Editorial

Cincuenta tonos de Gris

Lila Ochoa Directora Revista FUCSIA, 21/7/2012

"Fifty shades of grey" una trilogía que excede los límites del erotismo, sin medias tintas. Entérate aquí de qué se tratan los libros que ya superaron a Harry potter como número uno en ventas.

Foto por Juan Antonio Monsalve

Bajo un título inocente, esta novela ya superó a Harry Potter como la número uno en ventas. Pero de inocente no tiene sino las primeras cien páginas, pues es una novela erótica para mujeres, no una obra romántica.

Escrita por una autora desconocida, la británica E. L. James, forma parte de una trilogía publicada por primera vez en Internet el año pasado y que es hoy el libro en circulación más popular
. Ha sido descrita como “pornografía para mamás” o “Crepúsculo para adultos”, parodiando a la novela erótica de vampiros tan popular entre los adolescentes. Lo irónico es que las grandes editoriales que la rechazaron en su momento se pelean hoy por obtener sus derechos. Varios millones le han sido ofrecidos a la autora por reeditar la trilogía y ya se están negociando en Hollywood los derechos de una película. Fue traducida al español y ya se consigue en Colombia.

Confieso que vi el famoso trío en varias librerías sin atreverme a comprarlo, pues la novela no es un género que me apasione, y menos la erótica. Pero la curiosidad me ganó, después de leer varios artículos que hablan de este libro como un fenómeno de ventas que tiene electrizadas a las amas de casa.

Compré el primer tomo y lo leí en tres días. Debo advertir que no es para nada una obra maestra de la literatura, lo que tiene de especial es que siendo una novela erótica que usa un lenguaje bastante explícito, no choca, no lo hace sentir a uno incómodo. Pero este género no es una novedad. En 1954 se publicó La historia de O, escrita también por una mujer, Anne Desclos, quien utilizó un seudónimo para protegerse de la crítica. Su obra era más sadomasoquista que erótica, cosa que asusta, pues eso de máscaras, cadenas y látigos no es lo mío. Otra novela que recuerdo es El amante de Lady Chatterley, del escritor D.H. Lawrence, un verdadero maestro de la lírica. Publicada a finales del siglo XIX, suscitó una tormenta debido al tratamiento explícito del romance entre una dama de sociedad y un empleado de su casa.

Confieso que no he leído ninguno de estos dos libros, aunque son famosos en la literatura universal. Finalmente, el sexo y el erotismo forman parte de la experiencia humana y este será siempre un tema muy popular.

Las primeras cien páginas de 50 tonos de Gris parecen escritas por Corín Tellado, pero en inglés. Es de la mitad en adelante que el libro se pone interesante. Relata la historia de un romance entre un hombre millonario y manipulador, Christian Grey, que no entiende de amor sino de sexo crudo, y una universitaria, Anastasia Steele, joven e ingenua que quiere algo más que una relación entre un ser dominante y una persona sumisa. La prosa es más típica de las novelas rosa que de la buena literatura: “Mi diosa interna está haciendo la danza de los siete velos”, es una de las frases que aparecen a menudo en la novela.

Pero nada de eso importa. Se dice que es tal el éxito del libro, cuya portada es una corbata gris de seda, que se agotaron las existencias de estos accesorios en los almacenes. Tal vez el mayor crédito que se le puede dar al libro es que introduce a las mujeres a un mundo nuevo, el del erotismo gráfico, muy lejos de las típicas novelas de amor. Lo más divertido es que ninguna mujer se atreve a hablar del libro delante de sus amigos por temor a que la tilden de pornógrafa. No faltan los moralistas que se desgarran las vestiduras, pues no en vano hasta hace muy poco los hombres decidían qué les estaba permitido leer a las mujeres, pues consideraban que la mente femenina era ‘impresionable’ para leer novelas. Bastaba con que leyeran la Biblia y unas cuantas historias de santos. Finalmente, todavía es tabú que ellas vean pornografía, pero la verdad es que el hecho de que esté escrito por una autora suaviza el tono, y este resulta más romántico de lo que uno se imagina.

Así como tiene muchos seguidores, también tiene sus detractores, pues la violencia es explícita y el tema de la sumisión enfurece a las feministas. Para empezar, el señor Grey, muy buen mozo, según lo describe la autora, quiere hacer firmar a su universitaria un contrato para que acepte el papel de sumisa durante los fines de semana. Entre las reglas están que ella no lo puede mirar a los ojos, así como que no se usarán niños, animales ni instrumentos ginecológicos en las relaciones. La protagonista decide ensayar antes de firmarlo y acepta que la acosen, le peguen y la azoten con un látigo, pues así lo estipula el contrato. Lo fascinante es ver cómo a lo largo del libro Anastasia, una mujer culta y educada, permite esas humillaciones para llegar a entender, finalmente, que el sexo sin amor no vale la pena y que el sexo con dolor está fuera de cualquier límite.

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