Opinión

Cuidar de otres

Lina Aristizábal, 3/6/2022

Si algo está claro es que necesitamos que esta generación tenga más inteligencia emocional.

Lina Aristizábal, columnista invitada Fucsia | Foto: Fucsia

No sé ustedes, pero yo, a mis 34 años, aún sigo aprendiendo a cuidar de mí y a hacerme responsable por mis emociones y reacciones. Definitivamente, no era para esto que soñaba ser adulta, ¡qué vaina más difícil!

Cuando creo que hice bien la tarea y que ya aprendí a manejar mis emociones y a cuidar mis reacciones, la vida me pone en situaciones, como midiéndome el aceite, para darme una lección de humildad y mostrarme que aún me queda mucho por aprender. Y en esas se me van los días y los meses, y seguramente se me irá la vida.

Al comienzo peleaba con esta idea porque soy de las personas que quiere todo ya, pero finalmente, hice las paces con que ese será probablemente el aprendizaje de toda mi vida. Ya lo acepté. A propósito, es impresionante cómo cambia la vida cuando en vez de pelear o resistirnos a los aprendizajes, simplemente los aceptamos y ya.

Ahora, enseñar a otres a reconocer y a transitar sus emociones me parece todo un reto si se tiene en cuenta que todavía me cuesta tanto. Aún hoy sigo reaccionando de forma adolescente, por ejemplo. En mi casa ya hasta acuñamos el término ‘adolescentonta’. Qué pena con ustedes, generaciones futuras, pero a la mía le hizo mucha falta hablar de sus emociones y se nos fueron acumulando ahí sin darnos cuenta. Por eso todes necesitamos terapia.

Quiero que mis hijes sean inteligentes emocionalmente y eso me obliga a serlo para que puedan aprenderlo a través de mi ejemplo. Tengo un bebé de 4 meses y otro que está en sus “terribles dos”, lo que significa constantes berrinches y pataletas. Entender que no me lo debo tomar personal es una prueba de fuego que me exige un gran ejercicio de presencia y no siempre es fácil, porque también estoy lidiando mis propias batallas.

Sé que a muchas mamás nos llena de culpa no poder ver que estos berrinches no tienen nada que ver con nosotres, que simplemente están sintiendo muchas cosas que no saben cómo procesar ni manejar porque no tienen las herramientas que se supone que nosotres sí tenemos. Y sí, no siempre tenemos la paciencia para aguantar gritos y llantos, para hablar, explicar y repetir. Y aunque la tuviéramos toda y fuéramos el mismísimo Dalai Lama, hay momentos en los que simplemente no podemos hacer más que dejarles sentir y acompañarles a transitar sus emociones. Y eso cuesta mucho. Además, a veces tiendo a ser como mi mamá y quiero resolverles todo, hasta los sentimientos. Y no quiero que mis hijes repitan mi camino. Quiero que sean libres para construir el suyo, además, si algo está claro es que necesitamos que esta generación tenga más inteligencia emocional.

P.d. Estoy comenzando a visualizar mi viaje a India. Y les tengo que confesar que tengo ganas de irle a preguntar al Dalai Lama cómo hace para manejar tan bien sus emociones.

Sobre mí

Soy Lina Aristizábal. El cartón que me dieron dice que soy politóloga y periodista. En mi corazón soy una madre, yogui y aprendiz de ceramista. Escogí hacer yoga como un camino de sanación y encuentro. Doy clases de yoga para todo tipo de personas, hago sesiones de reiki, doy clases de cerámica y en mis pocos tiempos libres hago platos de cerámica con amor.

Soy una mamá real que siempre te dirá las cosas como son, desde el amor. Soy una persona que diariamente se reta a sí misma para demostrarse que se puede vivir en unión con nuestra esencia divina. ✨En YOGA✨

* Las opiniones dadas por Lina Aristizábal no representan la opinión de la revista Fucsia.

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