El diseñador venezolano presenta su colección cargada de arte e historia en el museo Nacional de Colombia.
“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces un aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. Él era tan reciente que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo... "
Un fragmento de Cien años de soledad, la obra más emblemática de Gabriel García Márquez, se lee por estos días en la parte posterior de un vestuario que nace del reciclaje creativo y el lujo consciente presentes en la mente de Alejandro Crocker.
Como un viaje al pasado de la mano del mundo de García Márquez y las piezas del Museo Nacional de Colombia, el diseñador tomó retazos, piezas y prendas olvidadas para elaborar mágicos diseños que se muestran al mundo en el corazón artístico de la capital colombiana.
“Yo me inspiré en el liquiliqui que Gabriel García Márquez utilizó cuando se ganó el premio Nobel y lo que hice fue hablar de su obra a través de las 3 piezas”. Dos de las prendas son las encargadas de darle la bienvenida a todos aquellos que llegan a la exposición. La otra, se aprecia junto al atuendo del escritor tras una vitrina, como todo un tesoro de nuestra historia.
La primera es un vestuario de jean hecho a mano, tiene un encaje de bolillo que se hizo con los retazos del hilo que queda cuando se desarma este material y se consideran basura. La prenda narra “cuando Gabo volvió a su pueblo a los 20 años y se enfrentó a la realidad de lo que era un pueblo fantasma al mundo de fantasía que él tenia en su cabeza, vio a una mujer imaginaria de antaño caminando y este fue el detonante para entender que tenia que dedicarse a escribir historias”.
El segundo es, como su creador lo indica, su reinterpretación del liquiliqui del colombiano. Este se hizo a partir de uniformes de policía con los que se puede hablar de la referencia al poder que el escritor utiliza en sus textos. Este vestido es el que en la parte de atrás trae un fragmento de la conocida historia del coronel Buendía.
La tercera pieza que realizó Alejandro, es su imagen del realismo mágico, “Un traje que no tiene ni un principio ni un final. Tiene dibujos hechos a mano y que nos demoramos un mes haciendo, y con estos contamos los hilitos de Cien años de soledad”. Estas tres piezas son parte de la exposición que resalta las dos insignias del creador: lujo consciente y reciclaje creativo.
Este artista venezolano impulsa su trabajo hace más de 20 años a partir de la conciencia ambiental. Todos sus diseños son creados a partir del reciclado. Como él mismo explica, cada material es un reto porque se trabaja con lo que llega. Cada colección narra un momento histórico, un libro o un acontecimiento de nuestro pasado, pero, al mismo tiempo, muestra la manera en la que todo converge en el cuidado de nuestro planeta.
Después de estudiar y pasar sus días entre museos y textiles desde niño, “entendí que la moda necesita urgentemente, y nos lo está pidiendo a gritos, tener unos nuevos procesos, tener un renacer para poder continuar y poder seguirnos regalando esta segunda piel que nos viste”.
Como todo un artista, la colección se compone de 48 piezas entre prendas y accesorios del museo, así como de prendas creadas por Crocker con el apoyo del Bronx Distrito Creativo. Actores locales como diseñadores, joyeros, ropavejeros y líderes sociales aprendieron y trabajaron a partir del reciclaje creativo y el lujo consciente, el alma de esta obra.
La historia de nuestra sociedad está plasmada en cada pieza. Un ejemplo de esto es un diseño victoriano creado por uno de los diseñadores que participaron en este proyecto bajo la guía de Alejandro. Omar Espinoza hizo esta prenda durante tres meses de arduo trabajo en los que la historia, el reciclaje y la moda convergieron para lograrlo.
“El traje está inspirado en la cultura sikuani, un resguardo de indígenas que están desplazados desde la colonia. Lo que quisimos representar en un vestido de la época victoriana fue sobreponer un pectoral de tejido y un collar sikuani. Con esto queremos demostrar que a pesar del paso del tiempo ellos siguen allí y son parte de nosotros”.
Además de exponer las diferentes etapas de la moda y llevarlo de la mano de la conciencia ambiental, se trata el tema de la esclavitud. Otra de las piezas que se pueden apreciar es un libro del pasado afrocolombiano. Este objeto creado con retazos de tela se titula El secuestro, y narra la otra historia detrás de la que todos conocemos acerca de la llegada de los africanos en la época colonial y el papel en la creación de nuestra sociedad.
La exposición también muestra el camino de la transformación de la moda femenina a partir del año 1900 y tiene piezas como vestidos de baño, vestidos de moda, trajes para diversas ocasiones y accesorios de diferentes momentos del siglo XX. Una experiencia artística que trae la historia de la moda y de nuestra sociedad con el mensaje de la conciencia ambiental y la solución a los problemas que genera la industria del fast fashion.