El free bleeding tiene aparentes beneficios no solo para nosotras y la comprensión del cuerpo, sino para el medioambiente. ¿En qué consiste?
De la regla, no se habla. Si eres una persona que menstrúa seguro sabes que desde pequeño te han dicho que hace parte del ‘pudor’ el hecho de que nadie sepa que estás en tus días, puesto que quizá la primera educación al respecto que recibimos fue sobre cómo usar toallas y tampones más no, por ejemplo, el entender qué componentes tiene la sangre, lo cual hubiera naturalizado más el proceso.
Con solo una mancha nos sentimos avergonzados y procuramos incluso cubrir olores. En general, tapamos todo rastro que dé cuenta de que estamos en los días de periodo, generando que un momento en el que debemos buscar paz por las incomodidades inherentes que los cólicos y dolores traen en algunos organismos, nos genere estrés por tratar de ocultarlo. Este tabú no ha surgido de la nada.
Hubo una época en la historia de la humanidad donde las mujeres en sus días de menstruación eran separadas de la sociedad por ser consideradas impuras y aunque hoy en día no sufrimos de una segregación tan extrema, el periodo no es un tema del que se hable de manera abierta porque para algunos puede resultar incómodo. Y si se le permite a la menstruación entrar en las charlas, es para la frase “¿qué tienes?, ¿estás amargada?”, al asumir que estamos de mal humor y la regla es la causa.
Célia, como se hace llamar una activista española en redes sociales desde su página free the regla, explica que en respuesta a estas nociones “bárbaras disfrazadas de decencia” por parte de la sociedad y, entre otros fines, para vivir la menstruación sin tantas artimañas “como si fuera un crimen que hay que encubrir”, apareció un movimiento conocido como el free bleeding que se traduce del inglés así: sangrado libre.
Su nombre lo dice: es menstruar sin ningún artilugio ni objeto, sino dejar que “el cuerpo saque lo que está diseñado a sacar”, comentó para Fucsia Paola Cubides, mujer que realiza esta práctica desde hace seis años. Pero, ¿cómo es esto posible?, ¿salimos a la calle con los pantalones rojos? No, no es tan así.
En el 2015, la deportista Kiran Gandhi se disponía a correr los 42K de la Maratón de Londres, pero a los asistentes les llamó la atención un detalle que no iba ligado con su gran capacidad atlética: la mujer tenía una mancha roja en su short.
Estas fueron las palabras de la corredora luego de llegar a la meta: “Una maratón es por sí misma, desde hace siglos, un acto simbólico. ¿Por qué no utilizarla como un medio para crear conciencia sobre mis hermanas que no tienen acceso a tampones y que, aunado al dolor menstrual y los constantes calambres, tienen que fingir que no sucede nada?”.
En Colombia no hemos sido ajenos. Andrea Marmolejo es una reconocida influenciadora que pasó de entretener con videos sobre las relaciones a informar sobre el ciclo menstrual, pues encontró su “propósito de vida” en ello. Andrea ha dedicado los últimos tres años a practicar el sangrado libre y explicó para Fucsia cómo ha sido su proceso.
En el sangrado libre se busca que así como tu cuerpo te envía una señal de que es momento de orinar y debes ir al baño, con entrenamiento y conocimiento propio del cuerpo, puedas llegar a sentir cuándo la sangre de menstruación va a bajar en cada etapa del periodo, retenerla y así tener la capacidad de evacuarla en donde se prefiera. No solo en el inodoro, sino que hay quienes la utilizan como fertilizante, para el rostro y hasta como pintura en una nueva configuración de cómo entendemos la regla.
Andrea Marmolejo, creadora de contenidoEs como todo. Nosotros no nacimos corriendo. Primero, nos tocó gatear. Luego, caminar. Y ya luego, correr. Lo mismo pasa con el sangrado libre. Al comienzo va a ser un poco extraño y raro porque uno es como: ‘Juepucha, no sé en qué momento la sangre va a querer salir, ¿será que me voy a manchar?’
“He estado de la mano de maestras (me gusta llamarlas así porque son mujeres con mucho conocimiento) para conocer mi cuerpo (...). Hay algunos periodos, en especial en los primeros días de la menstruación, que utilizo calzones absorbentes. Pero después de esto no utilizo nada (...) me he manchado, pero voy aprendiendo. He logrado tener una conexión muy grande con mi útero, con mi cuerpo y para mí eso es algo supremamente poderoso”.
Así lo expresa Andrea, quien se ha dedicado a investigar sobre cada aspecto del ciclo menstrual “en esa tarea de explorar tu cuerpo, tu filosofía, y desaprender para aprender”, pero como ella hay más mujeres que se han unido al sangrado libre desde una mirada de respeto y amor propio, e incluso espiritual.
Paola Cubides lleva seis años en el free bleeding sin siquiera recurrir a calzones absorbentes. En sus días de menstruación no lleva nada adicional a su ropa interior y externa: “Los primeros años fueron duros, entender que mancharme no debía avergonzarme porque estaba en un proceso (...), ya hoy en día es tan natural. Salgo a la calle, hago ejercicio en público cualquier día y no me mancho, tengo la capacidad de retener y depositar mi sangre donde mejor considere”.
Estefanía Granda, abogada y educadora menstrualLa relación con la sangre es que creemos que huele mal, que no tiene nada que ver con nosotras. Es ahí donde yo entiendo que el proceso con la sangre se vuelve espiritual. Nosotras en el útero albergamos las memorias de nuestras antepasadas, de nuestras ancestras, todos los miedos, y cuando conectas con el útero lo ves como algo sagrado, te das cuenta que la sangre también es eso, la sangre es sagrada
Algo que tuvieron en común estas mujeres es que expresaron no solo la búsqueda de una conexión con su cuerpo, sino también un respiro de aparentes químicos que estarían en los productos tradicionales y la contaminación de ellos hacia el medio ambiente.
La ginecóloga Laura Gil fue consultada por Fucsia para preguntarle sobre el proceso del sangrado libre. La profesional asegura que la sangre de mestruación “no tiene toxinas ni es un fluido sucio” y que contiene células madre (esta es la razón por la que incluso es utilizada como fertilizante).
Sin embargo, Gil establece que si bien es posible conocer nuestro cuerpo e intentar entrenarlo, no es una tarea fácil:
Laura Gil, ginecólogaAnatómicamente es posible (retener la sangre) si se tiene un control y fuerza de los músculos del piso pelvico suficiente para contener líquidos en escasa cantidad, como lo es la sangre menstrual. Pero es extremadamente infrecuente alcanzar ese nivel de contraccion y control voluntario de estos músculos. Por lo general el flujo menstrual es lento y de bajo volumen, y no necesariamente da ‘aviso’ al momento de su expulsión del útero o su tránsito por la vagina hacia el exterior, por lo que puede llegar a ser muy difícil anticipar su salida para evitar el manchado de las prendas
Respecto al medioambiente y la supuesta afectación a nuestro cuerpo de los métodos tradicionales de contención, como tampones y toallas desechables, la organización Womens Voices no solo establece que estos productos equivalen a más de 100 toneladas de desechos anuales en el mundo sino que sus componentes tampoco los harían aceptables para el cuerpo.
La organización encontró que algunas toallas sanitarias y tampones tienen compuestos de cloro, dioxinas, furanos y toxinas relacionadas con el cáncer, la capacidad reproductiva y el desequilibrio hormonal en especial por añadirles fragancias.
Y según datos de Allied Market Research, el mercado de estos productos tuvo un valor de US$ 40 mil millones de dólares en el 2020 y se estima que sea de más de US$ 60 mil millones para el 2030.
Una advertencia más. La investigadora Suraya Karzai, de la Universidad de de Nueva York, explicó en uno de sus artículos que “la industria de la higiene femenina promete a las mujeres una vida mejor fabricando productos que les permitan participar en actividades sociales y tener más confianza en sí mismas al posicionar a la menstruación como un acontecimiento peligroso, capaz de conducir a un desastre si no se utilizan los productos de higiene adecuados. Así la industria obtiene inmensos beneficios”.