Opinión

Resignificar el dolor

Lina Aristizábal, 17/6/2022

Lamentablemente, hoy todavía estamos en una sociedad patriarcal en la que el cuidado de los hijos e hijas recae principalmente sobre las madres.

Lina Aristizábal, columnista invitada Fucsia | Foto: Fucsia

Sufrí violencia obstétrica en mi primer parto. Tuve imágenes muy fuertes y dolorosas que me llevaron a una larga depresión posparto. Por mucho tiempo fui la ‘víctima’ de una ginecóloga que no respetó mis decisiones y que me maltrató física y verbalmente, hasta que volví a quedar embarazada y quise darme, por amor a mí, una historia diferente.

A través del yoga, me preparé física, mental y emocionalmente para tener el parto que quería y no pude tener. Saldé la deuda que tenía conmigo misma: tuve un parto en casa respetado, lleno de amor y tan rápido y sencillo que mi partera no alcanzó a llegar. Mi bebé nació a su propio ritmo y tiempo, de forma tranquila y amorosa. Fue una experiencia divina que me permitió redimirme, ser mi propia heroína y recuperar el poder sobre mi cuerpo que muchas veces se nos quita a las personas gestantes. Además, pude resignificar todo el dolor que había acumulado y usarlo para construir una realidad más amorosa para mí.

En este momento, estoy atravesando una situación que me invita a recordar esta experiencia para, una vez más, darle al dolor un nuevo significado y propósito. Acabo de volver de mi licencia de maternidad, con la ansiedad y tristeza de separarme de mis bebés, para encontrarme con que debo buscar otro trabajo. Mi jefe me pidió la carta de renuncia y, aunque sé que es lo mejor para mi bienestar emocional, ya que no es el lugar donde puedo ser y vivir mi maternidad con tranquilidad, no deja de ser doloroso. Por un lado, porque quedarse sin un ingreso económico es asustador y más cuando se tienen dos vidas a cargo. Y por otro, porque las que somos mamás sabemos que encontrar trabajo cuando se tienen bebés es muy difícil.

Socialmente, nos acostumbramos a huirle a lo que nos incomoda y a voltear la mirada, como si “lo que no vemos, no existe”. Sin embargo, la realidad es que muchas personas gestantes y madres nos sentimos discriminadas no solo a la hora de buscar trabajo, sino también en los espacios laborales. Y eso nos llena de culpa, como si no fuera suficiente con la que ya cargamos por tantos estándares sociales.

Lamentablemente, hoy todavía estamos en una sociedad patriarcal en la que el cuidado de los hijos e hijas recae principalmente sobre las madres. Sé de muchas mujeres que quisieran ser mamás, pero sienten miedo de perder su carrera profesional. Esto es, al menos para mí, una gran falla en nuestra sociedad. El Estado debe poder garantizarles a las personas la libertad para construir sus proyectos de vida sin que se sientan culpables por sus decisiones.

Quedarme sin trabajo en este momento es difícil, pero como no quiero ser de nuevo una víctima en mi propia historia, quiero que el propósito de esta experiencia en la que sentí herida mi maternidad sea una causa que reivindique los derechos que tenemos como madres. Criar es una tarea muy difícil y la sociedad debería apoyar de todas las formas posibles esta labor y ser un espacio seguro de contención.

Sobre mí

Soy Lina Aristizábal. El cartón que me dieron dice que soy politóloga y periodista. En mi corazón soy una madre, yogui y aprendiz de ceramista. Escogí hacer yoga como un camino de sanación y encuentro. Doy clases de yoga para todo tipo de personas, hago sesiones de reiki, doy clases de cerámica y en mis pocos tiempos libres hago platos de cerámica con amor.

Soy una mamá real que siempre te dirá las cosas como son, desde el amor. Soy una persona que diariamente se reta a sí misma para demostrarse que se puede vivir en unión con nuestra esencia divina. ✨En YOGA✨

* Las opiniones dadas por Lina Aristizábal no representan la opinión de la revista Fucsia.

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