El síndrome de la mujer pensante

Post 1: "Mi feminismo contra vuestra ignorancia"

Julia Alegre, 24/6/2014

La desinformación que rodea al término feminismo está provocando que muchas mujeres, en la actualdiad, se desvinculen de este movimiento cuya pervivencia resulta todavía necesaria hasta que se alcance la igualdad entre todos los seres humanos.

Foto: Pinterest

Por: Julia Alegre*

Desde que opté por darle más cabida a las opiniones que vuelcan desconocidos a través de las redes sociales, mi fascinación por la ignorancia que habita en esta realidad paralela no ha hecho más que crecer de forma exacerbada. Cuando tenemos una mayor capacidad de acceder y disponer de información verídica y contrastada gracias al impulso de las nuevas tecnologías, nos hemos convertido en una sociedad apegada al oscurantismo de otras épocas. Una que prefiere mantener una posición soberbia ante el conocimiento, demostrando que eso de “cuanto más mejor” es solo una falacia.

Resulta que ahora es tendencia eso de declararse no feminista, rechazarlo e incluso denigrarlo, a través de plataformas como Facebook o Twitter.  La problemática que enraíza esta actitud es que la mayoría de adeptos a esta nueva filosofía de negación del movimiento feminista son mujeres.

El autor alemán Goethe dijo alguna vez que “el que no sabe llevar su contabilidad por espacio de tres mil años se queda como un ignorante en la oscuridad y solo vive al día”. Algo parecido les sucede a todas estas mujeres que publican su ferviente antifeminismo sin mayor argumento que ese, negando, por lo tanto, a todas esas heroínas históricas que lucharon –e incluso se dejaron la vida- para que hoy nosotras nos beneficiemos de unos derechos que no siempre nos fueron reconocidos en igualdad de condiciones a los hombres por nacer bajo el estigma del género femenino.

Aquí van unas nociones de cultura general. Se define el feminismo como un conjunto de ideologías y movimientos que tienen como objetivo la igualdad de derechos entre varones y mujeres a todos los niveles de la vida. Asimismo, se erige como contrapeso ante la dominación y la violencia de los hombres sobre las féminas y la asignación de roles sociales según el género.

Si, por supuesto, en toda ideología existen facciones radicales que, o bien, desvirtúan el propio movimiento con su extremismo dialéctico, o bien, obtienen el mismo resultado por servirse de acciones contundentes cuyo objetivo rel no es otro que el de hacer visible la urgencia de seguir apostando por el movimiento ante una sociedad entumecida. Pero ambas realidades no pueden, en ningún caso, servir como excusa para generalizar. Menos aún para deformar el mensaje y objetivos germinales del feminismo: buscar la igualdad de géneros. Punto.

La altanería que define a la mujer moderna, occidental y olvidadiza roza lo grotesco. Especialmente cuando todavía hay en el mundo millones de mujeres a las que se les niegan muchos derechos fundamentales que nosotras, como ciudadanas de países democráticos,  ya hemos normalizado.  Que las mujeres podamos votar, divorciarnos, trabajar, interrumpir de forma voluntaria un embarazo, denunciar a la pareja por violencia dentro del hogar o incluso ser independientes económicamente de nuestros padres o maridos son conquistas introducidas y peleadas por el movimiento feminista; por las valientes figuras que lo respaldaron ante las injusticias de un patriarcado histórico y atroz que todavía se perpetúa en cualquier país en el que nos dignemos a mirar con sentido crítico. 

Ojalá llegue el día en el que el movimiento feminista y sus reivindicaciones no tengan cabida; queden ambos obsoletos. Será el día en el que hombres y mujeres no estén condicionados por su género, sino por una única verdad: su condición de seres humanos que los hace sujetos de una dignidad irrenunciable e inalienable. Mientras tanto, me reafirmo: la ignorancia es un germen, y ante el antifeminismo iletrado e ingrato, apuesto por mi feminismo de igualdad y consecuencia.


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Acerca del blog:

El síndrome de la mujer pensante
Ni somos el sexo débil, ni se nos ha forjado para dejar el cerebro en casa, privado de toda actividad. Vivimos en una época de transformación, de inmediatez, de información y de libertad. Es el momento de hacer alarde de todas las posibilidades que se nos brindan; de apostar por una sociedad que no invalide la crítica constructiva proveniente de una mujer por tratar temas susceptibles y duros que, indudablemente, la repercuten. Este es el espacio para la ironía, el análisis, la contestación, la liberación... El todo y el nada. 





Julia Alegre es una periodista española especializada en Cooperación Internacional y Acción Humanitaria. Actualmente desarrolla su trabajo como redactora en Fucsia.co.
JAlegreB@semana.com

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