Unidos por la pasión de la cocina, Alejandro Fonseca e Iván Cadena coincidieron de manera reiterada en trabajos alrededor de los cuales se hicieron amigos y, años más tarde, socios de un restaurante de hamburguesas llamado Apache y actualmente de una empresa de catering conocida como La Guardia.
“Empecé haciendo prácticas en Harry Sasson cuando aún era estudiante de Administración de Empresas de la Universidad de los Andes, y descubrí que lo mío era la cocina. Luego me fui para Vancouver a estudiar artes culinarias”, cuenta Alejandro Fonseca, a quien esa experiencia lo impulsó para viajar a Tailandia con el fin de aprender más.
Por su parte, Iván Cadena desarrolló una formación más empírica, perfeccionada a través de talleres y trabajos en restaurantes de diversas especialidades que lo convirtieron en un excelente cocinero. Hace nueve años, Alejandro e Iván se conocieron en la apertura de Astrid y Gastón, como miembros del equipo de cocina, y aunque se cayeron bien, cada uno tomó un rumbo distinto. Pero, por cosas del destino, pasados tres años se encontraron de nuevo, esta vez trabajando en Perú para el chef Virgilio Martínez, del restaurante Central de Lima, y al regresar a Colombia concluyeron que debían iniciar un negocio propio.
En 2010 arrancó La Guardia, que funciona en una casa de Chapinero Alto remodelada e intervenida por la Galería Nueveochenta, un espacio que suscita familiaridad con los clientes. El concepto, que permanece vigente, es ofrecer en diversos eventos un catering que se diferencia y destaca frente a la competencia, respaldado por un equipo de siete cocineros de planta. “Logramos llenar un espacio en medio de estas grandes empresas gracias a nuestro conocimiento como cocineros. Nuestro primer cliente grande fue Bavaria y a partir de esta experiencia despegamos con eventos corporativos. Desde el año pasado incursionamos en el servicio para matrimonios, celebraciones en las que no manejamos una carta como tal, sino que adecuamos los platos a lo que los novios necesiten, donde lo necesiten”.
Esa personalización, sello distintivo de La Guardia, se gesta desde el primer encuentro con los novios, que deben darse con un mes de anticipación. En este acercamiento ellos definen cómo va a ser su boda y cómo les gustaría que fuese el banquete. Luego de un par de días, Alejandro e Iván les envían una cotización y hacen la prueba de degustación. “Según lo acordado, conseguimos los productos más frescos de la zona en huertas cercanas o con proveedores distintos, para incorporarlos al menú definitivo. Tenemos pasabocas de $2.800 a $4.500, entradas que cuestan de $28.000 en adelante, y platos fuertes que oscilan alrededor de los $35.000”.
En un reciente matrimonio en el que prestaron el servicio de catering, les ofrecieron a los invitados como entrada una milhoja de cangrejo azul y arracacha con emulsión de aguacate, acompañada de puré de papa y brotes de cilantro cimarrón. El plato fuerte consistió en una pierna de cordero glaseada con puré de plátano maduro y queso brie, además de verduras baby orgánicas, grilladas. Cerraron con una tartaleta de bocadillo cremoso de hinojo y frutos rojos. “Recientemente implementamos la tendencia de platos para compartir. En un matrimonio pusimos sobre la mesa unos espárragos grillados con lonjas de queso parmesano, una ensalada de quinua con vegetales y almendras tostadas, y otra de lechugas frescas de la huerta con una vinagreta de limonaria. Nuestra propuesta es hacer de la celebración una gran comida, al mejor estilo italiano”, concluye Alejandro.