Un look minimalista que marca su regreso con sofisticación.
En la investidura de 2025, Melania Trump sorprendió a todos con un look sobrio y elegante que marcó su regreso a la Casa Blanca junto a su esposo, el presidente Donald Trump. La exmodelo, conocida por su impecable sentido del estilo, eligió un atuendo minimalista que se alejó de la exuberancia de otras invitadas al evento, destacándose por su discreción y sofisticación.
El conjunto de Melania fue cuidadosamente seleccionado para la ocasión. Optó por una prenda de líneas sencillas y colores neutros, en lugar de los tonos vibrantes que otras figuras políticas y celebridades prefirieron. Esta elección de colores sobrios parecía subrayar una imagen de seriedad y respeto hacia el evento, al mismo tiempo que reforzaba su posición como primera dama. El contraste con los atuendos más llamativos de otras asistentes no pasó desapercibido, destacando la decisión de Melania de no seguir las tendencias, sino de imponer su propio estilo.
En su primera investidura, Melania Trump optó por un elegante abrigo de paño azul cielo, luciendo la cabeza descubierta. Sin embargo, en la reelección de Trump en 2025, la Primera Dama eligió un look en negro diseñado por Adam Lippes. Este diseñador, que previamente trabajó con Oscar de la Renta, un nombre muy apreciado tanto en el vestuario presidencial como en el de otras figuras políticas estadounidenses, ha ganado reconocimiento por su estilo refinado. Jill Biden, la esposa del presidente saliente, es una de sus clientas habituales.
La exmodelo entró con su abrigo hecho a medida, entallado y con doble botonadura, que acompañó con una blusa de cuello blanco a juego con el ribete del sombrero de Eric Javitz, firma neoyorkina, con el que ocultaba prácticamente su mirada.
Además, el hecho de que Melania optara por un look tan sobrio también podía interpretarse como un guiño a la nueva etapa política que estaba comenzando, alejada de los excesos y más centrada en un mensaje de unidad y estabilidad. Al elegir un estilo más contenido y elegante, la Primera Dama envió un mensaje claro de seriedad y respeto por el momento histórico que se vivía.
A través de su estilo, la exmodelo reafirmó su capacidad para capturar la atención sin necesidad de recurrir a la extravagancia, consolidándose como una figura de elegancia y discreción en la política estadounidense.