Un enfoque integral para sanar las heridas emocionales y recuperar el bienestar tras la experiencia del abuso.
El trastorno de estrés postraumático (TEPT) puede influir de manera profunda y a menudo dolorosa en la vida sexual de las mujeres que han vivido situaciones de violencia sexual. Las cicatrices emocionales que dejan estos traumas son variadas y complejas. Muchas mujeres enfrentan sentimientos de culpa y vergüenza, lo que puede generar un miedo abrumador hacia el contacto físico. Esta tensión se puede manifestar en dificultades como el vaginismo o la dispareunia, donde la penetración se vuelve no solo incómoda, sino profundamente dolorosa.
Además, es común que las sobrevivientes experimenten flashbacks que las transportan de regreso a esos momentos traumáticos durante relaciones consensuadas, arruinando la intimidad y provocando ansiedad. Por otro lado, algunas mujeres pueden buscar la hipersexualización como una forma de reconectar con su sexualidad, aunque esto pueda ser un mecanismo de defensa poco saludable ante el trauma.
Es fundamental reconocer estos síntomas, ya que solo un profesional de la salud mental calificado puede proporcionar el diagnóstico y tratamiento necesarios. En este contexto, la terapia EMDR (Desensibilización y Reprocesamiento por Movimiento Ocular) se presenta como una herramienta poderosa para sanar. Este enfoque terapéutico, desarrollado en la década de 1980, está diseñado para abordar trastornos psicológicos relacionados con traumas.
La eficacia del EMDR ha sido respaldada por numerosas instituciones internacionales, como la American Psychological Association (APA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS). Existen más de 50 estudios controlados aleatorios que confirman su efectividad en el tratamiento del TEPT. Comparado con medicamentos como el Prozac, se ha demostrado que el EMDR no solo es más eficaz, sino que también permite a los pacientes continuar su proceso de mejora más allá de la terapia, mientras que algunos usuarios de Prozac pueden recaer en sus síntomas.
Estudios han demostrado que la terapia EMDR es especialmente efectiva incluso en niños, y que intervenciones cortas pueden llevar a una reducción significativa en los síntomas del TEPT. La terapia funciona al ayudar a los pacientes a procesar recuerdos traumáticos que no han sido asimilados adecuadamente, lo que puede llevar a la manifestación de trastornos mentales. A través de movimientos oculares y otros métodos de estimulación bilateral, los pacientes pueden activar los recursos internos de su cerebro para sanar y reinterpretar sus experiencias dolorosas.
En Colombia, el EMDR está comenzando a ser adoptado en el ámbito clínico, brindando a los profesionales de la salud mental nuevas estrategias para ayudar a aquellos que luchan con las secuelas del trauma. Con la creciente aceptación de esta terapia, más personas están encontrando alternativas efectivas para superar el dolor.
Alejandra Quintero Rendón, psicoterapeuta especializada en trauma y sexualidad, subraya la importancia de este proceso: “Para las mujeres que han enfrentado el trauma, es esencial recordar que el dolor que han vivido no define lo que son en el presente, ni lo que serán el futuro. La recuperación es un proceso lleno de desafíos, pero no están solas. La terapia permite que el pasado se convierta en una parte integrada y menos dolorosa de la historia. Con el apoyo adecuado y el compromiso con la sanación, es posible reconstruir una vida sexual más satisfactoria después de haber sido víctima de un caso de abuso. La vergüenza puede cambiar de bando.”
Si has sido víctima de violencia sexual, en Bogotá se realizará el taller en línea La Sabiduría del Cuerpo: Superando las Adversidades, Activando la Resiliencia. Este espacio, diseñado para ofrecer apoyo y herramientas efectivas, se llevará a cabo el jueves 17 de octubre de 2024.