En medio de los problemas ambientales, sembrar un árbol puede cambiar el futuro.
Para nadie es un secreto que el planeta atraviesa por una compleja situación ambiental. La contaminación, el calentamiento global y el cambio climático cada vez más evidencia la crisis en la que vivimos. El mundo nos está advirtiendo que si no cambiamos nuestros hábitos podríamos enfrentar problemas que ni nosotros mismos imaginamos.
Actividades tan simples como apagar las luces, buscar formas de reutilizar, cerrar la llave, entre otras pequeñas acciones pueden ayudar a mitigar el daño al planeta. Otra de las maneras en las que se puede crear el cambio es con la siembra de arboles. Plantar puede generar y proteger la vida de todos.
En este sentido, Toyota es una de las grandes empresas a nivel internacional que busca lograr cambios y comprometerse con el medioambiente y el futuro de la naturaleza. Entre sus proyectos aparece el bosque Toyota, una iniciativa que nació en 2018 y que tiene como objetivo compensar la huella de carbono que dejan las operaciones del grande japonés.
Ubicado en el municipio de Guasca, a 50 kilómetros de Bogotá, se encuentra la reserva de Encenillo. Un espacio en el que la siembra árboles se ha convertido es una actividad para ayudar a la crisis ambiental que se vive día a día.
Carlos Francisco Castillo, jefe de esta reserva biológica expone que: “es una reserva ecológica de 217 hectáreas, 178 de ellas están con cobertura natural y el resto del área fue intervenida durante muchos años con procesos de agricultura, ganadería y minería. Ahora que entró a un proceso de conservación estamos haciendo una reconversión para volverlas vocación ambiental”.
Cabe resaltar, de acuerdo con la organización Plantarse contra el cambio climático, que esta actividad de abrir un hueco en la tierra fértil y plantar un árbol es una arma contra el calentamiento global. Esto se debe a que absorben del aire CO2. Además, el aumento de árboles permite que las especies retornen a su hábitat natural y tengan alimento y refugio.
Otras de las ventajas que explica dicha org es que esto evita la erosión del viento y del agua, ayudan a limpiar el aire de las ciudades y convierten cualquier espacio en un paisaje natural. Adicionalmente, se estima que un árbol captura una tonelada de CO2 durante los primeros 30 años de vida.
En la reserva natural, se alza el bosque Toyota, una iniciativa que nació hace 5 años y ha llegado a sembrar miles de años en este tiempo. Para llegar hasta el lugar la primera parada es un hermoso lago que plasma un aura a tranquilidad que retrata el paisaje como si fuera un cuadro.
A partir de ese lugar, empieza una larga caminata de aproximadamente una hora en la que los arboles, la montaña, la tierra y la naturaleza en sí misma convierten el paseo en una experiencia que desconecta a cualquiera del caos de la ciudad y del día a día.
Después de subir por un terreno algo empinando, aparece, primero, un claro y, luego, un angosto camino que lleva a la cima. Un extenso terreno en bajada color café. Allí, miles de pequeños arboles con toda la vida por delante se mecen con el viento y resaltan en la oscura tierra. Sus pequeñas hojas verdes y sus delgados tallos decoran el paisaje que en algunos años seguramente se convertirá en un frondoso bosque.
Para realizar la tarea, los implementos necesarios son unos guantes, una pala y la delicadeza combinada con firmeza que requiere sembrar un árbol. Una vez se abre el surco, se rompe la bolsa que protege las raíces del árbol y se acomoda en la tierra, después de taparlo hasta que quede completa meten firme en lo que será su nuevo hogar.
El bosque Toyota tiene sede en la reserva el Encenillo en Guasca y en la reserva El Silencio ubicada en El Retiro, en el departamento de Antioquia. Se espera que este años ambas logren un total de 17 mil arboles plantados.