Existe una brecha entre ser exigente e insoportable. Y es muy amplia. La primera es una respuesta originada por el amor propio; la otra es solo puro apego a la soltería.
No es nada del otro mundo. Simplemente es lo mínimo que se debe exigir: que la persona se entregue por completo y no a medias; que si está dispuesto a tener algo, por lo menos se le vean las ganas de poner todo de sí para que funcione ¿Es mucho pedir? ¡No lo creo!
Es el principio de la reciprocidad. Creo con firmeza que el éxito de una relación se basa en eso. Así que si no existe, lo mejor es dar un paso al lado y dejar ir. ¿Para qué seguir desgastándose en algo que, desde el principio, sabemos que no tiene futuro? Y también hay que superar el pasado por eso te contamos cómo sacarte a tu ex de la cabeza y del corazón según Walter Riso.
Soy partidaria de las segundas oportunidades. Estoy segura de que nadie es perfecto y que uno no puede arrojar por la borda todo lo construído por un detalle, si se puede cambiar o si se trató de un momento de efervescencia y emociones desbordadas. Pero, ¿cuando es repetitivo?, ¿cuando nos quedamos esperando algo que nunca va a llegar?, ¿cuando definitivamente sentimos que gracias a nosotras es que la relación se mantiene? Nada qué hacer. En este punto es cuando el amor propio debe actuar y en el que nos debemos preguntar, ¿yo me merezco tan poco? Lo más seguro es que no.
Y es que en una relación hay ciertas cosas que no se deben pedir. Ni un beso, ni un abrazo, ni que le hagan el amor. Y mucho menos que la amen. Cuando hay amor eso se nota, se siente, no hay que forzar absolutamente nada. Pero cuando no, en cambio hay temor, inseguridad y desconfianza. Aprende como se puede decir adiós con amor.
De hecho, creo que el amor surge de una sucesión de pequeños detalles, de esos que hacen suspirar, de esas sorpresas que dibujan una sonrisa en el rostro. Palabras que no se quedan ahí, sino que se reafirman con acciones que nacen del corazón. Ya decía Oscar Wilde que uno no puede ser feliz con alguien que lo trata como a una persona normal, así que probablemente sepas por qué el segundo amor es mejor el primero.
En conclusión, así como me encanta el café de las mañanas bien caliente, asimismo prefiero que sea el amor. Muy caliente. De ese amor que probamos y no paramos de hacerlo nunca más. Un amor completo, que llene el alma; no que nos arroje a un abismo, sino que nos saque de él. Que nos hace sentir tan especiales para alguien, que tenemos la seguridad de que con otro no se sentiría igual.
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