La diseñadora Isabel Henao, creadora de tantos vestidos de novias, corta y le hace retoques ahora al suyo, lleno de detalles naturales y románticos, para celebrar la certeza del amor.
Desde muy joven, la diseñadora Isabel Henao ha tenido que lidiar con la producción de grandes colecciones, desfiles y campañas publicitarias. Sin embargo, nada de eso que había experimentado en el pasado se parece a lo que le exige su mayor atención por estos días. Ningún compromiso fue igual, ninguna pasión tuvo que ser tan genuinamente descrita en un vestido y en los detalles. Esta vez no solo se trata de celebrar su genio e inspiración, se trata de celebrar el amor. Va de blanco al altar.
Sus jornadas de trabajo arduo, creando vestidos exquisitos, le han enseñado que la planeación y la logística no pueden alejarla del disfrute esencial de lo que está haciendo. “A veces la parte logística de un matrimonio se convierte en una carga de estrés y nunca debe llegar a eso. Es importante, como lo hago en cada una de mis colecciones, estar rodeados de las personas adecuadas para que los novios estén tranquilos y disfruten todo el proceso”, dice Isabel Henao, para quien además es fundamental ser fiel a la propia esencia. “Para mí, es esencial el trabajo en equipo, y en la planeación de un matrimonio más que nunca, porque es el compañero con el que tendrás que afrontar muchos retos en la vida. Así que el matrimonio debe reflejar la personalidad de los novios y su relación. Aun así, es importante entender la dinámica de cada pareja y saber que no todo está escrito”.
Isabel hilvana los últimos detalles de ese vestido que la ataviará para una nueva etapa de su vida: la del amor maduro y cómplice. Ella, que miles de veces ha oído los deseos de las novias y ha convertido esos sueños en una combinación única de telas y pedrería blanquecina, esta vez tiene que coser su propio vestido, darles forma a sus anhelos.
“Como siempre se lo sugiero a las mujeres a quienes les diseño sus trajes de boda, creo que hay tres elementos que siempre se deben tener en cuenta en el momento de decidirse por un vestido. El primero, conocer tu propio cuerpo. Es esencial tener claras nuestras debilidades y fortalezas. Así, podemos concentrarnos en destacar lo que adoramos y no llamar la atención hacia las fallas. El segundo es imprimirle al vestido un estilo y una personalidad. Una novia debe ser una versión de ensueño de sí misma, y no tratar de verse como alguien que no es en su boda. Esto en lo concerniente tanto al vestido como al matrimonio en general. Finalmente, la belleza debe ir de la mano de la comodidad, ¡si no estas cómoda con tu vestido ni con lo que llevas puesto, no te verás bella! Esa es mi consigna. Por esto es importante tener en cuenta las condiciones del lugar, como temperatura y alrededores, para asegurar una sensación de bienestar durante todo el tiempo de la celebración. Si un vestido es demasiado apretado o los zapatos terriblemente incómodos, no vas a disfrutar tu matrimonio”.
Después de un silencioso trabajo en el taller, que la ha ayudado a cristalizar eso que quiere en realidad para su matrimonio, ha optado por una celebración tranquila y especial, sin protocolos estrictos, en la que las familias de ella y su futuro esposo, y los amigos sean los protagonistas. Será de día, en la sabana de Bogotá, con detalles románticos y naturales, donde la música y las flores de jardín tendrán un espacio protagónico. Una celebración íntima llena de significado en la que el amor se experimente como una certeza.=