La depresión es una de las enfermedades de las que más se ha hablado en los últimos años, pero la realidad es que a lo largo de la historia ha sido una de las más invisibilizadas a pesar de lo grave que puede llegar a ser.
De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Organización Mundial de la Salud (OMS), la depresión es una de las enfermedades más comunes, pues se calcula que la padece por lo menos el 3.8 % de la población que, aunque parezca un número pequeño, en cifras puntales se estaría hablando de más de 300 millones de personas que viven con este trastorno.
Sin embargo, a pesar de lo común que es en las personas es también una de las enfermedades que más suelen ignorarse, ya que se piensa que solo se trata de una sensación de tristeza que con el tiempo se va y no tiene ninguna consecuencia ‘real’ en la vida de las personas y en la sociedad.
Para muchos, este trastorno en quienes lo padecen es solo una exageración o una excusa para manipular y llamar la atención, pero la realidad es que esta enfermedad es tan grave que se estima que al año 788 mil personas mueren debido a esta.
Se podría decir que la depresión es constantemente una coyuntura porque es necesario hablar de ella para dejar de sobrevalorarla y reducir su importancia, ya que al final esto lo único que logra es frustrar aún más a aquellos que sufren los estragos de la misma. Por esa razón, en Fucsia consultamos a varios expertos para hablar del tema y nos contaron cuáles son sus síntomas, el tratamiento que se debe seguir y las maneras de prevenirla.
En diálogo con Fucsia, la especialista en psicología clínica, Lizeth Reyes, nos habló sobre cómo se presenta la depresión y cómo se puede identificar aunque resalta que lo fundamental en este aspecto es siempre contar con un especialista, pues en realidad los expertos en salud mental son los únicos capaces de diagnosticar a quienes padecen la enfermedad como una afectación patológica.
“La depresión no siempre se manifiesta de una manera tan contundente, tenemos una serie de síntomas que generalmente pueden pasar incluso desapercibidos, por algo aparentemente tan común como que la persona de pronto está durmiendo mucho en el día o hay variaciones en el apetito por exceso o por defecto y algo fundamental, lo que tiene que ver con la voluntad; no hay voluntad para hacer las cosas, hay aburrimiento, hastío, negativismo, ante las cosas”, expresó la especialista.
Asimismo, hablamos con el psicólogo Farid Carmona quien nos explicó que se podría decir que hay dos tipos de depresión. La primera es en la que se entra en un estado de tristeza profunda por distintos factores externos como las pérdidas no solo con referencia a las personas o el luto, sino que también se habla de pérdida cuando hay algún fracaso.
El segundo tipo de depresión es el patológico que justamente es el que perdura con el tiempo, el que parece aferrarse a la mente causando efectos negativos incluso en la salud física de las personas, pues aunque hay momentos en los que parece que la tristeza se acaba y hay un periodo de ‘euforia’ al cabo de un tiempo se vuelve a recaer y ahí se convierte en un trastorno de la conducta emocional.
“Principalmente, la depresión es esa que lo saca de la relación con el mundo externo, pues tiene una duración de estados de tristeza muy largos, incluso pueden ser fluctuantes. Pueden aparecer, aparentemente mejorar, otra vez aparecer, puede que estés en un estado depresivo, de pronto aparece un estado eufórico y de pronto se dice que ya salió de eso, pero al cabo de un tiempo vuelve el estado químico disminuido”, explica Carmona.
No obstante, a la hora de identificarla aunque no hay un listado exacto, pues todas las personas tienen reacciones diferentes al igual que estímulos y procesos químicos individuales, sí hay ciertos síntomas comunes en aquellas personas que padecen o tienden a padecer de depresión.
Tal como mencionó el psicólogo Farid Carmona en Fucsia, “uno de los elementos que se ha utilizado durante mucho tiempo como los señales básicas para identificar la depresión es primero, el estado químico, el estado del afecto que suele estar caído, la disminución afectiva, el estado de tristeza; dos, lo que tiene que ver con la voluntad, la persona no tiene voluntad, no tiene ganas de hacer nada y tres, muy probablemente se presentan alteraciones del sueño o de la alimentación”.
Es normal pensar en que el mejor tratamiento para la depresión es sacar a las personas del estado ensimismado en el que suelen quedarse cuando tienen recaídas, sin embargo, de acuerdo con ambos expertos, la depresión es una enfermedad muy diversa, pues en cada persona es diferente y lo que le funciona en alguien puede que no le ayude a alguien más.
En ese sentido, Carmona destaca que “el profesional que trata a la persona con uno de estos trastornos debe identificar si la causa es endógena o es exógena. Si la causa es endógena, definitivamente se necesita el concurso del psiquiatra con el que aún subsisten muchos mitos”, ya que se piensa que este especialista es para las personas que ‘están locas’, pero su trabajo es primordial debido a que es este el que médica en los casos en los que la depresión se trata de un tema biológico en el que incluso puede llegar a ser heredado.
Sin embargo, aclara que junto a los tratamientos químicos recetados por un psiquiatra, el psicólogo también es fundamental, pues es el encargado de hacer un seguimiento a un proceso más emocional con la exploración de otra serie de técnicas o de alternativas para mejorar hábitos o prácticas que favorezcan el estado anímico y afectivo de un paciente, pero este es individual.
Por otro lado, “cuándo es exógeno hay que identificar la historia de fracasos que ha tenido la persona, cómo los ha manejado. Aunque tradicionalmente se encasillan hay que buscar lo más que se pueda para que el tratamiento tenga un carácter individual, personal por que cada uno de nosotros reacciona de manera diferente”, refiriéndose a los estímulos o elementos que se deberían eliminar para mejorar esa condición.
Finalmente, sobre cómo se puede prevenir la depresión o apoyar a que quien la padezca no sufra de manera contundente los efectos de la misma como llegar a tener sobrepeso u obesidad, ya que se resguarda en la comida como si fuera una adicción o el consumo inapropiado de alcohol o de droga; desarrollar otros trastornos como ansiedad, trastorno de pánico y fobias sociales; aislamiento social; sentimientos suicidas, intentos de suicidio o suicidio, hay un paso muy sencillo.
“El mejor tratamiento es la prevención y los primeros agentes de prevención son los padres de familia, el resto de los miembros de la familia o amigos. Esta sería esa red de apoyo que se convierte en red de orientación. Si encuentras que hay alteraciones en el comportamiento, dialoga, siempre que hablamos de comunicación tenemos que hablar de afectividad. El lenguaje es una forma de expresar la afectividad”, destaca Carmona, asegurando que hablar sobre cómo nos sentimos siempre será mejor que guardar todas esas emociones que luego pueden derivar en el desarrollo de depresión.