Al ritmo del Jazz y el Charleston se reinventaron las mujeres después la austera época de la Primera Guerra Mundial. Descubre de dónde nació el amor por los brillos y el lujo que tanto amamos en la actualidad.
Una corriente de libertad inundó al mundo en los años 20. El mundo “volvió a la normalidad” después de la Primera Guerra mundial, y esto tuvo como consecuencia un despertar cultural y artístico que inundó todos los ámbitos sociales.
El jazz tomó más fuerza que nunca, con melodías que incitaban a la fiesta y al movimiento; el Art Deco nació inspirándose en la industrialización y el uso de las tecnologías para la creación del arte, y tal vez lo más importante, la figura de la mujer dio un vuelco de 360 grados, con una nueva actitud mucho más atrevida.
Cuando se hacía referencia a una “Flapper”, tendencia que nació a principios de década, se hablaba de una mujer que usaba mucho maquillaje, tomaba, fumaba y tenía una vida sexual activa. Aunque todavía había cierta resistencia social frente a estos comportamientos, especialmente por parte de mujeres mayores, rápidamente fueron adoptados por las generaciones más jóvenes como un nuevo estilo de vida.
La mayoría de flappers, eran mujeres que se dedicaban al negocio del espectáculo, se encontraban en teatros, escenarios y más que todo, en pistas de baile. Con una sociedad hambrienta de entretenimiento y la reciente legalización de casas de espectáculos, actrices y bailarinas como Clara Bow, Louise Brooks, Colleen Moore y Joan Crawford se volvieron los ídolos del momento.
Incluso este estilo de mujeres fueron plasmadas en canciones y obras literarias, todos hemos oído hablar de Scott Fitzgerald y El Gran Gatsby, que recientemente fue plasmada en la gran pantalla con Carrie Mullighan interpretando a la flapper girl Daisy Buchanan.
La forma principal en la que se reconocía a una flapper, era su vestuario, maquillaje y accesorios. Vestidos en H, que gracias a su corte a la cadera daban una sensación casi andrógina; dobladillos por debajo de las rodillas; zapatos de tacón delgado; accesorios como abanicos, estolas de plumas; joyería excesiva que incluía collares, pulseras y topitos de piedras brillantes; y por último el “Parisian hair” o “Pelo Parisino”. Este estilo de peinado era corto, liso, con un fleco recto y preferiblemente oscuro, casi negro; normalmente se adornaba con delicadas diademas, plumas, redes de pedrería y sombreros redondos.
Así fue como de nuevo en la moda los detalles volvieron a entrar en vigencia, esta década entre guerras fue una explosión social, y las mujeres usaron la principal herramienta de expresión que tenían a su alcance: la moda. Y aunque con el tiempo las flappers se transformaron, dejaron un rastro inevitable hasta un tiempo donde el ocio y la ostentosidad iban de la mano a una nueva forma de pensar.