Este concepto se ha vuelto muy relevante dentro de la industria de la moda. ¿Por qué?
Es bien sabido que la industria textil y de la moda es la segunda más contaminante del mundo. De acuerdo con un informe de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), anualmente se tiran al mar 93 millones de metros cúbicos de agua, cantidad que sería suficiente para satisfacer las necesidades de cinco millones de personas.
Asimismo, esta industria produce más emisiones de carbono que todos los vuelos y envíos marítimos internacionales juntos, teniendo graves repercusiones en el cambio climático y calentamiento global.
Gran parte de estos altos índices de contaminación se deben al modelo fast fashion, pues mediante este se ofrecen varias prendas de tendencias a un precio muy bajo, pero también a una calidad mínima, por lo que alienta a desecharlas y cambiarlas constantemente. Según la ONU, esta forma de producción es responsable de que la cantidad de ropa que se fabrica se haya duplicado en los últimos años.
“De continuar con el actual modelo de negocios, las emisiones contaminantes de la industria aumentarán en un 50 por ciento para el 2030″, establece el informe.
Por esta razón y tratando de reducir el impacto del fast fashion, varias marcas de ropa han transformado su modelo de producción, siendo este cada vez más sustentable y sostenible. Además, entre las generaciones actuales ha surgido un fenómeno de la compra de prendas de segunda mano.
De hecho, de acuerdo a un estudio realizado por thredUP, empresa especializada en la comercialización de este tipo de negocio, 33 millones de personas compraron ropa de segunda mano y se espera que durante los próximos cinco años esta cifra se duplique.
La conciencia ecológica ha tenido un gran auge en los últimos años, tanto que en Suecia, uno de los países que más compromiso tiene por el cambio climático y contaminación global, crearon un concepto que hace alusión a la vergüenza y sentimiento de culpabilidad de comprar productos que no sean necesarios o que no sean sustentables y sostenibles, como prendas de ropa de fast fashion, llamado köpskam.
Se cree que este concepto se adaptará en todo el mundo y se convertirá en una amenaza para aquellas compañías textiles y de moda que no adecuen sus procesos de producción a unos más sostenibles y sustentables. Y es que es un hecho que los hábitos de los consumidores están cambiando, poniendo la conciencia ecológica sobre todas las otras cosas.