Descubre como nuestra mente nos puede ayudar a subir o a bajar de peso
La pérdida de peso no solamente es cuestión de voluntad, sino que alrededor de este tema existen muchos factores que influyen en esos kilitos que más de una vez nos ponen a sufrir. Si sientes que tu cuerpo no puede controlar tu peso es hora de pensar en las causas por las cuales está ocurriendo esta alteración.
La relación entre lo que sentimos y lo que comemos es evidente, por eso decimos que las emociones nos engordan o nos adelgazan. Es por eso que podemos concluir que si averiguáramos a ciencia cierta cuál es la causa por la cual engordamos, nuestra mente nos ayudaría adelgazar
1. Descubre lo que esconden esos kilos de más
Si estás con sobrepeso y sientes que tu cuerpo está descontrolado y sientes que estéticamente te deben exigir un peso ideal para mantener una vida ideal tienes un problema el cual está relacionado con tu ego. Si este es tu caso, es el momento de preguntarse si tu malestar y tus kilos de más están escondiendo algo que no se manifiesta a simple vista.
Hay que aprender a afrontar las emociones sin recurrir a la ingesta descontrolada de comida para formar una especie de coraza que evite que te sientas vulnerable. No utilices la comida como escusa.
2. No luches contra tu cuerpo
Tienes que entender que tus problemas no se solucionan a través de la comida. Piensa que depender de la comida como única vía de gratificación no es “mejor” que pedir ayuda durante un tiempo. Tampoco puedes creer que solo necesitas fuerza de voluntad porque cuando renuncias a comer se convierte en una obsesión.
Hay que empezar a escuchar el cuerpo sin luchar contra él. Cuidarlo cuando está cansado, nutrirlo si tiene hambre y quererlo cuando necesita afecto.
3. Revisa tus carencias emocionales
Revisa tus emociones, pues muchas veces el cerebro nos lleva a comer sin hambre. Lo más probable es que te excedas, porque estarás bajo los efectos del ‘hambre emocional’, que es precisamente la que no controlas.
Y déjate guiar libremente por los deseos: ¿un plato caliente? ¿Algo ligero? ¿Dulce o salado? Permite que tu deseo quede satisfecho, regálate ese placer.
4. Alíate con tu cerebro
Intenta hacer un cambio mental, de ti y de tu imagen. Comparte tus sentimientos con las personas que te rodean y no con las tabletas de chocolate o los helados. A veces, es la necesidad de comunicación y el afecto insatisfecho lo que nos induce a comer.
Los expertos aconsejan tener presente la imagen ‘ideal’ para ti de ti misma, la que quieres alcanzar. La vas visualizando y así tu cerebro se convierte en un aliado y tu cuerpo querrá llegar a hacerla realidad.
5. Ante un atrancón, quiérete más
Mientras haces el proceso, si caes en un atracón sin ningún control, lo último que tienes que hacer es odiarte por tu “debilidad”. No te avergüences, porque no has hecho nada malo. Después de la comilona, sé amable contigo misma, perdónate y en ningún caso te prives de comer al día siguiente ni te saltes comidas para compensar.
6. Cambiar de adentro hacia afuera
Este cambio es de dentro hacia fuera. A medida que revisas tus emociones, que tu cerebro visualiza la nueva imagen, el cuerpo la hace realidad.
Haz de esta imagen un hábito, recuérdala a lo largo del día. De esta forma serás más consciente de lo que comes, sin engañarte.
7. Nutre tu mente y tu cuerpo
No olvides que cada alimento no solo nos proporciona nutrientes, también nos aporta energía, nos afecta de forma emocional y cognitiva y tiene bastante que ver con nuestras reacciones.