo logras, porque no eres exitosa, atractiva, cuerpo hermoso, la mejor, la más contenta, la más positiva y la que acepta todo con agradecimiento. Nos preocupamos más por lo anterior, pero no por ser la más auténtica, porque ser auténtica tiene, a veces, un precio altísimo.
Te tengo noticias: lo que pasa es que eres un ser humano.
Un ser humano con una vida que se mueve con el entorno, con el resto del mundo. Un ser humano que algunas veces no tiene mucho dinero para darse los gustos que dan felicidad (felicidad cortica, pero felicidad al fin), que se acaba de divorciar, que tiene problemas con la comida, que se obsesiona con el trabajo, que tiene hijos, que no los puede tener o que acaba de perder a un ser que ama.
Y sí. En algo estoy de acuerdo: desde adentro de todas nosotras suceden cosas que impactan en lo que sucede afuera.
El trabajo para estar mejor cada día es interno y retrospectivo,no hay duda, y eso es lo más difícil de hacer porque implica ir a mirar cosas que nos incomodan y que a veces nos llevan areconocer lo que ya no queremos, lo que ya no nos gusta, lo que ya no se parece a nosotras como antes.
Esa introspección, como dice Glennon, implica morirnosalgunas veces, para volver a nacer como nuevas, y eso cuesta. Lo sé.
Para mí, quererme es validarme y decirme a mí misma: mañana, ojalá, será un mejor día; mañana lo intentarás de otras formas o mañana dejarás de hacer eso que te está jodiendo la vida.
Eso sí, con los pies bien puestos, sin pájaros preñados en la cabeza.
Así que he decidido que el bienestar no se vuelva una dictadura, porque no debería serlo. Estar bien es un proceso, un eterno aprendizaje, un ir y venir; pero para mí no termina nunca, no es una meta. Estar bien es un modo de vivir, pero dejando atrás esa tontería de que el cielo es el límite, porque te hace tanto daño como no querer intentarlo de nuevo.
En vez de mirar hacia el cielo, mira hacia adentro de ti… allí están las respuestas. Te lo prometo.
“Puede que nos lleve toda una existencia. Afortunadamente, una existencia es el tiempo exacto que tenemos. Materialicemos, desde las profundidades de nuestra alma: la vida más auténtica y hermosa que podamos concebir, el mundo más auténtico y hermoso que podamos aspirar.
Ahora pongámoslo por escrito.
Miremos lo que hemos escrito y aceptemos que no son quimeras; son nuestros mandatos. Son los proyectos de nuestras vidas, familias y mundo. Glennon Doyle – Indomable
* Las opiniones dadas por Maricarmen Cervelli no representan la opinión de la revista Fucsia.